
¿Cómo funciona la compraventa de territorio entre Estados?
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A raíz de las noticias sobre el interés de Estados Unidos en adquirir el territorio de Groenlandia, Lorena nos han planteado mediante el formulario de EOM explica preguntas acerca del modo
en que funciona la compraventa de territorio entre Estados.
Con la reciente noticia de los intereses de Trump de hacerse con Groenlandia y la negativa del Gobierno danés, las preguntas sobre la compraventa de territorio —y, con él, su soberanía—
abundan. ¿Puede un Estado comprar el territorio de otro y hacerlo suyo?
Si se atiende a la historia, la respuesta es clara: sí, puede. Legalmente también es así, si bien no existe un tratado o convenio que regule el modo en que estos procesos deben llevarse a
cabo. Lo más cercano sería el tratado de Viena sobre la sucesión de Estados, pero no incluye supuestos de compraventa —lo que puede deberse a la escasa frecuencia con la que esto se practica
en la actualidad—. Aun así, hay algunos juristas que abogan por la creación de un mercado de soberanía en que los Estados serían capaces de comprar y vender territorios nacionales.
En el pasado, la compraventa de territorio se dio mediante tratados entre Estados pacíficos —así, por ejemplo, el Tratado de Adams-Onís, que supuso el traspaso de Florida y Oregón de España
a Estados Unidos— o como resultado de un conflicto bélico —como en el caso del Tratado de Guadalupe Hidalgo, por el que EE. UU. adquirió gran parte de lo que es su territorio actual de manos
de su vecino del sur, México—.
Aunque los ejemplos más famosos de adquisiciones territoriales por parte de una Administración son probablemente los que se fraguaron en Norteamérica y dieron lugar a las fronteras
estadounidenses que hoy se conocen, también hay ejemplos entre naciones europeas y asiáticas. La cesión de ciudades chinas a países como el Reino Unido, Francia, Rusia o Alemania también es
de lo más conocida, sobre todo en el caso de Hong Kong. En este sentido, durante el siglo XX, en lugar de ventas de territorio que modificaran las fronteras nacionales, fueron más frecuentes
las cesiones de territorios. Un ejemplo de estas sería la bahía de Guantánamo que Cuba cedió a EE. UU. para la construcción de una base militar. Esto sigue ocurriendo hoy en día, como
demuestra el acuerdo entre Sudán y Turquía, por el que el primer país cedió la isla de Suakin al segundo durante 99 años, o el realizado entre Sri Lanka y China —el puerto de Hambantota fue
entregado a China por otros 99 años—.
En la actualidad, varias entidades reclaman la compra de territorio soberano como una vía para los países más necesitados de lograr dinero fácil. Este es el caso del Partido Libertario de
EE. UU., que defiende la venta de territorio ya no solo a otros Estados, sino también a empresas privadas que puedan fundar sus propios “países privados”. Otros proyectos como FreeSociety se
dedican por entero a este objetivo. Pero, más allá de estas propuestas aún anecdóticas, también hay quien plantea que pueden ser soluciones más que aceptables para naciones en riesgo de
desaparecer —como ocurre con islas como Kiribati o Maldivas, que año tras año pierden territorio en favor del mar—. De hecho, el Gobierno kiribatiano ya se ha embarcado en proyectos
similares comprando terrenos en Fiji. Otras naciones en situaciones desesperadas, como aquellas con exorbitantes niveles de deuda, también se han planteado esta opción. Así se lo han
propuesto en repetidas ocasiones a Estados Unidos o Grecia.
Ahora bien, ¿cuál es el último caso de compraventa de territorio por parte de un Estado? Probablemente la adquisición de China de un territorio de mil kilómetros cuadrados —el equivalente al
Principado de Mónaco 500 veces— a Tayikistán llevada a cabo en 2011 o la anunciada cesión de unas islas egipcias en el mar Rojo a Arabia Saudí. En definitiva, la compra de Groenlandia por
parte de Estados Unidos no resulta una maniobra tan alejada de los movimientos políticos actuales, dado que, aunque infrecuentes, los cambios fronterizos siguen produciéndose a golpe de
cheques.
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Madrid, 1992. Director de El Orden Mundial. Graduado en Relaciones Internacionales por la UCM. Máster en Inteligencia Económica en la UAM. Especialista y apasionado de la geopolítica.