El bebé gorila, por laura calonge

El bebé gorila, por laura calonge

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Buscando entre los montones de noticias que se producen a cada minuto, en todos los rincones del mundo, tropecé con la mirada de este gorila recién nacido. De repente, todas esas noticias


sobre el terrorismo, la venta de armas, los pactos de nuestros políticos y la tecnología móvil se desdibujaron. La mirada de este pequeño gorila, en la que también es fácil reconocerse,


evoca un canto a la vida. Ellos, los animales, que comparten este nuestro planeta y padecen en silencio nuestras guerras grandes o pequeñas, son los testigos mudos de lo que está pasando en


el que también es su hábitat. Existió un tiempo en que los hombres nos parecíamos más a ellos que a lo que somos ahora – o en lo que nos hemos convertido tras milenios de evolución- y sin


embargo, éramos nosotros, los seres humanos, los que antaño debíamos protegernos de los animales. Ahora es más bien al revés. Tuvimos el privilegio de poder andar a dos patas y que nos


quedaran los brazos libres para poder crear herramientas, que con el devenir de los siglos se han ido sofisticando y hemos pasado de los sílex a los smartphones, lo cual no sucede de hoy


para mañana. Sin embargo, uno se acaba preguntando en qué direcciones han ido las evoluciones de las especies; si la evolución tecnológica no habrá ido en detrimento de otras capacidades que


se nos han acabado por atrofiar. Lo mismo vale preguntarse por la evolución de ellos, que han ido soportando la invasión de su hábitat y ahora sobreviven en un número tan reducido que los


médicos tienen que ponerse a su servicio para salvar una de sus vidas, como es el caso de este pequeño gorila nacido por cesárea en el Reino Unido. “Me apretó con más fuerza que lo que haría


un bebé y me miró con esos ojos raros que tiene”, fueron algunas de las primeras impresiones de David Cahill, el ginecólogo encargado de llevar a cabo este peculiar parto. Querría decir más


cosas, mirando este pequeño milagro de la vida y de la ciencia, pero miro sus ojos tan abiertos, incluso más que los de un bebé de nuestra especie y no puedo decir nada más. Su mirada lo


dice todo. Incluso la mueca de su boca, que parece querer imitar una sonrisa. Y me pregunto qué pensarán ellos, que están considerados animales inteligentes y también han vivido milenios de


evolución en paralelo a nosotros. Qué pena que les falte hablar.