
Cuándo es necesaria la terapia matrimonial
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Pero, para aclarar, engañar a alguien no solo significa infidelidad física. “Ocultar algo y ser reservado es una traición emocional”, señala Ross. “Podrías reconectarte con un antiguo amor a
través de Facebook y pensar 'solo nos estamos poniendo al día; es inofensivo'. Y entonces, de repente, es más que eso”. ¿Cómo saber cuándo has cruzado la línea? Es complicado. “La
infidelidad significa algo distinto para cada persona”, reconoce Amy McManus, terapeuta matrimonial y familiar de Los Ángeles. “Lo importante es que las parejas establezcan una definición
compartida y consensuada de la fidelidad dentro de su propia relación”. Entretenimiento Paramount+ 10% de descuento en cualquier plan de Paramount+ See more Entretenimiento offers > Si te
sientes tentado a desviarte, es mejor probar con un consejero ahora que enfrentarte a las consecuencias más tarde. Y si un miembro de la pareja ya ha tenido una aventura, definitivamente
hay una forma de volver. Alrededor de un tercio de las parejas casadas sobreviven a una aventura, dice Saltz, pero en general, son las que van a tratamiento y hacen todo lo posible para
salvar la unión. De hecho, “una aventura es a menudo el impulso para tratar con cosas que se han evitado durante años”, señala Ross. 4. DISCUTEN (MUCHO) SOBRE POLÍTICA Getty Images La
política puede acercar a las personas cuando sus intereses coinciden, pero también puede crear batallas muy intensas cuando tú y tu pareja están en lados opuestos del espectro político. Por
cierto, en estos tiempos de división, eso de “acordamos discrepar” se dice con más facilidad de lo que se hace. Una encuesta muy publicitada del 2016 realizada por Wakefield Research, una
empresa de sondeos con sede en Arlington, Virginia, halló que una de cada diez parejas (casadas o no) terminaron la relación debido a desacuerdos sobre política. La terapia de pareja puede
enseñarte a hablar sobre los problemas —sin que la conversación se vuelva tóxica— con “un diálogo diferente al que tú y tu pareja tienen en casa”, dice Ross. “Ayuda a que la pareja se
escuche mutuamente, y entonces, con suerte, no seguirán el mismo guion gastado”. Una de las técnicas que emplea Ross es la escucha activa. Funciona así: una persona habla y la otra escucha.
Se mide un tiempo —digamos, dos minutos— y quien habla manifiesta sus creencias y sentimientos. Su pareja tiene que escuchar con atención exclusiva y repetir lo que escucha sin opinar.
Luego, se cambian los roles. “Hay algo poderoso en ser escuchado”, dice Ross. “Escuchas de otra manera, y tu pareja puede sentir esa apertura”. También es importante tratar de encontrar
puntos en común. Si bien tú y tu pareja pueden tener posturas políticas diferentes, probablemente haya objetivos y valores que los dos comparten. “A veces, cuando las parejas vienen a
terapia, insisten en que ‘no tenemos valores en común’”, dice Katherine Hertlein, profesora en el Programa de Terapia Familiar y de Pareja en la Facultad de Medicina de University of Nevada,
en Las Vegas. “Yo les digo: ‘Eso es una tontería. Si no tuvieran valores en común no se habrían unido’”. La terapia —dice— ayuda a quitar las capas hasta que los dos encuentran esas cosas
en común. 5. TIENEN MUCHAS PELEAS IMPRODUCTIVAS E HIRIENTES Todos tenemos diferentes maneras de lidiar con los conflictos. Hay quienes prosperan en la confrontación; otros se vuelven locos
cuando las cosas se caldean. Y luego están las personas del tipo pasivo-agresivo. Los grandes estallidos pueden dejar lágrimas y sentimientos heridos, pero las discusiones constantes pueden
ser igual de destructivas. “Las parejas entran en un bucle repetitivo”, dice Ross. “Es la misma discusión una y otra vez”. Una discusión en sí misma no es algo malo; lo que puede hacerla
tóxica es la forma en que la gente maneja el conflicto, explica Woodsfellow. En otras palabras, no se trata necesariamente de lo que dices sino de cómo lo dices. “Pueden ser críticas o
quejas, golpes bajos o palabras poco amables, o abusos verbales, como insultos o gritos”, dice. La terapia de pareja enseña a disipar los desacuerdos de una manera sana, razonable y
respetuosa. Woodsfellow afirma que la forma en que comienza la conversación es crucial. Así que en vez de decir algo provocativo como “¿por qué hiciste esto?”, intenta un tono más alentador,
como “ayúdame a entender por qué te sientes así”. Intercambia el pronombre “tú” (como en "tú siempre haces esto"), que pone a la otra persona en modo defensivo, por la primera
persona: yo siento que no escuchas lo que digo. No digas siempre o nunca. Y no saques a la luz el pasado, aconseja Saltz. “Los eventos recientes son de lo que quieres hablar”. 6. TIENEN
ESTILOS DIFERENTES PARA CRIAR A LOS HIJOS El hecho de que tú y tu pareja compartan el amor por los hijos no significa necesariamente que estén de acuerdo en cómo criarlos. Tu pareja, por
ejemplo, puede ser permisiva cuando se trata de un hijo o una hija de veintitantos años que vive en casa o pide ayuda financiera, mientras que tú puedes ser más de adoptar un tono firme.
“Ambos, es de esperar, tienen las mejores intenciones para el hijo”, dice Ross, “si bien esas intenciones pueden ser distintas para cada uno”. Es posible que nunca estés de acuerdo con lo
que suceda finalmente, pero es necesario encontrar la forma de aceptar una decisión que sea viable para ambos padres. “El objetivo de la terapia de pareja es ayudar a cada integrante a
obtener una perspectiva de su contribución personal al problema”, dice Hertlein. “En el caso de la crianza de los hijos, muchas veces hay una tendencia de la familia de origen que influye en
las decisiones que toman las personas. Por ejemplo, un miembro de la pareja podría decir: ‘Así es como manejábamos esto en mi casa cuando yo era niño’”. Hablar sobre la forma en que se
abordaban los asuntos en tu familia y en la de tu pareja ayudará a adquirir una perspectiva sobre los valores y las conductas de cada uno, dice Hertlein, “a fin de que los dos puedan
trabajar en forma constructiva para crear un nuevo patrón”.