Comunidad para retirados atrae a fans de jimmy buffett

Comunidad para retirados atrae a fans de jimmy buffett


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En efecto, desde que salieron a la venta las primeras viviendas en Daytona Beach en noviembre del 2017, la empresa de Buffett ha vendido unidades por un valor de más de $600 millones en tres


ubicaciones: la original, en Daytona Beach (que ya alcanzó su límite de venta de 3,500 viviendas); Hilton Head, Carolina del Sur; y Panama City Beach, Florida, donde Margaritaville


Watersound, zonificada para construir hasta 170,000 viviendas, será la comunidad de “vida activa” para jubilados más grande en Estados Unidos, si se construyen todas las viviendas


planificadas. Pero eso es todavía un gran interrogante. Buffett en su casa en Sag Harbor, Nueva York, en septiembre. JEFF LIPSKY El más sorprendido ante la idea de que Buffett abriera


comunidades para jubilados fue el mismo cantante. “Cuando me comentaron la idea”, recuerda, “dije ‘¿en serio? ¿Quieren vivir en Margaritaville?’”.  Entretenimiento Paramount+ 10% de


descuento en cualquier plan de Paramount+ See more Entretenimiento offers > Una semana después de mi viaje a Daytona Beach me reuní con Buffett en el estudio de su casa en Sag Harbor,


Long Island, lleno de luz y abarrotado de guitarras. Llevaba una camisa hawaiana, pantalones cortos y unas sandalias que se quitó cuando nos acomodamos en un sofá de cuero desgastado. Tiene


74 años y canas, pero se mantiene en forma gracias a su régimen de ejercicio y dieta. De hecho, parece haber renacido con la edad: el padre suburbano, rubio y sosegado de los años 80 y 90 ha


dado paso al pícaro roquero de hoy. Buffett se considera afortunado en muchos aspectos. Está casado con la misma mujer, Jane Slagsvol, desde 1977. Tiene una relación estrecha con sus tres


hijos adultos (dos hijas y un hijo). Hasta el cierre impuesto por la COVID-19, tenía uno de los espectáculos en vivo más exitosos del planeta. En el último año y medio grabó y sacó a la


venta dos discos, incluido _Life on the Flip Side_, su primer LP de temas originales en siete años, que alcanzó el primer lugar en la lista de discos country de Billboard. Todavía pilotea


sus cuatro aviones particulares, es capitán de su propio barco pesquero diseñado por encargo, practica el surf hidroala, cena con amigos como Paul McCartney y Warren Buffett, y se traslada


entre SUS viviendas en St. Barts, Nueva York y Los Ángeles, entre otros lugares. No le faltan motivos para ser feliz. En la lista de logros recientes de Buffett —que también incluye libros


de gran éxito y una emisora de radio SiriusXM con 9 millones de oyentes semanales— se destacan grandes proyectos, como un complejo turístico de $370 millones en Times Square que se inauguró


el pasado mes de julio, y el espectáculo _Escape to Margaritaville_, que se presentó en Broadway en el 2018 y recientemente reanudó una gira nacional. Esos proyectos dejan en claro que


Buffett no está nada cerca de jubilarse. “Me van a tener que arrastrar del escenario o de la cabina de mando”, dice entre risas. “Quiero ser el ejemplo de la persona que podría jubilarse


pero no lo hace”. Esa afirmación podría parecer un grave error de relaciones públicas para un flamante magnate de la jubilación, pero Buffett sabe que sus seguidores no esperan que viva como


ellos. Su estilo es aspiracional: ha marcado tendencias de estilo de vida desde antes de que existiera el concepto. Uno de los objetivos principales de Buffett al construir paraísos para


jubilados es que sus admiradores puedan finalmente vivir la vida que describe en sus canciones. “Muchas personas trabajaron mucho más de lo que jugaron en sus vidas”, señala. “Este es su


momento para jugar”. Un poco de historia, para quienes pueden no conocerlo: Buffett se dio a conocer como el vacacionista perpetuo en la década de 1970, después de mudarse de Nashville a Key


West, Florida, a los veintitantos años, huyendo de un primer matrimonio frustrado y de un primer álbum que fue un fracaso. Gracias a la influencia de las playas de arena blanca de Key West,


las palmeras y la brisa del océano, dejó de componer canciones de música folk desconsoladas y comenzó a expresar su visión del mundo fundamentalmente positiva en una serie de discos: _A


White Sport Coat and a Pink Crustacean_ (1973), _Living and Dying in ¾ Time_ (1974) y _A1A_ (1974). Si bien no encabezaron los éxitos discográficos, vendieron suficientes copias como para


que Buffett continuara de gira y llenara salas medianas hasta 1977, cuando compuso un tema sobre un hombre que sufre la dulce angustia de una ruptura amorosa. Dice que tardó 20 minutos en


componer “Margaritaville”, que según su amigo Tom Freston, exdirector ejecutivo de MTV Networks y Viacom, tal vez sea “la canción más valiosa” jamás escrita, junto con “White Christmas”. De


hecho, ahora que la canción es la base de una importante marca que produce más de $1,000 millones en ventas anuales, Buffett se muestra algo defensivo al respecto. Insiste en que la canción


no es el depravado lamento al que los revisionistas han intentado reducirla. “Soy un buen católico”, dice Buffett, medio en broma. “Al final de la canción, me culpo _a mí mismo_. Asumo la


_responsabilidad_.”   Gracias al alegre ritmo de los tambores de acero y al sublime estribillo, la canción de Buffett alcanzó la lista de los 10 éxitos más destacados que había perseguido


durante toda una década. Le pregunté a Irving Azoff, su representante de siempre, cómo “Margaritaville” había cambiado a Buffett. “Jimmy no cambió como persona”, dice Azoff. “Pero cambió


mucho como artista porque se convirtió en una estrella, llenando estadios". Los admiradores comenzaron a seguir las giras de Buffett, de ciudad en ciudad, como los famosos Deadheads,


seguidores de los Grateful Dead. En 1985, cuando un miembro de la banda notó que los admiradores llevaban coloridos sombreros que los hacían parecer pájaros tropicales, alguien los llamó


Parrot Heads (cabezas de loro). Este sigue siendo el término artístico para describir a los admiradores más fanáticos de Buffett, que llegan horas y hasta días antes de sus conciertos para


celebrar fiestas con alcohol en los estacionamientos de los estadios. A pesar de su popularidad en las giras, Buffett nunca fue un favorito de los premios Grammy, del Salón de la Fama del


Rock and Roll ni de las listas de canciones reproducidas en la radio. Pero, aunque los críticos no adoren a Buffett, algunos de sus colegas músicos se ocupan de esa tarea. Bob Dylan definió


a Jimmy Buffett como uno de los mejores compositores que ha producido Estados Unidos, y citó las conmovedoras baladas “He Went to Paris” y “Death of an Unpopular Poet.” Chris Blackwell,


fundador de Island Records (que lanzó algunos de los discos de Buffett), dijo: “Es un gran compositor, de eso no hay duda”. Su sonido caribeño constituye un “género propio”. Sin embargo,


según Blackwell, es la personalidad de Buffett lo que inspira lealtad entre sus seguidores. “Es una persona increíblemente cálida y generosa, y eso se traslada al escenario”, agrega


Blackwell. “La gente lo siente”. Para Buffett, todo comenzó cuando observó que las personas que vendían camisetas para sus admiradores habían escrito mal su nombre. Le encargó a un amigo de


Florida que imprimiera algunas con el nombre bien escrito y las vendió en una tienda de artículos promocionales que abrió en 1985 en Key West. Dos años más tarde, la tienda, llamada


Margaritaville —que para entonces vendía comida y bebida— estaba produciendo $1 millón al año en ventas. Buffett se dio cuenta de que tenía la base para crear una marca seria, pero también


sabía que no tenía la experiencia necesaria para darle un alcance mundial. Fue así como en 1999 invitó a trabajar con él a un amigo de Wall Street, John Cohlan, quien había trabajado en


marcas importantes como RC Cola y Snapple. “Le dije, “no puedo pagarte lo que ganas en Wall Street, pero podemos ser socios y puedes venir a trabajar en pantalones cortos y chanclas”,


recuerda Buffett. Cohlan ni lo dudó ya que había visto a Buffett tocar frente a 100,000 admiradores fervientes. “Casi todas las marcas se centran en el producto que venden”, dijo Cohaln por


Zoom, desde su sede en Palm Beach, “pero esto en realidad era algo emocional”. Y la emoción es el motor de una marca.