
Medicamentos contra el cáncer llevan a un abismo financiero
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Pam Holt creía que había seguido las reglas del juego y había planeado de forma inteligente para su jubilación. Entonces el cáncer la golpeó. Después de un trasplante de células madre, había
un medicamento que, según ella esperaba, la pondría en remisión. El único problema: el tratamiento le costaría más de $11,000 al año. Holt, quien vive en Granger, Indiana (un suburbio de
South Bend), quedó viuda a los 40 años y crio a sus tres hijos sola. Comenzó su carrera como maestra de escuela primaria, luego fue subdirectora y terminó como directora. En el 2016, después
de que se jubiló, le diagnosticaron mieloma múltiple, un cáncer de sangre incurable pero que puede ser tratado. En un principio, Medicare pagó por el trasplante de células madre. Pero luego
descubrió lo que costaría su medicamento contra el cáncer. "El primer mes fue más de $3,000", dice Holt. Después de eso, conforme a las reglas del período sin cobertura de la
parte D de Medicare ("donut hole"), su copago se redujo. Esto se debe a que sus medicamentos fueron tan costosos que calificó para una cobertura catastrófica, por lo que se redujo
su parte de los costos de los medicamentos recetados. Pero, aun así, ella tenía que aportar $640 al mes. "Estaba estupefacta. Todo esto era nuevo para mí. Yo era feliz y saludable antes
de esto", dice Holt. "Pensé que me había preparado. Tenía una pensión por mis años como maestra. Tenía el Seguro Social. Pero los $640 al mes eran mucho más de lo que podía
manejar". Después de poner $11,000 en tarjetas de crédito para pagar por sus medicamentos, acudió a su asesor financiero. Su única solución fue refinanciar su casa para pagar la enorme
deuda de la tarjeta de crédito. "Estaba devastada", recuerda Holt. "Solo me faltaban tres años para terminar de pagar por la hipoteca, pero tuve que rehipotecar mi casa y
comenzar de nuevo, a los 69 años. Eso es lo que la industria farmacéutica ha hecho por mí". Holt se siente agradecida de que al menos ella tenía una casa para refinanciar. “Hay
personas que no tienen un hogar para refinanciar ", dice. "Y tienen situaciones mucho más difíciles que la mía, así que soy bendecida. Pero eso no me hace feliz ".