
Aniversario de los disturbios de stonewall
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EL COMIENZO DE UN MOVIMIENTO Otra cosa que destacó a Stonewall fue el momento en que ocurrió, dice Mason Funk, fundador de Outwords, un repositorio de entrevistas con pioneros LGBTQ y
adultos mayores de todo el país. “Para 1969, todo era algo inflamable o muy inflamable". El activismo LGBTQ después de Stonewall, señala, se inspiró en el movimiento feminista, en la
liberación negra y los movimientos contra la guerra de esa era para abogar por el cambio societal en una medida más amplia, y a veces más radical. Un año después de Stonewall, se conmemoró
el levantamiento con marchas en la ciudad de Nueva York, Chicago, San Francisco y Los Ángeles. Según un cálculo estimado, la cantidad de organizaciones LGBTQ en Estados Unidos se disparó de
aproximadamente 50 a por lo menos 1,500. En 1971, el movimiento se extendió por todo el mundo, con desfiles y manifestaciones en Berlín Occidental, Londres, París y Estocolmo. Y en las
décadas que siguieron, se hicieron realidad victorias que antes eran impensables; desde la desclasificación de la homosexualidad como una enfermedad mental en 1973 hasta la legalización del
matrimonio del mismo sexo en todos los estados en el 2015. Aun así, todavía no existe una ley federal contra la discriminación que proteja a las personas LGBT, algo que los manifestantes
exigían ya en 1979, cuando se llevó a cabo la primera marcha nacional por los derechos de las personas gais y lesbianas en Washington. “En 29 estados”, dice Lynn Faria, directora de asuntos
externos de SAGE, la organización de defensa de derechos para adultos mayores LGBT más antigua del país, “las personas LGBT pueden casarse un sábado y ser despedidas un lunes”. Y ahora que
los miembros de la generación Stonewall —los que crecieron durante la época de los disturbios— llegan a los 70 años o más, son más propensos que los adultos mayores heterosexuales a tener
dificultades cuando se trata de encontrar viviendas y atención médica que atienda sus necesidades. Para Karyn Skultety, exdirectora ejecutiva de Openhouse, una organización de apoyo de
vivienda y servicios LGBT que ha servido a adultos mayores LGBT desde 1998, Stonewall no solo es un recordatorio del progreso que aún no se ha logrado, también es una oportunidad para que
las generaciones más jóvenes de personas LGBT aprendan de aquellos que vinieron antes que ellas. “Tenemos la tendencia a separar nuestra historia de aquellas personas que la crearon”, dice.
“Pero tenemos una oportunidad que otros movimientos de derechos civiles no tienen: conocer a los fundadores del movimiento”. Y, enfatiza, no son solo los activistas y los organizadores
quienes deben ser reconocidos, sino también las personas a las que llama “disturbios de una sola persona”, los adultos mayores LGBTQ cuya valentía diaria los ayudó a sobrevivir —y a
prosperar— en la era anterior a Stonewall. ¿Y respecto a Stonewall? Después de años de cambios —incluidos tiempos como una tienda de bagels, una tienda de zapatos, un restaurante y un club
nocturno—, las instalaciones reabrieron en el 2007 como el Stonewall Inn una vez más. En el 2016, el local y los alrededores se convirtieron en un monumento nacional de EE.UU., el primero
dedicado a los derechos y la historia LGBTQ. Ahora, los copropietarios Kurt Kelly y Stacy Lentz dicen que sirven como “conocedores de la historia” en un bar que recibe a visitantes de todas
las edades e identidades de países de todo el mundo. Un letrero enmarcado cerca de la entrada, rescatado durante el levantamiento, declara que se trata de un local allanado y les recuerda a
los clientes la historia de un lugar que alguna vez estuvo sujeto a la violencia policial y relegado al margen de la sociedad, pero que ahora ofrece cerveza temática al orgullo gay, y su
propia línea de productos, incluidas camisetas y bolsos de mano, en honor al aniversario histórico. “Stonewall 50”, dice una camisa. “¡Mantente en marcha!”_._