
Qué hacer cuando ya no cuidas de un ser querido
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LA PARTE MÁS DIFÍCIL PUEDE VENIR DESPUÉS Scott sabía que el primer año sería difícil. Lo que no esperaba era que el segundo año después de haber sido cuidadora sería aún más duro. “En cierta
manera uno piensa que algo mágico sucederá al final de ese primer año”, dice Scott. “Uno piensa: _ya pasé todas las "primeras" veces, entonces, listo, ahora a enfrentar la
situación y a seguir adelante con la vida._ Pero no sucede así". Al menos en los meses que siguieron a la muerte de Gerald, podía dedicarse a manejar los asuntos de la familia y
asegurar que las fiestas no fueran demasiado dolorosas para sus tres hijos y 16 nietos. Entonces, la realidad la golpeó: "esta es tu nueva vida. No hay retorno". Como una
"actriz de reparto" en la vida de Gerald durante sus 53 años de matrimonio, Scott no estaba acostumbrada a hacer amigos por su cuenta. De modo que buscó una iglesia nueva donde la
gente pudiera verla como Rita, no como la esposa de Gerald. “Por un tiempo no supe quién era, pero entonces decidí que todavía merezco amistades y merezco vivir”, dice. “Y sabía que si algo
iba a pasar, yo tenía que hacer que pasara. Una de las cosas más difíciles que hice en mi vida fue atravesar sola esas puertas de una iglesia desconocida por primera vez, pero sabía que
tenía que hacerlo". Elizabeth Lees y Mel Schwimmer. MICHAEL LEWIS/AARP POSTERGA LAS COSAS GRANDES Cuando termina el cuido de un ser querido, es necesario postergar por un tiempo otros
cambios importantes, como la venta de una casa o un nuevo matrimonio, aconseja Drew de la Alzheimer’s Association. El cansancio y el dolor pueden nublar la capacidad de tomar decisiones.
“Hay que darse tiempo para experimentar todo lo que trae el primer año, y recién después pensar en los cambios que uno querría hacer”, dice Drew. “Yo le aconsejaría a la gente que se mueva
despacio”. Moloo se identifica con eso. “Al principio, después de que murió mi marido, quería alejarme corriendo de todo”, dice. “Vender la casa, irme con los niños a un área completamente
nueva, pensando que así, el comenzar de cero, nos alejaría del sufrimiento y el dolor. Me alegro de no haberlo hecho. Seguir con nuestras rutinas familiares, en la comodidad de nuestra casa
donde mi marido había vivido con nosotros, nos ha servido de refugio a toda la familia estos últimos años". ESTÁ BIEN SEGUIR ADELANTE Como lo hacen a veces las parejas, Mel y Barbara
Schwimmer habían hablado sobre cómo manejaría cada uno su vida si el otro moría primero. Los dos estaban de acuerdo en que encontrarían la forma de seguir adelante con su vida sin el otro.
Cuando a Barbara le diagnosticaron la enfermedad de Alzheimer un par de años después de haber cumplido 60 años, Mel la cuidó durante una década en casa, donde la alimentó, bañó, vistió, le
dio los medicamentos y le calmó sus ataques de pánico. Finalmente, Barbara ingresó a un instituto especializado en enfermedades que afectan la memoria. Schwimmer, de 85 años, no podría haber
predicho que la enfermedad que se llevó a Barbara el año pasado lo conectaría con su próximo capítulo. Conoció a Elizabeth Lees, de 69 años, cuyo marido también falleció del mismo mal, en
un grupo de apoyo para la enfermedad de Alzheimer. Al principio, Schwimmer y Lees compartieron su dolor, luego una amistad, y ahora un nuevo capítulo al que él llama “libro de cuentos”.
Viajan, salen a cenar y a bailar el rock ’n’ roll que le gusta a ella o el jazz que le gusta a él. Juntos, disfrutan de actividades de las que no podían disfrutar cuando cuidaban a sus
cónyuges. “Nunca hubiera pensado que pasaría, pero pasó”, dice Schwimmer. "Puedes amar a una persona para siempre, y cuando esa persona ya no está, todavía tienes lugar en tu corazón
para alguien más".