
Jeannie y jim gaffigan hablan sobre familia y fe
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En cualquier crisis, las cosas que no son importantes tienden a desaparecer. Durante su hospitalización y su complicada recuperación después de la extracción del tumor benigno, Jeannie no
pudo hacerse cargo del hogar como una máquina bien aceitada. Ver cómo Jim, su familia extendida y cercana, y sus amigos lo manejaron todo la hizo entender que sus prioridades estaban
desequilibradas. "Quizás esa máquina no necesitaba tanto aceite para funcionar", concluyó. Al hacer todo por todos, ella le había quitado el poder a su familia de hacer las cosas
por sí mismos, dice. Mientras se recuperaba, Jeannie se propuso hacer un cambio, mientras criaba a sus cinco hijos —la mayor era casi adolescente—. "Estábamos llegando a la edad",
bromea Jeannie, "en la que las mamás tienen que oler su aliento para ver si han consumido crack". Entretenimiento Paramount+ 10% de descuento en cualquier plan de Paramount+ See
more Entretenimiento offers > La presión que Jeannie sentía de hacerlo todo era autoimpuesta. "No tenía una lista interminable de cosas por hacer porque Jim me dejaba todo el
trabajo, o los niños eran perezosos, o nadie más podía hacerlo. Sentir que me necesitaban me daba una falsa sensación de realización", explica. "Quitarme el rol de cuidadora ayudó
a que todos, especialmente Jim, descubrieran su poder más íntimo y descifraran cómo hacer su propia avena", dice Jeannie. "Aparte de la hospitalización y recuperación, el tumor
cerebral fue, literalmente, lo mejor que me ha pasado". "Yo era un cuidador muy imperfecto. No es un rol fácil, secretario social, sirviente, cocinero, enfermero... pero era un
privilegio". -Jim Gaffigan La experiencia también reorganizó las prioridades de su esposo. "Jim me decía una y otra vez que lo único que importaba era mi recuperación", dice
Jeannie. Pero a ella le preocupaba algo más: había tanta presión sobre él que, sin duda, "ya no era gracioso". Ella se sentía culpable; temía que su tumor cerebral y el aumento de
responsabilidades para Jim podían cambiarlo permanentemente de maneras negativas. "A Jim le encanta su carrera, y parte de la razón por la cual nuestro matrimonio y familia funcionan es
porque él puede subirse a un escenario y hacer reír a la gente. Esa es su terapia", dice Jeannie. Los ojos de Jim se abrieron al ejército silencioso de personas que cuidan de sus seres
queridos todos los días. "Yo era un cuidador muy imperfecto", dice Jim. "No es un rol fácil, secretario social, sirviente, cocinero, enfermero... pero era un privilegio. Me
ayudó a entender cuántas personas se esfuerzan en silencio y cuán pocas comparten sus miedos o cómo se mantienen cuerdas. Me preocupaba constantemente cómo ella superaría la enfermedad, si
es que la superaba".