
Doctores que se convierten en cuidadores de sus padres
- Select a language for the TTS:
- Spanish Female
- Spanish Male
- Spanish Latin American Female
- Spanish Latin American Male
- Language selected: (auto detect) - ES
Play all audios:

LECCIONES APRENDIDAS: NO DEJES SOLO A TU SER QUERIDO EN EL HOSPITAL. Los pacientes, sobre todo los de mayor edad, a menudo no asimilan lo que dicen los médicos, y es fácil que haya cosas que
pasen desapercibidas. Si es posible, quédate con tu ser querido en el hospital (o túrnense, si tienes a alguien que te respalde), especialmente durante el día cuando los médicos hacen las
visitas en el hospital. “Es bueno que estés ahí para hacer preguntas y proporcionar información”, dice Mullin. HAZ PREGUNTAS DIFÍCILES. Obtén información sobre la enfermedad de tu ser
querido, apunta lo que digan los profesionales de la salud y presta atención a tus instintos. Según Mullin, aunque no tengas formación médica, tus conocimientos y observaciones son valiosos.
“Si se equivocan con los datos o algo parece estar fuera de lo normal, pide hablar con el médico tratante”, aconseja. “Hay cosas que se pasan por alto, y un error grave puede provocar una
reacción en cadena”. “No atendí mis propias necesidades”. — Dra. Teah Bayless LO QUE CAMBIÓ EN SU PROPIO CONSULTORIO: Por sus experiencias cuando cuidó a sus padres, Mullin se asegura
todavía más de que los cuidadores familiares entiendan completamente el plan de cuidados, los resultados de las pruebas y los tratamientos necesarios. “Ahora sé que es un trabajo de equipo,
y la familia y los cuidadores son miembros esenciales del equipo”, menciona. “No tratamos solo el problema de salud de la persona, sino a la persona en su totalidad, y eso significa incluir
a su equipo de apoyo”. La Dra. Teah Bayless, una especialista en geriatría en Duke Family Medicine, cuidó a un ser querido por primera vez el año pasado después de que su padre se sometió a
una cirugía de reemplazo de rodilla. Él viajó a Durham, Carolina del Norte para el procedimiento y la recuperación, porque Bayless vive y ejerce la medicina allí. Bayless, quien trabaja a
tiempo completo y cuyos trillizos en esa época tenían 6 años, descubrió que cuidar a otros requiere toda su atención. “Me enfoqué literalmente en alguien más —mis pacientes, mi esposo, mis
hijos o mi padre— todo el tiempo”, comenta. “No atendí para nada mis propias necesidades: no dormía ni comía bien, y tampoco hacía ejercicio”. El desgaste emocional de la prestación de
cuidados también sorprendió a Bayless: “Ver incapacitado y con dolor a mi padre, quien por lo general era activo e independiente, fue difícil”. LECCIONES APRENDIDAS: HABLA SOBRE LAS
EXPECTATIVAS. En retrospectiva, Bayless quisiera haber hablado con su padre sobre cuánta ayuda y atención él esperaba recibir. “Sentí que necesitaba estar con mi padre en su fisioterapia
todos los días, y satisfacer todas sus necesidades mientras él estaba aquí”, dice. “Si hubiera hablado con él con anticipación, es probable que él hubiera estado bien si yo no lo visitaba
tan a menudo. Podríamos haber hecho un plan para que yo pudiera apartar tiempo para atender mis propias necesidades”. BUSCA AYUDA. Bayless se sintió muy cansada después de solo tres semanas
de prestar cuidados. Durante un período más prolongado, sabe que su propia salud se habría deteriorado. “En muchos casos, vale la pena el sacrificio de pagarle a un cuidador profesional
para que te releve a veces”, aconseja. También puedes acudir a recursos comunitarios como programas de cuidados diurnos para adultos, organizaciones sin fines de lucro y agencias de
servicios sociales. LO QUE CAMBIÓ EN SU PROPIO CONSULTORIO: “Tengo más empatía con los cuidadores y ahora me esfuerzo más para asegurarme de que se sientan apoyados, y tengan los recursos y
las herramientas para realizar su labor”.