
Hogares de ancianos podrían sufrir un repunte de casos
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EL FIN DE LAS VISITAS Durante el verano, las visitas al aire libre ayudaron a los centros de cuidados a largo plazo a reconectar a sus residentes con sus seres queridos tras meses de
separación causados por una serie de mandatos estatales y federales de cierres de emergencia. Las visitas fueron indispensables para combatir el aislamiento y la soledad de los residentes,
que pueden resultar mortales. Pero a medida que caen precipitadamente las temperaturas, sobre todo en los estados del norte, las reuniones al aire libre pueden ser imposibles, lo que aumenta
la necesidad de mantener visitas virtuales mediante teléfonos inteligentes y tabletas. Incluso antes de la pandemia, el 43% de los adultos de mayores de 60 años en el país informaron que se
sentían solos, y se identificó a los residentes de los centros de cuidados a largo plazo como una población de alto riesgo, según un informe de las National Academies of Science,
Engineering, and Medicine (enlace en inglés). Los expertos dicen que es probable que la pandemia haya empeorado mucho estos índices. Para hacer frente a este problema, el Gobierno federal
publicó nuevas pautas para las visitas a los hogares de ancianos a mediados de septiembre en las que se sigue dando prioridad a las visitas al aire libre pero se requiere el reinicio de las
visitas en el interior siempre que no haya habido nuevos casos de COVID-19 en los últimos 14 días, que el centro no esté realizando pruebas durante un brote de la enfermedad y que el nivel
de casos positivos del condado sea del 10% o menos. Presbyterian Homes & Services, una organización religiosa sin fines de lucro que provee viviendas para adultos, ha integrado la
tecnología de ionización bipolar, que limpia el aire con cargas eléctricas, a los sistemas de ventilación de sus 49 comunidades en Minnesota, Wisconsin y Iowa. Sin embargo, no está claro
hasta qué punto la tecnología es eficaz para combatir la COVID y los centros continúan estando a la merced de los índices de infección de COVID de las comunidades cercanas. "Queremos
estar preparados para restablecer alguna forma de visitas dentro de los edificios”, indica Duane Larson, vicepresidente sénior de operaciones de Presbyterian Homes & Services. Pero,
añade, “no nos hacemos ilusiones de que la COVID nos vaya a dejar todavía". En Edgewater, en West Des Moines, Lewis prevé un aumento en los casos de COVID y, como resultado, una
reducción de las visitas en áreas interiores, por lo que mantiene el arreglo actual de “salas de estar familiares” en el centro. Los vestíbulos de los edificios se han transformado en
espacios cerrados para mantener conversaciones, con una entrada exterior para los visitantes y una entrada interior separada para los residentes. Una pared divisoria transparente en el
centro de cada espacio de reunión sirve como barrera protectora para separar a los participantes. Las visitas actuales en el interior del edificio no requieren esta división tan rigurosa.
Pero, si llegan a prohibirse, las salas de estar de Lewis deberían poder seguir utilizándose porque, técnicamente, los visitantes no tienen contacto con los residentes ni con las áreas
comunes del centro. "Lo que es sumamente difícil para los familiares es la situación que cambia continuamente, donde les dicen que ahora pueden visitar a su ser querido, y luego les
dicen que no pueden”, dice. “Estos espacios para visitas familiares nos van a ayudar a enfrentar mejor la crisis en vez de tener que abrir y cerrar completamente con frecuencia". Pero
muchos centros afirman que no disponen del espacio ni de los recursos para lograr este tipo de arreglo, a pesar de los miles de millones de dólares en ayuda federal que se asignaron a los
hogares de ancianos durante la pandemia. En Washington, Vicki Elting, defensora adjunta de cuidados a largo plazo del estado, anima a los familiares a que utilicen la opción de visitas al
aire libre mientras todavía puedan hacerlo. “El 1.° de noviembre empieza a llover aquí”, dice, “y si no haces una visita al aire libre pronto, puede que no puedas hacerlo en bastante
tiempo". MANTENER LA MORAL ELEVADA El invierno supone un mayor riesgo de síntomas de salud mental para los residentes de los centros de cuidados a largo plazo, incluso en tiempos
normales. Si a eso se añade el trastorno afectivo estacional —un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza por depresión y que sucede en la misma época cada año—, los índices de
depresión, ya altos, pueden empeorar. Casi la mitad de los residentes de hogares de ancianos tienen diagnósticos de depresión, según los CDC. Este año, sin embargo, el deterioro de la salud
mental puede ser peor. “Para los residentes, el estrés se manifiesta principalmente a través de mayor depresión y ansiedad, así como comportamiento agitado, intentos de huir del centro,
pensamientos suicidas y una mayor agresión verbal hacia los miembros del personal”, indica Smith del Milwaukee Veterans Affairs Medical Center. “Estamos todos en tensión”. Los centros en
todo el país están poniendo en práctica nuevas estrategias para combatir la tristeza invernal, en particular con esfuerzos para promover mayor participación activa de los residentes,
especialmente durante la época de las fiestas, en momentos en que las reuniones familiares anuales tal vez no sean posibles. Smith ha iniciado un programa basado en terapia de recuerdo
llamado My Life, My Story (mi vida, mi historia). Voluntarios se comunican con residentes veteranos y los animan a compartir la historia de su vida; luego la escriben para que los residentes
puedan compartirla con sus familias y amigos. “Encontrar significado es un tema principal que queremos desarrollar lo más posible en este momento”, dice Smith. En Nueva York, los miembros
de LeadingAge realizan actividades a través de los sistemas de difusión interna del centro, como juegos, clases de ejercicio, servicios religiosos y noticias de la comunidad. También ha
habido una gran inversión en programas digitales que permiten realizar actividades y visitas virtuales con familiares y amigos, además de personal para apoyar la nueva tecnología. Algunos
operadores de centros también han encontrado nuevas maneras de cuidar a sus empleados, que sufren de agotamiento y de la falta de trabajadores. “Están todos muy estresados”, dice Smith.
“Están preocupados por sus residentes y se sienten, como siempre, responsables de su bienestar". En Edgewater, Lewis ha iniciado un programa de comidas que permite a los miembros del
personal adquirir por $5 una comida para cuatro personas preparada por la cocina del centro, lista para llevar a casa al terminar su turno de trabajo. En Aegis, Clark ha establecido una
fundación para sus empleados a la que los miembros del equipo pueden recurrir en momentos de dificultades financieras. Alrededor de 700,000 asistentes certificados de enfermería trabajan en
centros de cuidados a largo plazo, y la mayoría de ellos ganan menos de $15 por hora. "A fin de cuentas, es el administrador de cuidados que visita al residente en su habitación cada
día quien realmente marca la diferencia”, dice Clark. "Esa es la persona que habla con ellos, los baña, los cuida, por lo que tenemos la responsabilidad fundamental de mantener elevado
el ánimo de esa persona también".