
Cómo mejorar la comunicación y abordar temas complejos
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Utiliza oraciones en primera persona. Decir “tú debes...” o “lo único que tienes que hacer es…” pone a las personas a la defensiva. En su lugar, prueba a decir “estoy preocupado por…”,
“quiero ayudarte con…”, “me pregunto si…” o “me gustaría ayudarte a…”. Pide su opinión. Esta no es una conversación unilateral; pregúntale a tu ser querido cómo cree que le está yendo y qué
ajustes ha considerado. Las preguntas específicas pueden ser útiles. Por ejemplo: “¿Hay algo que te inquiete o te preocupe?”, “¿El cuidado de la casa y el jardín se te está haciendo
difícil?”, “¿Sería bueno tener ayuda con algunas cosas para aliviar tu estrés?”, “Me pregunto cuáles son tus deseos si llegara a sucederte algo. ¿Has creado poderes notariales?” o “¿Has
pensado en qué otros cambios querrías hacer cuando llegue el momento de dejar de conducir?”. Escucha, repite y verifica. Concéntrate en escuchar con la mente abierta; luego, repite en tus
propias palabras lo que te ha dicho. Ten compasión por la situación de tu ser querido y entiende que el cambio es difícil para todos. Lo desconocido puede generar miedo y descontento en
todos nosotros a cualquier edad. Querer evitar el cambio es algo normal; dile a tu ser querido que comprendes su resistencia, su enojo o su desesperanza, y que quieres ayudar para que el
cambio sea más fácil. A veces las personas solo necesitan que se reconozca que les resulta difícil abordar la situación. 5. INCLUYE A PERSONAS CLAVE EN LA CONVERSACIÓN A veces, contar con
las personas adecuadas en la discusión puede marcar toda la diferencia. Puede ser importante incluir a ciertos miembros de la familia a quien tu ser querido escucha, o a un asesor respetado,
como un abogado, un médico, un líder comunitario o religioso o un amigo. Hasta podrías considerar incluir a una persona objetiva, como un administrador de atención, un consejero, un
mediador familiar o para el cuidado de adultos mayores, para facilitar la conversación. Encara estas conversaciones con paciencia y con expectativas realistas. Tal vez sean necesarias varias
charlas hasta llegar a un acuerdo y tomar decisiones. Mantente abierto a soluciones que no habías considerado y facilita las cosas todo lo posible para la persona a quien cuidas. Por
ejemplo, cuando mis hermanas y yo quisimos que nuestro padre dejara de conducir, nos reunimos con su médico de confianza, quien sacó el tema. De ese modo, a mi padre le resultó más fácil
aceptar la situación. Luego, mi padre insistió en que él y mi madre se mudarían a una comunidad para jubilados porque no querían estar aislados en su hogar. Tuvimos muchas conversaciones
sobre este tema tan importante. Yo visité una docena de sitios (mi hermana me acompañó a varios de ellos); luego, redujimos las opciones a tres y llevamos a mis padres a visitarlos. Nosotras
estábamos de acuerdo con cualquiera de esas tres opciones, de modo que ellos tomaron la decisión final. Hablamos en muchas más ocasiones sobre los detalles de esa mudanza y el cuidado de
ellos en los años siguientes. Pero lo importante es que yo hice todo lo que pude para asegurarme de que ellos se sintieran amados, respaldados, empoderados y más en control de su propia
vida, sin importar la decisión que hubiera que tomar.