
Centros de cuidado diurno de adultos: ¿una opción apropiada?
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DIFERENCIAS CON LOS CENTROS PARA ADULTOS MAYORES El cuidado diurno de adultos cuesta $1,690 al mes, según Genworth, una empresa de seguros de cuidados a largo plazo. En comparación, un
centro de vida asistida cuesta $4,500, un asistente de salud a domicilio cuesta $5,148 y una habitación semiprivada en un hogar de ancianos cuesta $7,908. Estas cifras corresponden al 2021,
que es el año más reciente del cual se dispone información. Pero es más difícil obtener el reembolso del costo de un centro de cuidado diurno, ya que esos servicios no están cubiertos por
Medicare ni por la mayoría de los planes de seguro de salud. Dos tercios de los miembros están en Medicaid, que tiene límites de ingresos, y muchos de los demás usan los beneficios del
Departamento de Asuntos de Veteranos (VA). También hay fuentes filantrópicas de ayuda financiera a través de asociaciones relacionadas con la enfermedad de Alzheimer. Lauren Parker,
científica adjunta en la Facultad Bloomberg de Salud Pública en Johns Hopkins y estudiosa del cuidado diurno de adultos, dice que se observa una desproporción en el uso de esos servicios por
parte de las familias negras e hispanas, que por motivos culturales prefieren que sus seres queridos continúen viviendo en casa. “[El cuidado diurno] les permite hacer eso, y al mismo
tiempo los cuidadores tienen un respiro”, dice Parker. Entretenimiento Paramount+ 10% de descuento en cualquier plan de Paramount+ See more Entretenimiento offers > No obstante, muchas
personas no tienen conocimiento de la existencia de los servicios de cuidado diurno de adultos, o los confunden con los centros para adultos mayores, que están orientados a personas con
mayor capacidad física y que, por lo general, no ofrecen supervisión de medicamentos ni control de enfermedades. “Piensan que son lo mismo, pero no lo son”, dice Tina Sadarangani, profesora
adjunta en la Facultad Rory Meyers de Enfermería y en el Departamento de Salud de la Población de la Facultad de Medicina de la Universidad de Nueva York. “El público tiene una percepción
incorrecta de que el cuidado diurno de adultos es simplemente bailar y jugar al dominó”. Y los proveedores de servicios de salud o los administradores de casos con frecuencia no conocen
mucho sobre esa opción, dice. EL RETROCESO CAUSADO POR LA PANDEMIA Paradójicamente, cuando la pandemia de COVID-19 obligó el cierre de muchos centros de cuidado diurno de adultos, la
ausencia de esos servicios sirvió para demostrar otro de sus beneficios: ayudar a prevenir la acentuación del deterioro y contrarrestar los efectos que el aislamiento social tiene sobre la
salud. “Cuando las personas volvieron al programa, vimos que habían perdido años de memoria y capacidad física”, dice William Zagorski, presidente de NADSA y director ejecutivo de American
Senior Care Centers en Tennessee. “Fue prueba de la magnitud del impacto que teníamos, porque vimos lo que ocurrió cuando las personas no tuvieron este servicio”. Hay nuevas investigaciones
que sustentan esa afirmación. “La pandemia fue, lamentablemente, un experimento natural”, dice Sadarangani. Con un subsidio del Instituto Nacional sobre el Envejecimiento (NIA), Sadarangani
y sus coautores organizaron grupos de sondeo en California y entrevistaron al personal de centros de cuidado diurno de adultos en otros siete estados. Entre los ejemplos de deterioro físico
que hallaron se cuentan miembros que pasaron de ser personas con total movilidad a necesitar andadores para desplazarse porque no hicieron ejercicio mientras estuvieron en casa.