
Olga Calderón, un ángel en medio de la pandemia
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Cuando llegó la pandemia, hacía solo dos meses que habíamos mudado nuestra florería a un nuevo local en el área de Santa Ana en California. Inicialmente, entré en estado de _shock_. Durante
unos días no podía dormir. Soy madre soltera y no recibimos ayuda de ningún tipo. Inevitablemente, te pones a pensar en la familia. ¿Qué vamos a hacer ahora? Pero siempre encuentro ayuda en
la oración. Nuestra florería tiene apenas dos años y la atiendo junto con mis dos hijas, Jenny y Zulma. Decidimos llamarla Angel’s Flowers por todos esos angelitos que Dios siempre pone en
nuestro camino cuando más los necesitamos. Zulma, una de las hijas de Olga, prepara un arreglo floral. Cortesía Olga Lidia Calderón Al principio nos daba miedo la incertidumbre. Abríamos
unas cuatro horas al día y solo aceptábamos pedidos por internet. A la hora de hacer entregas, les digo a mis hijas que tomemos precauciones. Usamos guantes y mascarillas. Estuvimos un mes y
medio así y por suerte los dueños del edificio nos descontaron una porción del alquiler. Olga dice estar muy agradecida de sus clientes, quienes a pesar de la pandemia del coronavirus, se
han mantenido leales a los servicios de la florería. Cortesía Olga Lidia Calderón Hemos logrado sobrevivir porque empezamos a ofrecer promociones –entrega de flores gratis, por ejemplo– y
así nos mantuvimos a flote. Estoy también muy agradecida con nuestros clientes. No nos han abandonado y han continuado haciendo pedidos. AHORA SOMOS NOSOTROS LOS ANGELITOS En medio de esta
crisis, hemos podido donar dinero a personas que no tienen un estatus legal en el país y han quedado sin trabajo. Nuestros clientes más leales nos dijeron que querían donar unos $200 para
que lo distribuyéramos a personas necesitadas. A partir de ahí comenzamos una campaña en las redes sociales, y sin pedir dinero, las familias de forma voluntaria comenzaron a ayudar. Mi hijo
Christian, de once años, se inspiró con tanto sacrificio de la comunidad y decidió darnos una porción de sus ahorros. Terminamos ayudando a quince familias. Entre esas familias, me llamó
atención la historia de una muchacha que es madre soltera como yo. Conozco muy bien lo que es no tener dinero para comprar leche o pañales. Recuerdo la desesperación que se siente cuando no
recibes apoyo de tu pareja. Yo sufrí abuso doméstico y una gran necesidad económica y por eso no dudé en irme de México y buscar una mejor suerte para mí y para mis hijas.