
Testimonio de personas que viven con depresión
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JOHN MOE, 53 AÑOS, ST. PAUL, MINNESOTA “ADOPTÓ LA FORMA DE UNA RABIA CONTENIDA”. AMERICAN PUBLIC MEDIA/MACMILLAN El escritor y periodista radiofónico John Moe tenía más de 30 años cuando por
fin comprendió que había estado deprimido desde la infancia, comenta. “Pensaba que la depresión consistía solo en llorar mucho y quedarse en la cama. Siempre he podido levantarme de la
cama”. En cambio, sentía “una especie de desesperanza encarnada que simplemente asumía como una realidad”. Moe solía responder a ese miedo con bromas, y a veces con ira. Esa reacción
continuó en la edad adulta: “Adoptó una forma de furia contenida, como la ira que se siente en la carretera. No me bajaba del automóvil ni tocaba mucho la bocina, pero era una especie de
locura que se apoderaba de mí”. A medida que se fueron acumulando las presiones del matrimonio, la paternidad y la carrera, la depresión y la ira empeoraron. Empezó a alejarse de sus amigos
y de otros allegados cercanos. “Un amigo me llamaba y me decía: 'Oye, ¿quieres salir a tomar unas cervezas y ver el partido? Yo le decía que no, porque pensaba: 'Bueno, no me voy a
comportar como un buen amigo con él […]. Lo voy a decepcionar”. Finalmente, la esposa de Moe lo presionó para que pidiera ayuda, y el psiquiatra le diagnosticó una depresión clásica. Con
el diagnóstico llegó el alivio, explica. “No era un problema de carácter. No era una debilidad. Me dije: ‘Tengo una enfermedad. Esto es algo que tengo, no algo que soy’”. Desde entonces ha
tomado varios antidepresivos, muchos de los cuales surtieron efecto durante un tiempo —el psiquiatra modifica la dosis con frecuencia—, y acude a un terapeuta con regularidad.
Entretenimiento Paramount+ 10% de descuento en cualquier plan de Paramount+ See more Entretenimiento offers > ¿Pero qué le dio mejor resultado? Hablar del problema y ayudar a los demás.
Moe ha dedicado su carrera a tratar de desmentir los conceptos erróneos y perjudiciales sobre la depresión y a eliminar la vergüenza que la acompaña: una vergüenza que, en su opinión,
contribuyó al suicidio de su hermano en el 2007. “Sentía que [la depresión] era su culpa [...]. Por eso pensé: si hubiera más gente que hablara del tema como algo normal, quizá habría
hablado más al respecto y habría pedido ayuda [...]. Si no hablamos de esto, la gente muere”. En el 2016 lanzó un conocido pódcast, _The Hilarious World of Depression_, en el que
entrevistaba a comediantes, como Patton Oswalt y Mike Birbiglia, sobre su depresión, y en el 2020 escribió un libro del mismo nombre sobre sus experiencias (lee nuestro fragmento). Su
pódcast actual, similar a _The Hilarious World_, se llama _Depresh Mode With John Moe_. ¿Su lema? “Sin vergüenza, sin estigma, y con más humor del que podrías esperar de un pódcast sobre
salud mental”. CÓMO LO AFRONTA: además de hablar de la realidad de la depresión en la medida en que puede, Moe dice: “Intento mover el cuerpo. Acabo de dar una caminata de cuatro millas con
los perros, lo que procuro hacer unas cinco veces por semana. Gran parte de mi trabajo consiste en escuchar material, escuchar entrevistas. Así que simplemente me pongo los auriculares, doy
un largo paseo con los perros y voy haciendo el trabajo mientras camino”. MARIA OLSEN, 58 AÑOS, FAIRHAVEN, MARYLAND “SENTÍ COMO SI MI SER, MI ALMA Y MI CONCIENCIA ESTUVIERAN FLOTANDO SOBRE
MÍ, Y ME OBSERVARAN ACTUAR COMO UNA AUTÓMATA”. Cortesía de MARIA OLSEN Cuando piensas en la cautelosa frase “la depresión no discrimina”, piensas en Maria Olsen. Es una mujer triunfadora de
gran inteligencia y tiene dos hijos adorables, por lo que podría ser la última persona que se esperaría que luchara contra este trastorno. Sin embargo, Olsen, abogada de litigios civiles,
ha tenido que lidiar con la depresión en varios momentos de su vida. Tuvo su primer episodio depresivo grave a los 20 años, cuando sufrió un aborto espontáneo que le destrozó el alma. La
depresión terminó por desaparecer gracias a una combinación de psicoterapia y una nueva oportunidad en la vida. En 1992, Olsen se incorporó al Departamento de Justicia de EE.UU. durante el
mandato de Clinton, y se convirtió en la política estadounidense de origen asiático de más alto rango. Años más tarde, una sorprendente revelación de su padre la hundió en su más
profunda depresión. “De repente, enmudecí y apenas pude hablar durante un año, y eso que soy extrovertida y locuaz”, señala Olsen. “Mi hijo lloraba y decía: '¡Mamá, por favor, habla!’,
pero simplemente no me salían las palabras”. Algunos días, cuando su marido se iba al trabajo y sus hijos a la escuela, ella se quedaba sentada mirando al vacío hasta que llegaba la hora de
recogerlos. “Mi cuerpo estaba allí” —recuerda—, “pero tenía la sensación de que mi ser, mi alma y mi conciencia estaban flotando sobre mí, observándome actuar como una autómata. Era un
fantasma de mí misma”. Cuando sus hijos llegaron a la adolescencia “y empezaron a alejarse de mí”, Olsen sintió que caía en una nueva sensación de pesadumbre y empezó a recurrir al alcohol
para aliviarse. Para el 2012, a los 49 años, bebía dos botellas de vino al día. “Mi marido empezó a encontrar las botellas y me dijo: ‘Si no vas a una reunión de AA, voy a tener que pedirte
que te marches’”. EN CASO DE EMERGENCIA Si estás pensando en hacerte daño, acude al centro de crisis o al hospital más cercano, o llama al 911. Llama a la Línea Nacional de Prevención del
Suicidio disponible las 24 horas del día — 800-273-TALK (8255) — o envía un mensaje de texto con la palabra "HOME" a la Línea de Texto de Crisis al 741741 para hablar con alguien
que pueda ofrecerte apoyo y recursos confidenciales. El 16 de julio, la Administración de Servicios de Salud Mental y Abuso de Sustancias presentará un código de tres dígitos que permitirá a
cualquier persona en los EE. UU. marcar o enviar un mensaje de texto al 988 y conectarse automáticamente con la Línea Nacional de Prevención del Suicidio. Olsen comenzó a asistir a las
reuniones y estuvo un tiempo en rehabilitación. También puso todo su empeño en aliviar su depresión, con una combinación de psicoterapia, yoga, meditación y un diario en el que escribía.
Trabajó con un terapeuta conductual dialéctico (la TCD es un tipo de terapia cognitiva conductual que enseña a los pacientes a controlar sus emociones, tolerar la angustia y mejorar los
vínculos personales) y probó varios programas de doce pasos. El aspecto de la medicación fue todo un reto. Fue necesario probar varios medicamentos durante meses hasta que Olsen encontró uno
que resultó eficaz: Zoloft. Mejoró y dejó de tomar la medicación durante dos años, pero a principios de este año, al enfrentarse al diagnóstico de cáncer de su pareja, volvió a tomar Zoloft
y reanudó la psicoterapia. CÓMO LO AFRONTA: ha incorporado la meditación a su vida cotidiana. “Como soy una abogada muy ocupada, eso no significa que dedique una hora de mi día a sentarme
en posición de loto, a entonar cánticos o a guardar silencio”, explica Olsen. “Para mí, significa hacer respiraciones profundas y purificadoras para volver a centrarme durante todo el día.
Utilizo los semáforos como referencia para tomar una respiración profunda y purificadora. Con frecuencia hago una meditación de 15 segundos: inhalo contando hasta cuatro, retengo la
respiración contando hasta cuatro y exhalo nuevamente contando hasta cuatro. Esto me obliga a estar totalmente presente. No puedo concentrarme al mismo tiempo en la respiración y preocuparme
por el futuro o angustiarme por el pasado”. Olsen también se empeña en rodearse de personas que ejerzan una influencia positiva y solidaria. “Evito a la gente que me roba la energía. Todos
tenemos familiares a los que no podemos evitar, pero todos podemos limitar el tiempo que pasamos con quienes agotan nuestra energía”.