
Distintos tipos de fibra y en qué alimentos encontrarlas
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Sin duda “la fibra” es uno de los nombres más publicitados cuando de nutrición se trata. Lo leemos en revistas o lo vemos en la televisión como elemento indispensable en el contenido de
cereales y otros alimentos. Pero ¿qué son las fibras? ¿Son todas iguales? ¿Para qué sirven? ¿Cuánta debemos consumir? Desde el punto de vista químico, las fibras son en realidad hidratos de
carbono o carbohidratos como la harina o los azúcares. Pero la diferencia fundamental es que a diferencia de proteínas, grasas y otros tipos de harinas y azúcares —que son fácilmente
digeridos y desdoblados en nuestro aparato digestivo— las fibras no pueden ser digeridas. En otras palabras, las fibras abandonan el aparato digestivo sin sufrir cambio alguno por la
digestión. NO TODAS LAS FIBRAS SON IGUALES Hay dos mayores tipos de fibras: las solubles, aquellas que absorben agua como una esponja y aumentan su volumen como una gelatina; y las
insolubles, aquellas que no absorben agua y por tanto sirven para darle forma, volumen y consistencia a los excrementos. Debido a que ambas se encuentran en todos los alimentos vegetales, el
beneficio—sobre la salud— se produce de manera simultánea. Las fibras solubles, conocidas como mucílagos y pectinas, tienen el efecto positivo de pegarse a las grasas y el colesterol de los
alimentos, con lo que impiden la absorción de estas sustancias del intestino a la sangre. Además, las grasas solubles permiten también que el azúcar de las frutas (fructosa) se absorba más
lentamente, evitando picos altos en la cantidad de azúcar de la sangre y exigiendo menor trabajo del páncreas en la producción de insulina. ¿DÓNDE ENCONTRAR FIBRA SOLUBLE? Los alimentos que
contienen mayor cantidad de fibras solubles son: avena, nueces, linaza, legumbres (lentejas, habichuelas, arvejas, garbanzos), cebada y psyllium. También las encontramos en frutas como las
naranjas, manzanas, peras, arándanos, fresas y en vegetales como las zanahorias, apio y pepinillos.