Excursiones con llamas en colorado

Excursiones con llamas en colorado


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Gigi Ragland In English | Hace 10 o 20 años con gusto cargaba una mochila con 30 libras de equipo para acampar y hacía caminatas por las áreas naturales del mar o las montañas del norte de


California en viajes de varios días. Ahora a los 50, todavía tengo el vigor y el espíritu viajero de antaño, pero la idea de recorrer montañas empinadas con las rodillas desgastadas es más


sobrecogedora. Cargar una mochila pesada por varios días simplemente ya no es una opción; por lo tanto, concluí que mis días de senderismo habían llegado a su fin. Eso fue antes del verano


pasado, cuando descubrí a las llamas. Son “mochilas caminantes”, como se refiere Bill Redwood a estos animales especialmente entrenados. Redwood, fundador de Redwood Llamas, con sede en


Silverton (Colorado), ha guiado paseos de senderismo de varios días con llamas desde 1986. Dice que muchos de sus clientes son mayores de 50 años, “amantes de las excursiones con mochila


que, debido a la espalda desgastada con los años, y las rodillas y los músculos adoloridos, quieren alivianar la carga. Las llamas solucionan ese problema”. ------------------------- RECIBE


CONTENIDO SIMILAR, SUSCRÍBETE A NUESTRO BOLETÍN ------------------------- A las llamas se les conoce algunas veces como los camellos de Suramérica (viven en las regiones de Perú, Bolivia y


Chile). Ambos animales pertenecen a la familia de los camélidos, pero las llamas no tienen joroba, son más pequeñas y no se pueden montar. Requieren poco mantenimiento, y son bien conocidas


por su capacidad de cubrir largas distancias (hasta 20 millas al día) en regiones altas y caminos estrechos y arduos como los hay en la cordillera de los Andes. Pueden cargar hasta 80


libras. Cuando supe que todo lo que debía cargar era mi mochila de día de siete libras y agua, me convencí de tomar la excursión de cinco días con servicio completo de Redwood (en inglés) en


las profundidades de Weminuche Wilderness en Colorado ($1,550 por persona). Las llamas iban a cargar todo nuestro equipo, las carpas, las bolsas de dormir y las almohadas, las sillas, las


mesas de preparación, la parrilla, las ollas, las sartenes y los utensilios para cocinar; toda la comida; los filtros de agua para los arroyos de las montañas; e incluso el vino y la


cerveza. Además, no habría necesidad de cargar alimento, ya que las llamas se alimentan fácilmente del pasto de los senderos y los campamentos. Estaba un poco nerviosa por mi resistencia,


pero Redwood me aseguró que lo podía hacer —y teniendo en cuenta las llamas, estuve de acuerdo—.    Gigi Ragland Gigi Ragland en su excursión en Colorado. Nuestro grupito de nueve


excursionistas, tres guías y 12 llamas cargadas caminó a través de un paraíso de alta montaña con lagos alpinos inmaculados, extensas praderas con flores silvestres, valles verdes inclinados


y picos nevados. Es fácil ver por qué estos animales de carga, lanosos y de paso firme se vuelven indispensables: te permiten ir a partes a las que nunca imaginaste llegar cuando subes


picos montañosos de 12,000 a 13,000 pies por senderos serpenteantes. De todos modos, me faltó un poco el aire, pero ya que no estaba llevando una carga pesada, pude concentrarme en la ruta y


asimilar las vistas panorámicas dignas de postal. Cada guía llevaba cuatro llamas amarradas en una cuerda, las cuales fueron las protagonistas del trayecto. Los otros excursionistas sacaban


rápido las cámaras de sus mochilas para tomar algunas fotos mientras el desfile de personas y llamas recorría el camino en fila. Una vez que llegamos al campamento, los guías amarraban las


llamas con cuerdas junto a las carpas, en donde se daban un banquete de pasto alpino y descansaban de pie o arrodilladas por la noche. Son unas criaturas tan silenciosas y mansas que a duras


penas notábamos que estaban ahí, excepto por el zumbido ocasional que hacen o cuando, alertadas por algún ruido extraño, todas levantaban las orejas y giraban la cabeza al unísono. El


último día, después de cuatro noches de magnífica soledad bajo un manto de cielos estrellados, nuestra pequeña caravana hizo un descenso de seis millas y media al punto de recogida, un área


minera histórica en Cunningham Gulch. En el trayecto, entrecruzamos estrechos barrancos y caminos rocosos grabados con el deshielo y respiramos la maravillosa vitamina AF (aire fresco).


Abajo, junto a las camionetas a las que se engancharon los remolques, estaba Redwood en espera de las llamas y para saludarnos a todos. Sudada, embarrada y probablemente también con mal


olor, tenía una sonrisa de oreja a oreja. Él también me sonrió y me dijo: “¿Ves? sabía que lo podías lograr”. TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR * 8 excursiones para caminar * Viajes de aventura


para cada época del año