Carlos aganzo: la isla de siltolá, en la isla de los libros

Carlos aganzo: la isla de siltolá, en la isla de los libros


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Vive en una isla que no existe. Pero que tiene nombre. Nombre propio y sonoro: La Isla de Siltolá, con su cabo de la Mancha y sus playas que baña el océano de Platón. Una ínsula extraña


creada por él mismo a la medida ... de los escritores y de los editores más exigentes. Pero sobre todo de los lectores. De los lectores, dice, que entienden la poesía como la más alta


expresión del ser humano. Se escriba ésta en verso o en prosa; en forma de novela, de relato, de ensayo o de texto teatral. Lo de las ínsulas extrañas no es cosa ajena en el devenir humano y


literario de Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, 1964), quien ya se llevó como libro de lectura, para el viaje de fin de curso de octavo de EGB, ‘Las aventuras del ingenioso hidalgo Don


Quijote de la Mancha’. Después de los Ben-Hur, los Ivanhoe o los Peter Pan de turno, el Quijote ha sido y sigue siendo en prosa lo que en poesía es para él «el Rilke español»: Juan Ramón


Jiménez. Aunque hablar de la prosa de Cervantes siempre sea también hacerlo de la poesía que rezuma toda su obra. Así, mientras pasaba las noches leyendo de claro en claro y los días de


turbio en turbio, al joven Javier le dio por ser escritor, además de estudiar Historia en la Universidad de Sevilla, con complementos de Filología y de Filosofía. Historia, porque necesitaba


aprender con los profesores y en los libros. Filología y Filosofía, porque aunque ya vivía en ellas a través de la poesía, quería saber algo más. En nuestro país, asegura Sánchez Menéndez,


todavía falta mucha educación literaria Escritor de una larga serie de libros de poesía, de prosa poética y de poemas en prosa. La lista es interminable, pero por hablar, quizás, de su obra


magna, habría inevitablemente que citar lo que él llama el proyecto ‘Fábula’: una serie de diez libros en torno a la poesía y su materia, de los que ya han aparecido siete. Así, sobre el


estudiante y el poeta, y sobre el buscador infatigable de tesoros bibliográficos en las librerías de viejo, Javier Sánchez Menéndez fue sumando nuevas facetas como escritor y, sobre todo,


dice, como lector. En la convicción de que la lectura es uno de los grandes actos de creación del ser humano. Ensayista, articulista y, casi sin darse cuenta, editor. Con sus primeros


pinitos en el aula universitaria María Zambrano, con la edición de aquellos libros publicados bajo el sello de ‘Cuadernos de la memoria’ en los años ochenta. El paso definitivo lo dio en


2009, después de comprobar «las dificultades que el propio sistema generaba» para poder sacar adelante libros de nuevos autores, sobre todo de nuevos poetas. Fundó entonces Ediciones de La


Isla de Siltolá, cuando ya había publicado al menos media docena de libros como poeta, con títulos como ‘Motivos’ (1983), ‘Última cordura’ (1993) o ‘La muerte oculta’ (1996). Después


vendrían muchos más, el (pen)último de ellos, publicado en Córdoba por Detorres Editores, en 2023: ‘1.335 días’ Un paso natural, de la escritura propia a la ajena, que en su caso entendió


como la continuidad de los sueños de ese niño que leía ‘Ivanhoe’ o ‘Peter Pan’; que creció buscando lecturas maravillosas, y que al final se decidió a publicarlas él mismo. Dando las gracias


al que le envía un manuscrito que no cabe en la línea de la editorial, y más gracias aún al que decide confiar su trabajo al sello y termina publicándolo con él. En el fondo, dice, la


culminación de una vida entera como lector. Para ser una isla que no existe, no está mal que en el catálogo de La Isla de Siltolá hoy se cuenten más de cuatrocientos títulos. De las trece


colecciones que llegó a tener abiertas, hoy el sello construye su propuesta editorial fundamentalmente alrededor de cuatro: Siltolá-Poesía y Tierra, dedicadas fundamentalmente a poesía;


Levante, donde se recogen los ensayos, y Aforismos, una verdadera especialidad para esta editorial «humilde» y «de provincias» que radica en Sevilla, pero que tiene mirada universal. Entre


sus conquistas, los premios conseguidos por algunos de los libros publicados bajo este sello, como el Nacional de Costa Rica 2016 para Mauricio Molina Delgado, por ‘Treinta y seis


daguerrotipos de Diotima desnuda’, o el mismo galardón, en su edición de 2012, que ganó Luis Chaves por ‘La máquina de hacer niebla’. La editorial, como una ventana a la literatura de


calidad. Y el editor, dice Javier Sánchez Menéndez, como un buen lector con algo, o mucho, de educador. Porque en nuestro país, asegura, todavía falta mucha educación literaria entre los


lectores. Grandes ensayos y maravillosos poemarios, los que ya ha publicado Ediciones de la Isla de Siltolá y los que aún le quedan por publicar. No es poca la gratificación para un lector


contumaz como éste.