El Betis, Juanma y Marisú…

El Betis, Juanma y Marisú…


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La hazaña del Betis hasta la final –ya advertía Cavafis que lo importante es el camino y Kipling que el resultado es siempre impostor– puso un alto en los enchufes de la Faffe y los delirios


de la fontanera del PSOE, en las sospechas y ... el maniobrerismo politiquero. Claro que también dejó algunas imágenes curiosas en Breslavia para el observador político. Allí estaba María


Jesús Montero, que se saltó la sesión de control del Congreso para viajar. Nadie le organizó un dramita, como el que sí le montaron los partidos de izquierda en Andalucía a Juanma Moreno una


semana antes al saberse que haría lo mismo, y nada menos que abandonando el Parlamento, un gesto de evidente dramatismo que debería estar reservado para hechos de cierta trascendencia.


Todavía quedaba el capitulito Marisú Montero de estar a la mañana siguiente del partido en el Parlamento para dejar en evidencia la ausencia del presidente andaluz, olvidando mencionar que


ella misma también pudo estar en su sesión de control el día anterior y llegar al partido como otros aficionados. Pero más allá de esta bobada con una sobreactuación oportunista, más


significativo parece lo sucedido allí. María Jesús Montero, que viajó en un avión cuya salida parece que ella incluso acabó retrasando, apareció en el hotel escoltada por la policía en una


caravana de coches oficiales, y desde allí se desplazó al estadio. Juanma Moreno, por el contrario, estuvo por el centro en la fanzone de los aficionados, se hizo selfis y hasta compartió


algún cántico. Naturalmente habrá béticos de izquierdas y derechas, de centro y mediopensionistas, pero qué significativo son esos gestos. María Jesús Montero, como ya sucedió en la Feria de


Sevilla, empieza a proyectar temor a la calle. Y un político tiene un serio problema cuando se refugia en zonas de confort por temor a los abucheos…