
La canción de Rosa, la Nena del Leopoldo
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La canción de Rosa, la Nena del LeopoldoRosa Gil, alma mater de Casa Leopoldo, comparte sus recuerdos de la Barcelona que pasó por el histórico restauranteConferencia de Presidentes en
Barcelona, en directo: última hora de las tensiones y las comparecencias de Sánchez, el Rey y Ayuso hoyRosa amb Bruno Balbás, actual propietario de Casa Leopoldo y Jaume Collboni ABC Sergi
Doria
Barcelona
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Suscribete 'La Nena del Leopoldo'. Así tituló Arturo San Agustín la biografía de Rosa Gil: «El mundo sigue pasando por tu casa, Nena. Y eso puede explicarlo casi todo, Rosa Gil, que eres
bolero, copla, tango y fado. Las cuatro cosas que siempre cantan las verdades en los momentos oportunos». El abuelo de Rosa, Leopoldo Gil Monferrer era aragonés de Teruel como su abuela,
Elvira Sancho Julián. Emigrantes allegados a la ciudad de los prodigios: él, tranviario de la CNT; la abuela, criada en la casa de Cambó hasta que en 1929 abrieron una bodega en la calle San
Rafael, corazón batiente del Barrio Chino de leyenda que cantó Gardel y en cuya esquina cayó tiroteado Salvador Seguí, el 'Noi del Sucre'. La bodega, taberna o figón nació sin nombre.
Germán, el padre de Rosa, fue el primero que metió los toros en Casa Leopoldo. Debutó con el sobrenombre del Exquisito. Su arte transitó del albero al comedor con azulejos de Manises: «El
maître más elegante de Barcelona, de una elegancia no empalagosa… Verle avanzar por entre las mesas era asistir a la exhibición de faena de muleta, perceptible incluso por los antitaurinos»,
escribió Manuel Vázquez Montalbán.
La Nena del Leopoldo, hembra con la firmeza de Ana Magnani y la melancolía de un fado de Amalia Rodrigues, vio cómo el gran amor de su vida se marchó pasa siempre en una plaza. Se llamaba
José Carlos Frita Falcao, torero portugués. La despedida fue el 11 de agosto de 1974: el toro Cuchareto, oscuridad de media tonelada, lo mató en la Monumental de Barcelona. Carteles taurinos
en las paredes y en las mesas críticos como Néstor Luján, Mariano de la Cruz, Juan Soto Viñolo.
Eduardo Mendoza, con Carles Vilarrubí, Pedro Balañá, Joan Gaspart, Carme Ruscalleda, Meritxell Falgueras y Daniel Vázquez Sallés, hijo de Manuel Vázquez Montalbán, alrededor de RosaABC
Metáforas de la vida que forjaron el carácter de Rosa. Una larga lista de comensales de imposible enumeración en carrerilla: Lola Flores, Carmen Sevilla, Mstislav Rostropovich, Gilbert
Bécaud, Vittorio de Sica, Romy Schneider, Jean Paul Belmondo, Helmut Berger, Juliette Binoche, Joan Manuel Serrat (buen amigo de la casa), Ana Belén, Joaquín Sabina, Elton John, Paco Ibáñez,
la Familia Real, el barón Thyssen. Escritores en la ciudad prodigiosa: Gabriel García Márquez, Juan Marsé, Josep Martí Gómez, Joan de Sagarra, Màrius Carol, Eduardo Mendoza, Félix de Azúa,
José Agustín Goytisolo, Jaime Gil de Biedma, Maruja Torres, Terenci y Ana Maria Moix y aquel André Pieyre de Mandiargues que escribió en una libreta 'El margen', de lo mejor que se ha
publicado sobre el Barrio Chino. Muchos toreros: Joaquín Bernadó, Santiago Martín Martín el Viti, Carlos Arruza, Paco Camino, Diego Puerta, Paquirri, José Tomás…
Vázquez Montalbán, Manolo para los amigos, susurraba la consigna al entrar en Casa Leopoldo: «Vengo de parte de Pepe Carvalho y pónganme lo que ustedes quieran». Era hijo del Barrio Chino
pues había nacido, como Maruja Torres, en la calle Botella muy cerca de la plaza del Padró y de otro restaurante legendario, Can Lluís. En sus novelas 'Los mares del sur' e 'Historias de
padres a hijos' describió aquel microcosmos de albóndigas con sepia, rodaballos, chipironcitos con «mongetes» y la mejor «cap i pota» de Cataluña, como proclamó el gastrónomo y taurino
Néstor Luján.
Cuando Rosa se retiró Casa Leopoldo surcó una senda procelosa en una Barcelona cambiante. La singladura acabó en naufragio de comida china con rollitos primavera y glutamato. Hasta que Sofía
Matarazzo y Bruno Balbás, regentes de Casa Ràfols y nueve establecimientos del grupo Banco de Boquerones, sacaron al histórico restaurante del atolladero. «Casa Leopoldo está en buenas
manos», afirma la Nena mientras nos cuenta las peleas de Lola Flores y Manolo Caracol, cuándo el torero Arruza le hacía la corte a Carmen Sevilla y las tertulias interminables de La
Lamentable y el Tendido 2, último refugio del toreo en la Barcelona de las prohibiciones «progresistas».
La sobremesa concluye con la canción de Rosa Gil. Un fado que dice que «por una lagrima tuya me dejaría matar». El 'Romance de la otra' de doña Concha Piquer: «Porque se viste de negro si no
se ha muerto nadie… Yo soy la otra y a nada tengo derecho». La mujer que cantó las verdades en los momentos oportunos. «Siempre fui una viuda alegre y libre». La Nena de Casa Leopoldo.
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