
Lucas haurie: la salud es lo primero (o lo segundo)
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Va camino de cumplirse el lustro del estreno providencialista del «Gobierno del cambio», que regaló miles de euros del contribuyente a unos cuantos centenares de desocupados a quienes
encomendó la tarea de pulsar un contador por cada bañista que pisaba una playa andaluza. El covid- ... 19 excitó el instinto caudillista de los presidentes autonómicos, pues es sabido que
todo político guarda un padrecito (o tiranuelo) en el fondo de su alma y, con contadas excepciones, confunden a sus administrados con criaturas incapaces de valerse por sí mismas. ¡Cuántas
vidas salvaron aquellas bondadosas restricciones al albur de los estados (anticonstitucionales) de alarma! Superado aquel trance pandémico, el clima-climático sustituyó al virus en el
imaginario catastrófico de nuestros gobernantes, especialmente un Moreno-Morenilla que surfea la ola de las mayorías absolutas –la que tiene y las que están (nótese el plural) por venir– con
la ligereza de espíritu de quienes ya sólo rinden cuentas ante la posteridad y se cisca, por ejemplo, en la calidad de la enseñanza en Andalucía porque es una minucia comparada con su
misión trascendente de salvar el planeta. ¿Un temporal asola Valencia? Suspendo las clases un día entero por riesgo de lluvia, aunque luego no caiga una gota. ¿Se rozan los cuarenta grados a
finales de mayo? Barra libre de rabona a partir de las doce. Porque es la primera vez, claaaaro, que en Sevilla hace calor por San Fernando. Los cómicos de Muchachada Nui contaban que
«Bianca Jagger lo flipó cuando se encontró a Mick, su marido, en la cama con Paul McCartney». Y puntualizaban: «Pero lo flipó en plan mal». Pues lo mismo le ocurre al observador perplejo al
comprobar que el celo cuidador desplegado por las autoridades para que a ningún niño sevillano le diera un telele por el calor en el colegio devenía el sábado en laxitud para permitir bajo
un bochorno vietnamita la procesión extraordinaria de La Amargura. ¡Con la que dan las hermandades con el rollo del «patrimonio humano» cuando caen dos gotas en Semana Santa! Esta semana se
celebra la romería del Rocío, con caminatas a pleno sol –póngase un termómetro en el moño de una peregrina para comprobar que el mercurio excede la marca de los 50 grados– aliñadas con
alcohol. Me extrañaría que el riesgo de lipotimia en esas aglomeraciones fuese menor allí, con lo que achicharra un arrebato místico, que la víspera en las escuelas. Flipamos en plan mal,
benefactores míos, o será que esa solemne bobada de que «la salud es lo primero» sólo está vigente si la precaución sanitaria se antepone a las obligaciones y no al ocio, como se comprobó
también con los conciertos de Icónica en la Plaza de España, más de 15.000 posesos recalentados por una larga espera y la ingesta abundante de bebidas espirituosas bailando hasta empapar con
sus ácidos corporales toda la azulejería del monumento. Porque dar permiso a los estudiantes para que se piren a casa es una medida propia de gobernantes molones y empáticos, pero sólo a un
fascista preconciliar se le ocurriría suspender un espectáculo ante el peligro de desmayos en tropel.