
Un siglo de vida y recuerdos
- Select a language for the TTS:
- Spanish Female
- Spanish Male
- Spanish Latin American Female
- Spanish Latin American Male
- Language selected: (auto detect) - ES
Play all audios:

Publicado por MARÍA CARNERO | LEÓN León Creado: 28.09.2014 | 06:00 Actualizado: 01.06.2025 | 00:53 Eutiquia Urdiales Santa Marta, conocida por todos como ‘Uti’, cruzó ayer la frontera de los
cien años de vida rodeada de parte de su familia más cercana, que le brindaron una pequeña fiesta. Uti nació el 27 de septiembre de 1914 en San Miguel de Escalada, pueblo en el que pasó una
infancia feliz junto a sus padres Ricardo y Aurora y su hermano Teodoro. Siempre contaba que cuando era niña un cura llamado Telesforo visitó a sus padres, y ella bromeó con que nunca se
casaría con nadie que se llamara así aunque fuera el hombre más rico del mundo. En 1939, justo después de la Guerra Civil, se casó con un tal Telesforo Robles de la Puente, de Carbajosa, al
que ella siempre llamó sencillamente ‘Robles’, un hombre que a pesar de no ser rico, era «muy guapo, muy bueno, trabajador y que me quería mucho», recuerda siempre. Juntos iniciaron un
proyecto en común en la capital donde regentaron una tienda de ultramarinos en la calle de Ordoño II. Uti, siempre detrás del mostrador con su eterna sonrisa, despachaba con desparpajo y
alegría, como sólo las comerciantes de raza saben hacerlo. En su tienda siempre había un bocadillo o un trozo de empanada para todos, incluso para quien no podía pagarlo, aunque el cajón
después no cuadrara. A pesar de su dedicación al negocio, no descuidó su familia. Tuvo cuatro hijos, José María, Miguel Ángel, Margarita Aurora y Asunción. Por desgracia, tuvo que asistir a
lo que ninguna madre tendría que enfrentarse jamás, la muerte de dos de sus hijos, la de su primogénito José María, con sólo 14 años, pena que arrastró toda su vida, y la de su hija
Margarita. Hace ya 17 años que Robles falleció y hoy Uti disfruta de la compañía de sus hijos, de sus ocho nietos y de sus seis bisnietos. Aunque su estado de salud es bueno, ella no se
acuerda de nada por culpa de esta cruel enfermedad que borra los recuerdos de toda una vida y llena la cabeza de luces y sombras. Cuando ve a alguno de sus bisnietos a Uti se le ilumina la
cara y dice «se parece a mí», aunque no sepa muy bien porqué. Lo que nunca se la olvida es que diez y diez son veinte, y diez treinta, así casi hasta cien, los años que cumplió ayer.