Ya está bien de culpar a la gente de los contagios | diario sur

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Comenta Compartir Los políticos tienen la especial habilidad de trasladar a otros la culpa de su mala gestión. Ahora han conseguido desviar el foco en relación a la pandemia y señalar a los


ciudadanos, o sea, a usted y a mí, de todos los males que nos acaecen en esta terrible época. Según ellos, con independencia del color político, el problema está en que la gente no se pone


las mascarillas y en que se reúnen demasiadas personas para divertirse, de ahí que ahora se recomiende un máximo de seis amigotes para echar un rato en las casas. Qué manía con limitar la


libertad de la gente para determinadas acciones, cuando en otras, por ejemplo, en viajar en metro no hay, ni puede haber, esta concentración tan baja de personas. O, por ejemplo, con la


asistencia a eventos deportivos. ¿Por qué puede ir público al Martín Carpena para ver la Euroliga y no para seguir la ACB? ¿O por qué no se permite la asistencia de aficionados a La


Rosaleda, un espacio que cuenta con más de 20.000 asientos? ¿Qué problema habría en que fueran mil personas, que podrían ponerse una cada veinte asientos? El problema es que consiguen su


objetivo, logran que se haya formado un ejército de delatores, como en las peores dictaduras, en las que se señala con el 'vídeo acusador' que después suben a las redes a gente que


a lo mejor está sentada en el bar y no tiene la mascarilla porque sencillamente se está tomando un café. Y esto provoca que haya follones y discusiones entre los propios ciudadanos. La


praxis ha demostrado que la mejor manera de contener el virus es el confinamiento, pero las administraciones ya se han dado cuenta de que no se puede cerrar el país, porque la ruina que


generaría sería realmente apocalíptica. Esa vía no es viable. Hay que acostumbrarse a convivir con el virus. ¿Qué se puede hacer entonces? Pues confiar en los ciudadanos, pese a que siempre


habrá alguno que no actúe con responsabilidad. Eso es así, pero son una minoría. Hay que ver a la gente como la solución, no como el problema. Por lo general, los ciudadanos están teniendo


un comportamiento ejemplar, mucho mejor que el de las propias administraciones. Hay múltiples ejemplos. Está más que demostrado que cuando una persona está contagiada suele avisar a otras


personas con las que ha tenido contacto para que estén alertas. Son los verdaderos rastreadores. A estas alturas, con el virus galopando, ya hay expertos que aseguran que no resulta efectivo


tener a tanta gente de la atención primaria intentando rastrear los posibles contagiados. Por cierto, el premio al engañabobos de esta semana hay que dárselo al consejero de Salud, Jesús


Aguirre, que afirmó que hay transmisión comunitaria «esporádica». ¿Cómo? ¿En qué tratado de Medicina está recogida esta circunstancia? O hay o no hay transmisión comunitaria, eso no va por


horas de una manera intermitente. Los ciudadanos no dudan en ponerse en contacto con los centros de salud para decir lo que les pasa, para decir si están o no con síntomas, para decir, en


definitiva, que han estado en contacto con una persona contagiada. Y es aquí donde se produce el embudo, porque no obtienen respuesta o ésta no es tan rápida como sería de desear. Desde hace


tiempo la OMS viene advirtiendo la necesidad de hacer test, pero que éstos se lleven a cabo con celeridad. Los países con mejores datos son precisamente los que hacen más pruebas y de una


manera rápida. Así se produce el confinamiento individual de los afectados, sin necesidad de matar moscas a cañonazos por la ineficacia de las administraciones. La responsabilidad de los


ciudadanos llega a tal punto que la gente no duda en hacer un esfuerzo económico y acudir a laboratorios privados para someterse a una PCR cuando están desesperados porque la sanidad pública


no le da respuesta a su inquietud. Y el problema no es de los médicos o de los enfermeros, sino del sistema establecido, en el que este personal está desbordado en tareas de rastreo que


bien podría hacerla otro personal o bien ya no habría necesidad de hacerlas debido al grado de transmisión comunitaria en el que estamos. Mientras no se cambie de táctica y se confíe de


verdad en la gente en vez de culpabilizarla seguiremos liderando el triste ránking del país donde el coronavirus tiene mayor incidencia en la población. Eso sí, para gusto de los


responsables políticos, la culpa no será de ellos, sino de los indisciplinados ciudadanos. Ya está bien. Comenta Reporta un error