Productividad en la era de la inteligencia artificial

Productividad en la era de la inteligencia artificial


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_The IT Crowd_ es una de esas series que perfectamente podrían no haber existido nunca, pero que nos han hecho la vida más bonita a todos los que la hemos visto. Estrenada en 2006, sigue los


pasos de un equipo británico de informáticos en una empresa o, mejor dicho, en el sótano del edificio. Esa era la imagen clásica de la tecnología y lo digital, ya bien entrado este milenio:


UN ÁREA QUE HAY QUE TENER, PERO QUE DE LA QUE NADIE QUIERE SABER NADA.


Ya he usado este ejemplo en infinidad de ocasiones, así que ya sabrán lo que vino a continuación: lo digital se encumbró al primer orden de las agendas directivas y cualquier vocablo


_techie_ era bien acogido por directivos bastante neófitos en la materia. EN ABRAZAR LA NO MENOS MANIDA TRANSFORMACIÓN DIGITAL SE ENCONTRABA EL MANÁ DEL RECORTE DE GASTOS O LA BÚSQUEDA DE


VALOR AÑADIDO para empresas con productos en clara _commoditización_.


Si esas dos han sido los históricos reclamos de lo digital, no podemos pasar por alto al tercero en discordia: el aumento de la productividad. Si nos apegamos a lo inmediato, a nuestros


quehaceres diarios, parece que la conclusión es evidente: LA TECNOLOGÍA NOS AYUDA A TRABAJAR MEJOR Y MÁS RÁPIDO. Ningún contable tiene ahora que sumar a mano infinitas cantidades de datos.


Ningún comercial debe contratar a un diseñador para preparar una presentación para un cliente. Incluso las videollamadas nos han permitido reducir el número de viajes innecesarios para


desempeñar nuestras labores.


El problema viene cuando elevamos las miras y analizamos los datos macro. Ahí es cuando la conclusión sigue siendo evidente, pero en el sentido opuesto: LA DIGITALIZACIÓN NO HA TRAÍDO AÚN


CONSIGO EL SALTO EN PRODUCTIVIDAD QUE MUCHOS ESPERABAN.


Un reciente informe de McKinsey & Company lo deja claro: desde 2022, EL GASTO EN TECNOLOGÍA EMPRESARIAL EN ESTADOS UNIDOS HA CRECIDO EN TORNO A UN 8% ANUAL, MIENTRAS QUE LA PRODUCTIVIDAD


LABORAL SOLO HA AVANZADO UN 2%. Y aterrizando esas cifras, vemos industrias que logran mejoras de productividad reduciendo inversión en tecnología, y otras que invierten con intensidad sin


obtener resultados claros. Es un síntoma obvio de que algo no está funcionando como debería.


Nuestro país no vive ajeno a esta disyuntiva. LA PRODUCTIVIDAD POR HORA TRABAJADA EN 2023 ERA COMPARABLE A LA QUE TENÍA LA EUROZONA EN 1998. Entre 1995 y 2023, el valor añadido bruto (VAB)


por hora trabajada aumentó un 18,9% en España, frente al 29,7% en la eurozona. Somos uno de los ejemplos paradigmáticos de que es necesario darle una vuelta a cómo encaramos este tema y CUÁL


ES EL PAPEL QUE HA DE JUGAR LA DIGITALIZACIÓN EN ÉL.


¿Significa eso que se ha digitalizado mal? ¿PODRÍAMOS HABLAR DE UNA CIERTA DOSIS DE DESILUSIÓN TECNOLÓGICA? Podría ser, pero la industria siempre juega sus bazas para ilusionarnos con el


siguiente gran avance y prometer -ahora sí de verdad de la buena- que la productividad mejorará si invertimos en ello. ¿Algún día se cumplirán estos pronósticos? A tenor de la historia más


nos vale ser precavidos.


LA ÚLTIMA PROMESA ES LA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL, CUYO IMPACTO DIRECTO EN LA FORMA DE TRABAJAR ANTOJA QUE ESE FACTOR DE PRODUCTIVIDAD SERÁ EL IMPERANTE, por encima del ahorro de costes


o la búsqueda de valor añadido. Esa, al menos, es la teoría que subyace a muchos de los despliegues y casos de uso que ya estamos viendo de la capa generativa y, también, de los más


recientes agentes autónomos.


Pero el propio informe de McKinsey lanza una advertencia importante: “LA INTEGRACIÓN DE LA IA GENERATIVA EN EL SOFTWARE ESTÁ ELEVANDO LOS COSTES DE USO y requiere una reevaluación profunda


de las estrategias de talento y modelos de gasto”. En otras palabras: abrazar esta ola tecnológica como pollo sin cabeza no anticipa nada bueno, incluso podríamos perder algunos de los


avances logrados hasta la fecha.


Aquí entran en juego múltiples factores, desde la preparación del talento y los marcos regulatorios, hasta la capacidad de rediseñar los procesos en torno a estas nuevas capacidades. No se


trata de sustituir humanos por máquinas, sino de orquestar una nueva forma de trabajo donde ambos se complementen de forma inteligente. LA IA NO ES UNA VARITA MÁGICA, SINO UNA PALANCA MÁS...


QUE DEBEMOS APROVECHAR BIEN ESTA VEZ.


El tiempo, y los datos, dirán si esta vez será distinto. Por ahora, solo podemos afirmar que el potencial es real. Pero el camino hacia una verdadera revolución productiva sigue lleno de


incógnitas, y la historia está ahí para recordarnos viejas profecías incumplidas. En juego está no sólo el éxito o el fracaso de esta generación de la digitalización, sino LA SOSTENIBILIDAD


MISMA DEL MODELO ECONÓMICO OCCIDENTAL PARA LA PRÓXIMA DÉCADA.