
Rusia y espacio postsoviético en 2021
- Select a language for the TTS:
- Spanish Female
- Spanish Male
- Spanish Latin American Female
- Spanish Latin American Male
- Language selected: (auto detect) - ES
Play all audios:

2020 debía ser un año en el que Rusia se concentrara en mantener su estabilidad interna. El Kremlin lleva años preparando una transición de poder que podría producirse al final de esta
legislatura presidencial de Vladímir Putin, que expira en 2024. Sin embargo, la crisis sanitaria y la caída del precio de los hidrocarburos, provocadas por la pandemia, y las tensiones en
los países vecinos han puesto a prueba a Moscú y seguirán haciéndolo en 2021. Además, al Kremlin le preocupa la llegada a la presidencia de Joe Biden, que podría ser más duro que Trump ante
la política exterior rusa. Un acuerdo para renovar el acuerdo nuclear START III, que caduca en febrero, sería un buen primer paso para las relaciones entre EE. UU. y Rusia, que no logró
entenderse con Trump en este aspecto. RUSIA: TRANSICIÓN POLÍTICA Y VACUNA Tras la reforma constitucional y el cambio en el Gobierno ruso de este año, va tomando forma el plan para una
transición de poder en la jefatura del Estado. Quedan aún puntos importantes por esclarecer, como quién dirigirá y qué papel tendrá el Consejo de Estado, un órgano que recibió amplias
competencias con la reforma. Una de las hipótesis es que, una vez deje la presidencia, Putin maneje el país desde la dirección de este organismo, un movimiento similar al que hizo el
presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, en marzo 2019. Nazarbáyev dejó la presidencia tras tres décadas para asumir la dirección vitalicia de un Consejo de Seguridad con poderes
ampliados. Las elecciones legislativas rusas, que se celebrarán no más tarde del 19 de septiembre, serán una prueba importante para la continuidad del sistema controlado por Putin. Preocupa
la popularidad del partido en el Gobierno, Rusia Unida (RU), que ha caído del 47% en diciembre de 2019 al 43% en noviembre de 2020. RU podría perder la mayoría de dos tercios de la Duma —la
cámara baja del parlamento—, necesaria para hacer reformas constitucionales, con lo que tendría que apoyarse en la oposición para llevarlas a cabo. Putin ya se distanció del partido en las
últimas elecciones presidenciales, a las que se presentó como independiente. No obstante, Rusia Unida sigue siendo un importante instrumento de control político y su debilidad llegaría en la
segunda mitad de la que podría ser la última legislatura de Putin. Para Rusia, 2021 también vendrá marcado por la lucha contra la covid-19 y en concreto por su vacuna, la Sputnik V, que
se ha convertido en el centro de una nueva controversia propagandística entre Moscú y Occidente. En Estados Unidos y la UE no convencen los datos publicados por los rusos sobre la eficacia
del fármaco, y Rusia responde acusando a estos países de propaganda antirrusa. La disputa ha adquirido carácter geopolítico, con Rusia compitiendo por exportar su vacuna al mayor número de
países posible. Cuando Hungría declaró su intención de adquirirla, la UE se opuso por su falta de garantías y solo cedió con la condición de que la vacuna no salga de las fronteras húngaras.
En total, más de cincuenta ya han mostrado interés en la Sputnik V. Si su eficacia resulta ser menor de la anunciada, el daño reputacional para Rusia sería enorme. Si por el contrario
funciona, el Kremlin logrará un éxito de cara a las legislativas de septiembre. CAMBIOS EN EUROPA DEL ESTE La nefasta gestión de la pandemia en BIELORRUSIA ha colmado el vaso para sus
ciudadanos. Tras unas elecciones fraudulentas en agosto de 2020, los bielorrusos se echaron a la calle para mostrar su rechazo al presidente, Aleksandr Lukashenko, hasta el punto de que
Rusia tuvo que apoyarle enviando fuerzas policiales. Hasta ahora, Lukashenko ha logrado mantener el poder a pesar de las enormes presiones, manifestaciones y huelgas contra él, y ha
propuesto una reforma constitucional para apaciguar la tensión, sin éxito. Sin embargo, ha asegurado que no seguirá en la presidencia cuando esa reforma se apruebe, y Rusia ya ha empezado a
apoyar candidatos alternativos. Si las protestas continúan en 2021, el coste de sostener a Lukashenko y la economía bielorrusia sería difícilmente asumible para Moscú. A la tensión en
Bielorrusia se le añade la nueva situación en MOLDAVIA, después de que la candidata proeuropea Maia Sandu ganara las elecciones presidenciales en noviembre. Sandu ya ha anunciado su deseo de
que las tropas rusas salgan de Transnistria, una región moldava que declaró su secesión unilateral en 1990 y que se mantiene independiente _de facto_ gracias a la presencia militar rusa.
Sin embargo, la capacidad de influencia de la presidenta es muy limitada con un parlamento dominado por el prorruso Partido Socialista. Moldavia probablemente vivirá en 2021 un bloqueo
institucional o unas elecciones legislativas anticipadas que cambien el equilibrio de fuerzas. Por su parte, UCRANIA afronta 2021 en una situación mucho menos ventajosa que hace un año:
gravemente afectado por la pandemia, sin avances a la vista en la guerra del Donbás y sumido en una crisis institucional con el Tribunal Constitucional. El presidente, Volodímir Zelenski,
tendrá que esforzarse para ofrecer alguna victoria política a su población. De lo contrario, su antigua popularidad seguirá desinflándose y el bloqueo institucional podría extenderse a otros
ámbitos, agravando la falta de legitimidad del Estado. EL POLVORÍN DEL CÁUCASO Noviembre de 2020 ha visto una nueva guerra en el Alto Karabaj, una región legalmente azerbaiyana pero
habitada mayoritariamente por armenios y controlada por ARMENIA. Tras una cruenta ofensiva de Azerbaiyán, los dos países firmaron un acuerdo de paz mediado por Rusia que ha obligado a
Armenia a ceder territorio. La derrota ha sumido a este país en una grave crisis política en la que incluso se ha arrestado a un líder de la oposición por conspirar para asesinar al primer
ministro, Nikol Pashinián. Los armenios consideran a Pashinián el responsable de lo que perciben como una capitulación ante Azerbaiyán y hasta el presidente del país, Armen Sarkissian, y el
patriarca de la Iglesia armenia han pedido su dimisión. Asediado por tanta presión, Pashinián podría dimitir en las próximas semanas, y si no lo hace la oposición presentará una moción de
censura cuando se levante la ley marcial todavía vigente. Con todo, además de estar en minoría, los partidos opositores aún no se han puesto de acuerdo sobre un candidato alternativo a
Pashinián. Una posible solución intermedia propuesta por el presidente sería adelantar las elecciones legislativas. En cualquier caso, a medida que se conocen las atrocidades cometidas por
las tropas azerbaiyanas, crece la beligerancia de los armenios, augurando un tenso 2021. Aunque el acuerdo de paz no es del todo satisfactorio para ninguna de las partes ni cierra el
conflicto definitivamente, ha sido celebrado como una victoria en AZERBAIYÁN. La guerra también ha puesto de manifiesto el creciente papel regional de Turquía, que apoyó la ofensiva
azerbaiyana y mantiene una enemistad histórica con Armenia. Turquía está tratando de usar el panturquismo con fines diplomáticos, llamando a la unidad de los pueblos túrquicos, que incluyen
a turcos, azeríes y las poblaciones de varias repúblicas de Asia Central. El panturquismo sale reforzado de la victoria en el Karabaj y marcará la política exterior de Azerbaiyán en 2021,
generando muchas tensiones en la región. La crisis política también marcará el 2021 en Georgia, donde el partido Sueño Georgiano revalidó su victoria en las elecciones legislativas del
pasado octubre entre acusaciones de fraude. En protesta, los partidos de la oposición acordaron no tomar posesión de sus escaños y decenas de miles de georgianos bloquearon el acceso al
Parlamento durante semanas. La situación en las calles mejoró a finales de noviembre, pero la oposición aún se niega a ocupar sus escaños. Sin embargo, el Gobierno en Georgia tiene muchas
menos posibilidades de perder el pulso que en Armenia. La legislatura se ha inaugurado con la cámara casi vacía, y a pesar de que la polarización es muy grave, lo más probable es que los
diputados opositores terminen formando parte del parlamento. ASIA CENTRAL Y EL VIRUS QUE “NO EXISTE” El coronavirus ha golpeado con intensidad a las repúblicas de Asia Central. En la más
autoritaria y hermética de ellas, Turkmenistán, aún no se ha reportado un solo caso e incluso se ha ordenado a las autoridades evitar la palabra “coronavirus”. Por el contrario, la
incidencia oficial de la pandemia en otras repúblicas ha sido ya enorme, con un retroceso del -4,7% en el PIB, según estimaciones del FMI, y una crisis política en KIRGUISTÁN, el país de la
región más golpeado por el virus. Su pobre infraestructura sanitaria añadió sufrimiento a un pueblo harto de la corrupción de sus élites. En ese contexto, unas elecciones legislativas
fraudulentas provocaron un violento estallido social que hizo caer el Gobierno en octubre. Tomó el relevo al frente del Ejecutivo Sadyr Japárov, un conocido pero controvertido crítico del
régimen. Pero Japárov dimitió como primer ministro en noviembre para ser candidato a las elecciones presidenciales de enero de 2021, cuando también se votará un referéndum para convertir al
país en una república presidencialista. La propuesta supone eliminar la figura del primer ministro y convertir al presidente en el jefe del Gobierno, lo que ahondaría la deriva autoritaria
del país. Todo apunta a que, gracias a la pandemia, Japárov se convertirá en presidente en enero, acumulando mucho más poder que sus predecesores. A nivel regional, UZBEKISTÁN está
ejerciendo un creciente liderazgo en detrimento de Kazajistán, participando como mediador en las negociaciones de paz en Afganistán e impulsando marcos institucionales regionales que dejan
fuera a Rusia y China, como los Encuentros Consultivos de Líderes de Asia Central de 2018 y 2019. Este dinamismo diplomático ha empujado a Rusia a tratar de estrechar lazos con los uzbekos.
Tras muchas presiones, Moscú ha logrado en 2019 que Uzbekistán acepte convertirse en observador dentro de la Unión Económica Euroasiática, una organización regional liderada por Rusia.
Uzbekistán también se ha decantado por Rusia en la carrera por la vacuna, adquiriendo dosis de la Sputnik V para toda su población. Uzbekistán tratará de continuar defendiendo su autonomía
en 2021, maniobrando para contener los esfuerzos rusos por recuperar influencia política en la región. UN 2021 CON POTENCIAL DESESTABILIZADOR Los primeros meses de 2021 traerán un
agravamiento o la resolución de las crisis en Bielorrusia, Armenia, Georgia o Kirguistán; también los siguientes pasos de la transición de poder en Rusia. El Kremlin necesita concentrar
recursos en mantener el control a nivel interno, pero si la pandemia sigue mermando la legitimidad de los Gobiernos prorrusos en el espacio postsoviético, Moscú se encontrará en una
situación muy complicada. Rusia tendrá que buscar un equilibrio entre asegurar la continuidad de su régimen y seguir proyectando una imagen de superpotencia en el exterior. Por su
importancia geopolítica, la eficacia de la vacuna Sputnik V será un elemento tan relevante en 2021 como las relaciones entre Putin y Joe Biden.