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El rifle del recluta anónimo de granada | ideal
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Sábado, 24 de mayo 2025 | Actualizado 25/05/2025 10:16h. Comenta Compartir La Cartuja es conocida por ser uno de los grandes centros del conocimiento de Granada. Ahí se halla, desde 1970,
uno de los siete campus de la Universidad de Granada. Pero la Colina de Cartuja fue muchas cosas antes. Fue cantera de arcilla y alfar romano, fue la residencia del visir de la Alhambra Ibn
al-Jatib, fue un barrio de la Compañía de Jesús y durante la Guerra Civil fue una escuela para formar alféreces y un campo de tiro. profusa documentación que aborda este último periodo, pero
las excavaciones acometidas por la propia UGR en los últimos años, enmarcadas en un plan general de investigación dirigido por la profesora Elena Sánchez, están permitiendo la localización
de restos materiales de aquel periodo que, una vez restaurados, se incorporarán al museo del Colegio Máximo. Entre los objetos encontrados, un rifle Mauser modelo 1893 que fue empleado
durante la contienda tanto por los sublevados como por los republicanos. El fusil, explica el arqueólogo Guillermo García-Contreras, se encuentra en buenas condiciones, a expensas de
someterlo a un proceso de restauración para frenar el descape del metal, eliminar las concreciones calcáreas y evitar que siga oxidándose –estamos hablando de un artilugio que llevaba casi
nueve décadas sepultado–. «Lo que se ha conservado son los dos cañones, que miden en torno a ochenta centímetros, mientras que la culata, de madera, ha desaparecido al tratarse de un
material biodegradable», ha comentado García-Contreras, que ha estado al frente de la primera fase de prospecciones en el Albercón del Moro –en la segunda la dirección corresponde a David
Rodríguez y Emilio Cano–. NEWSLETTER Según García-Contreras, resulta imposible saber a ciencia cierta quién portaba esta arma, «pero lo más probable es que fuera empleada por alguno de los
alumnos de la Escuela de Alféreces del Colegio Máximo en sus prácticas de disparo». Al parecer, se utilizaban en las maniobras que se realizaban en la propia Colina de la Cartuja. Sí se
observa que le dieron un golpe, lo que inutilizó la escopeta. Esta es la principal hipótesis, que la portara un miliciano nacional en periodo de formación –los llamaban a filas sobre la
marcha y los instruían en el Colegio Máximo– y que se quedara tirada en el campo. Aunque una segunda teoría que tampoco es descartable. Que la llevaran los guerrilleros que, en los años
cuarenta, usaban las galerías subterráneas que conectaban con puntos críticos como el Acuartelamiento Cervantes para acciones de asalto o de contrabando. Por allí anduvieron los famosos
hermanos Quero. TAMBIÉN HAN APARECIDO PROYECTILES, LATAS DE RACIONAMIENTO, HEBILLAS Y BOTELLAS DE CERVEZA ALHAMBRA DE LOS AÑOS 40 Lo que sí está descartado, a juicio de García-Contreras, es
que en la Colina de Cartuja se desarrollaran sacas y fuera una zona de fusilamientos. Si bien es cierto que por allí, paralela a la acequia de Aynadamar, discurría la carretera que llevaba
hasta la Colonia de Víznar, donde se transportaba en camionetas a los presos que luego eran asesinados y enterrados en el Barranco de Víznar. Lo último que veían era la tercera colina del
Beiro. No se han hallado, por ahora, esqueletos de esa época. Los únicos huesos que han aparecido son de animales. OTROS RESTOS ¿Qué más se ha localizado? Pues básicamente enseres asociados
a los militares. Han aflorado proyectiles –el Mauser disparaba cartuchos del calibre setenta y cinco milímetros–, pero también latas de racionamiento, suelas de botas, hebillas de cinturones
y textiles. También restos de bombas Laffite –las granadas de mano que lanzaban las tropas fieles a Franco–, fragmentos de botellas de cristal de cerveza Alhambra y algunas monedas. En el
laboratorio, situado provisionalmente en el Edificio V Centenario, se está analizando una de una peseta, la moneda de curso que había durante la II República. García-Contreras dice que desde
2017 llevan saliendo cosas de la Guerra Civil en la Colina de Cartuja, que ha tenido diferentes ocupaciones a lo largo de la historia. Antes de los años treinta y cuarenta, el Albercón del
Moro formaba parte de un jardín romántico de los jesuitas –era la piscina–. Había árboles grandes, setos ornamentales y el templete, construido a modo de pequeña capilla. En el Colegio
Máximo ya se impartía la docencia, por lo que fue fácil adaptarlo a Escuela de Alféreces. Los maestros provenían de los ejércitos de Hitler y Mussolini. Aquí enseñaban las destrezas básicas
y, al poco tiempo, los mandaban a los frentes de batalla. Los reclutas eran jóvenes con un futuro bastante incierto. Posteriormente el Albercón de Cartuja fue empleado para el suministro de
agua potable para los vecinos de Granada –se convirtió en un gran depósito de almacenamiento– y en los años setenta se comenzaron a implantar las facultades de la Universidad de Granada. El
rifle del recluta anónimo se podrá ver en el Colegio Máximo. Porque sí, el Campus de Cartuja fue también un campo de tiro. Comenta Reporta un error Límite de sesiones alcanzadas El acceso al
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