Crimen en arenas del rey por marihuana: los dueños de la finca de granada donde hubo un tiroteo mortal niegan una «cacería» | ideal

Crimen en arenas del rey por marihuana: los dueños de la finca de granada donde hubo un tiroteo mortal niegan una «cacería» | ideal


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La madrugada del 11 de octubre de 2019, en una finca de Arenas del Rey próxima al pantano de los Bermejales, un joven llamado Daniel ... G. I. que supuestamente había entrado a robar junto


con otros tres asaltantes, perdió la vida tras recibir un certero disparo. Otro de sus acompañantes también resultó herido de un tiro por la espalda. El luctuoso suceso, que la fiscalía


relaciona con un supuesto cultivo de marihuana (de 150 plantas) que sitúa en la parcela, ha llegado este lunes a juicio y, mientras el matrimonio acusado ha negado participación alguna en


aquel tiroteo mortal, el guarda de la finca, Cristofer J. O., ha asumido la autoría de los disparos «en defensa propia». La vista se ha iniciado en la Audiencia de Granada después de


constituirse el jurado popular que se encargará de determinar si los dueños del cortijo, José Antonio M. L. y Pilar O. R., que acudieron sobre la una de la noche tras ser alertados por el


guarda de que «habían entrado» en su propiedad, tuvieron un efectiva implicación en lo ocurrido aquella noche o no. La fiscalía habla de una supuesta búsqueda armada de los intrusos para


matarlos, de un «plan» para acabar con todos ellos, y las demás acusaciones han llegado a calificar aquel rastreo nocturno para localizar a los cuatro asaltante de «cacería». En el caso,


además de la acusación pública, hay otras tres acusaciones, que ejercen la novia del fallecido, los padres de este y el supuesto asaltante que resultó herido a través de los abogados Ernesto


Manzano, Antonio Illana y Alberto Rodríguez. Durante la primera sesión y ante los nueve integrantes del tribunal del jurado -siete mujeres y dos hombres-, tanto José Antonio como su esposa,


ambos acusados de dos delitos de asesinato (uno frustrado) y dos delitos de tenencia ilícita de armas, han sostenido que llegaron cuando «había pasado todo». Solo por los dos asesinatos,


José Antonio se enfrenta a una petición fiscal 30 años de encierro, mientras que a Pilar, que está en situación de libertad provisional, le pide el ministerio público 26 años como coautora.


José Antonio, que lleva más de tres años preso -el guarda acusado también está en la cárcel de forma preventiva-, solo ha contestado a las preguntas de la fiscalía y de su abogado defensor,


Pedro Jiménez de Utrilla, al igual que los otros dos procesados. Al inicio de su interrogatorio, el hombre no ha podido reprimir su exaltación en las primeras respuestas, lo que ha provocado


que el magistrado presidente del Tribunal del Jurado le haya tenido que llamar a la calma nada más empezar. «Póngase usted en mi lugar», ha espetado José Antonio. DOS LLAMADAS El dueño del


cortijo ha manifestado que acudió tras recibir dos llamadas telefónicas del guarda alertando de la presencia de intrusos. La primera le pilló «en el primer sueño», pero la segunda hizo que


se levantara de la cama de su domicilio, situado «a pocos kilómetros» de la finca, se vistiera y fuera hacia allí. Pilar, su esposa, también se despertó y le acompañó en el vehículo porque


él tenía una luxación en el hombro por un accidente previo con una moto y no podía conducir. Tardaron en llegar, ha precisado, «unos 15 o 20 minutos». Ya en la finca, se encontraron con que


«Cristofer -el guarda- estaba en shock» y con él había un «chaval herido« junto a la furgoneta de la finca. «Estaba intentando meterlo» dentro para llevarlo «al ambulatorio o al hospital» y


no podía, ha especificado el acusado, que entonces le ayudó porque el chico -el joven finalmente fallecido- «tenía la pierna malamente». Pilar, supuestamente, no vio esa escena. Ella «se


quedó en la carretera», según ha indicado su marido, al tiempo que ha detallado que cuando montaron a la víctima en la furgoneta, usaron las mantas que había dentro del vehículo para taparle


y que no pasara frío. José Antonio, que carece de licencia de armas, ha garantizado que «nunca» apretó ningún gatillo, ni el de la escopeta ni el del fusil, y solo ha reconocido haber


rajado «con un cuchillo» aquella noche las ruedas del vehículo de los intrusos, un coche que vio «entre los olivos». Luego, de acuerdo con su testimonio llegó la Guardia Civil a la finca,


donde se encontraron las dos armas supuestamente empleadas en el tiroteo: un fusil con mirilla nocturna y una escopeta. Tanto José Antonio como su mujer se han declarado inocentes y han


negado que tuvieran ninguna plantación de marihuana en sus tierras, donde sí poseen olivos y almendros. «Que yo sepa no había ninguna marihuana en el cortijo», ha subrayado. Sobre este


extremo también ha incidido su defensa, para especificar que lo que hubo es un intento de robo en el cortijo que irá a juicio en fechas próximas contra los asaltantes. «YO VI QUE ME IBAN A


TIRAR Y TIRÉ... ¿QUÉ HAGO? ¿ME QUEDO MIRANDO?» Cristofer J. O. El guarda de la finca acusado En su interrogatorio, el guarda, que ha sido el último en declarar, ha asumido la autoría de los


disparos, aunque ha sostenido que los realizó «en defensa propia». Las armas, ha subrayado, las llevaban los intrusos, pero hubo un forcejeo en el que logró hacerse con el fusil y


dispararles. «Yo vi que me iban a tirar y tiré... ¿Qué hago? ¿Me quedo mirando?», ha expresado, tras detallar que aquellos cuatro jóvenes habían «reventado» la puerta de la finca y


«arrancado la reja». El guarda, cuyo abogado defensor es David Granados, efectuó los tiros «desde lo alto para abajo». El primer disparo lo efectuó «al que me apuntó con un rifle», mientras


que el segundo alcanzó «al otro que ya se iba». La Guardia Civil acudió porque el herido se ocultó en el hueco de un árbol y pudo dar aviso a los servicios de emergencias.