
Un interno intenta 'colar' en la cárcel de albolote droga, móvil y cargador ocultos en el recto | ideal
- Select a language for the TTS:
- Spanish Female
- Spanish Male
- Spanish Latin American Female
- Spanish Latin American Male
- Language selected: (auto detect) - ES
Play all audios:

Viernes, 16 de mayo 2025, 00:07 | Actualizado 07:54h. Funcionarios del centro penitenciario de Albolote han logrado evitar que un interno metiese objetos prohibidos en la prisión dentro de
su propio cuerpo, en concreto, nueve bellotas de hachís, un teléfono móvil y un cargador. Los había introducido en el recto después de un vis a vis -encuentro íntimo- con su pareja, en el
que presuntamente la mujer le había proporcionado el material, según fuentes del entorno de la prisión. MÁS INFORMACIÓN Ocurrió durante un control rutinario en la cárcel granadina. Tras el
encuentro entre ambos, los funcionarios se apoyaron en la unidad canina, de gran utilidad para comprobar que todo está en orden. El animal marcó al interno y sospecharon que había
introducido algo prohibido. En consecuencia, le realizaron una prueba de rayos X -conocida en ese contexto como placas- y, tras detectar los objetos, el preso acabó entregándolo. Eran nueve
bellotas de hachís, un teléfono móvil y un cargador de teléfono. La sustancia incautada ha sido puesta a disposición de las autoridades competentes, que han abierto la correspondiente
investigación para esclarecer los hechos y determinar posibles responsabilidades. Las mismas fuentes consultadas indican que la actuación, que forma parte de los protocolos de control y
vigilancia internos, permitió «neutralizar» un serio riesgo para la salud y la seguridad del centro. Fue descubierta durante una minuciosa intervención gracias a la profesionalidad del
personal penitenciario. Fuentes del centro penitenciario explicaron recientemente a IDEAL que lo más común entre rejas es el hachís -la marihuana huele demasiado- y, sobre todo, las
benzodiacepinas, indicadas generalmente para la ansiedad y el insomnio. Son fármacos que apenas se recetan por los servicios médicos de la cárcel debido a su «riesgo» y a que crean
dependencia, pero no solucionan ningún problema de base. Los presos trafican con ellas en la modalidad de pastillas. La vía más común para colarlos es a través de los familiares, bien en los
vis a vis o bien en los conocidos como 'cristales', comunicaciones a través de una mampara. La segunda más habitual es por el propio interno, que, aprovechando un permiso, trae de
vuelta algo prohibido. El resto de alternativas abarcan desde la ropa enviada por familiares hasta la más temida por los funcionarios, los drones, por su dificultad para detectarlos.
Reporta un error