El negocio de oro del cobre | ideal

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El robo provocó el caos ferroviario. Un total de 150 metros de cable de cobre fueron sustraídos en cinco puntos diferentes de la vía del ... AVE el pasado domingo, afectando a la circulación


de decenas de trenes en España. Pese a que el valor de lo hurtado era muy escaso, el suceso ha puesto el foco en esta problemática. Según se desprende del Sistema Estadístico de


Criminalidad del Ministerio del Interior, el año pasado las Fuerzas de Seguridad registraron en España 4.433 robos de cableado de cobre y materiales conductores. Supone un incremento del 87%


en comparación con el dato de cinco años antes. Andalucía, con 745 casos, fue la segunda región con más casos. Más información Este incremento no es casualidad: su valor en el mercado se ha


prácticamente duplicado en un lustro en Granada, de tres euros el kilo hasta superar los seis. Pero, ¿qué tiene que lo hace tan atractivo? Para empezar, se trata de uno de los mejores


conductores de la electricidad, por lo que está presente en múltiples objetos esenciales en nuestro día a día. Es fácilmente manipulable y puede convertirse en dinero rápido y fácil si


acudimos a cualquier chatarrería. Su precio va oscilando, pero en la última década ha sufrido varios repuntes. Además, el miedo a los posibles aranceles que pudiera imponer Donald Trump


también ha provocado que el precio se haya disparado en los últimos meses. Se trata, por tanto, de un elemento deseado por los amigos de lo ajeno. En Granada, según ha podido saber este


periódico, suele sustraerse de los cables, tanto de electricidad como telefónicos, así como de las instalaciones de aire acondicionado. Llegan incluso a sabotear transformadores o parques


eólicos, dado que el tamaño del cableado es directamente proporcional a su valor. El año pasado se sumó una temida moda entre los delincuentes: las tuberías de cobre de las fachadas que


transportan gas natural. En relación al robo en los trenes, como el ocurrido el pasado domingo, IDEAL ha podido hablar con un trabajador de Adif que ha vivido en primera persona sus


consecuencias. Explica que los malhechores caminan por el trazado e inspeccionan dónde están colocados los conocidos como 'lazos', es decir, los circuitos de vías. Formados por


cobre, son los que permiten conocer la ubicación en tiempo real del tren, y se encuentran cada 500 o 600 metros. Los ladrones los marcan y se coordinan para llevárselos entre dos o tres


personas. «Tienen un diámetro de aproximadamente 120 milímetros cuadrados de sección. Hay zonas en las que han sido sustituidos por los de aluminio, esos no les interesan tanto», cuenta el


empleado, que prefiere mantenerse en el anonimato. A través de tres cortes, son capaces de llevarse más de veinte metros de cable, con un peso de unos 15 kilos. «No hay ningún peligro porque


no tienen tensión, son circuitos de audiofrecuencia», expone. En los puestos de mando de Adif pueden saber a tiempo real cómo están los circuitos. Si se ocupan dos o tres a la vez


-generalmente, de madrugada-, la sospecha de robo les lleva a avisar a la Guardia Civil. «El corte puede ser por una avería, pero ciertos elementos invitan a pensar en un robo», añade. En


cuanto a las tuberías de cobre que transportan gas, los ladrones detectan primero las mejores fachadas de edificios para poder arrancarlas. En muchos bloques están a una altura de no más de


dos metros, por lo que son el objetivo perfecto. Una vez detectadas, las seccionan. Pueden hacerlo a golpetazo limpio, la forma más rudimentaria. El gas natural sale y los vecinos lo


detectan por el olor. Bomberos de Granada han tenido que intervenir en unas 70 ocasiones el pasado año por incidencias en instalaciones de gas, según información proporcionada por el cuerpo,


la mayoría por la sustracción de la acometida aérea. Los efectivos cortan el suministro de gas, verifican su posible acumulación en la zona e informan a la compañía suministradora una vez


reparada la incidencia. INSPECCIONES EXHAUSTIVAS Una vez que los ladrones obtienen el material, toca buscar un lugar en el que venderlo. Pueden hacerlo en empresas receptoras o, en su


defecto, en negocios clandestinos. Si quieren hacerlo de forma legal, no lo tienen nada fácil; las inspecciones son exhaustivas y quedan registradas en el sistema todas las transacciones.


Reciclados La Purísima es una de las empresas que recepciona cobre en Granada. Explican que su valor hace cinco años, cuando abrieron, se situaba en torno a los tres euros el kilo. Ahora


ronda los seis, un «aumento considerable». «El valor de las materias primas va subiendo, porque siempre cuesta más extraerlo que aprovechar lo que ya está, por eso hay mucha demanda»,


explica Cecilio Sánchez, el administrador. Los negocios recuperadores de materias primas suelen tratar principalmente con empresas de electricidad o de aire acondicionado, que quieren darle


salida a los retales o tubos que les sobran, o establecimientos dedicados a reformas. En un porcentaje menor acuden particulares que se dedican a recopilar chatarra o que trabajan por cuenta


propia. «Hay muchas formas y precios, nosotros compramos cobre de cuatro o cinco tipos», relata. En su caso, tratan el material y lo remiten a otras empresas de reciclado con las que


operan. Todas las transacciones quedan registradas en el sistema, y el vendedor queda perfectamente identificado con el DNI. Esa información queda recopilada en informes que remiten


semanalmente a las autoridades. También cuentan con cámaras de seguridad, que ocasionalmente pueden ser requeridas por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado para sus investigaciones.


«Está muy controlado, y no hay ningún aliciente para comprar aquello que viene de algo ilegal», insiste Cecilio Sánchez, que recuerda cómo los delincuentes se las ingenian para despistar.


«El que roba en un pueblo lo fragmenta y se va a venderlo a otro sitio, no lo hace en el mismo lugar», apostilla. PLAN NACIONAL Por otro lado, España cuenta con un plan nacional contra el


robo de cobre, a raíz de detectarse un fuerte aumento de estos hechos delictivos en 2006 por el incremento de la demanda y la subida del precio. El plan incide en las «cuantiosas pérdidas


económicas en diferentes sectores», como el de la energía, las comunicaciones, el agrícola y el ganadero; y en la necesidad de evitar que el material robado «pueda llegar al mercado


internacional». Este plan incrementó, según el Ministerio del Interior, la obtención de información por parte de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, e intensificó las medidas de seguridad a


través del control y seguimiento administrativo de las distintas etapas del ciclo de vida del cobre.