Cuando tocón de íllora rescató dos trenes | ideal

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Martes, 29 de abril 2025, 12:43 | Actualizado 20:32h. Comenta Compartir Pasaban las 12.30 de la mañana cuando se quedaron parados los trenes. Primero empezaron a ir más despacio y luego se


detuvieron de golpe. El trayecto en tren se acababa y empezaba otro viaje que los iba a llevar a conocer la mejor cara de la solidaridad granadina. Lo explica Rebeca, pasajera mejicana que


viajaba con unos amigos camino a Sevilla cuando el gran apagón los dejó tirados cerca de Tocón de Íllora, un pequeño pueblo que no estaba en la ruta de su viaje. «Nos han dado calma y


cariño», resumía. Otro tren, con destino a Málaga, se quedó parado en Villanueva. Ambos estaban en mitad de la nada y la temperatura en el tren sin electricidad se disparó hasta tal punto


que los pasajeros, desconcertados y agobiados, optaron por salir a las vías y permanecer en las inmediaciones del tren, según cuenta el jefe de la Policía Local de Íllora, Antonio Cobos, que


acudió al rescate. «Lo primero fue avisar a más patrullas, llevarles agua y atenderles para evitar golpes de calor. Corrimos la valla de seguridad y sacamos de la vía a los 231 pasajeros»,


relata. «Estuvimos cerca de tres horas atrapados, sin información. Abrieron las puertas, pero empezamos a sentir calor y muchos nervios, porque había niños, embarazadas, personas que no


podían contactar con sus familiares», explica la mujer, que hizo de portavoz para comunicarse con el resto del pasaje, en el que iban muchos extranjeros. «Nos subieron en grupos de tres,


porque era el transporte que había», explica Rebeca. Tras el traslado, hubo pasajeros que pudieron contactar con familiares cercanos que los recogieron. «Hubo padres que vinieron desde


Sevilla buscando a sus hijos, que estaban atrapados en el tren », explica la turista mejicana. incertidumbre, hasta que supieron lo que estaba pasando. «LOS AMAMOS» La parte más positiva del


día llegó transcurridas varias horas, cuando los pasajeros, cargados con sus maletas y la incertidumbre, llegaron al anejo de Tocón de Íllora y se encontraron con la solidaridad de un


pueblo entregado. «Nos abrieron el pabellón de deportes y los vecinos se portaron fenomenal, los amamos», explica Nancy Espinosa, de Guadalajara (Mexico) y también pasajera del tren a


Sevilla. Señala que los residentes les llevaron café, panecillos, comida, colchones, mantas, agua....de todo para que se sintieran bien. Ella, que es médico, atendió de cuestiones leves a


algunos pasajeros, pero nada relevante. Lo que hubiera podido ser una noche infernal atrapados en un tren, fue algo más llevadero gracias a los vecinos de este pequeño pueblo. Y las horas


pasadas juntos hicieron que en la despedida se multiplicaran los abrazos. En las primeras horas de la mañana del martes, cuando ya habían terminado de recoger sus pertenencias y esperaban la


llegada de un bus que los recogió sobre las 9 de la mañana, las escenas de cariño se repetían. Personal de Policía Local, los responsables municipales, los vecinos y los pasajeros se daban


las gracias y se aplaudían unos a otros. «Hemos tenido muchísimas comodidades, para lo que ha pasado», explicaba Ignacio, un viajero español. APLAUSOS Y ABRAZOS Los agentes de la Policía


Local, voluntarios de Protección Civil y la alcaldesa, y concejales de Tocón se abrazaban a pasajeros chinos, indios, mejicanos y se deseaban suerte en lo que les quedaba de viaje. Entre


todos, unos hicieron de traductores, otros calmaron a los más nerviosos, «y la verdad es que ha sido una experiencia muy buena, no se nos va a olvidar Tocón de Íllora». Lograban salir de


allí sin ayuda de la operadora del tren o del ministerio, según apuntaban ellos mismos. Algunos pagaron a conductores locales para que los llevaran a destinos intermedios, como Puente Genil.


El resto reunieron dinero entre todos para pagarse un bus. Los vecinos despedían a los viajeros con aplausos y deseándose lo mejor. Algunos hasta se habían hecho amigos en las horas juntos.


La alcaldesa de Tocón, Toñi Castelar, acompañada de concejales ilurquenses, reconocía emocionada que la bondad del pueblo los había desbordado. Mientras recogían el pabellón, recopilaban


almohadas, colchones, cazuelas con guisos y cargadores que habían cedido a los viajeros. Gracias a la ayuda de todos los residentes, se iban de vuelta sanos y salvos, y muy tranquilos, hasta


con buena cara, a sus destinos. Comenta Reporta un error