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Salamanca es la ciudad española que le ha sacado más partido a su elección como Capital Europea de la Cultura en el año 2002. Fue, ... sin duda, un punto de inflexión en la historia

contemporánea de un municipio que, hasta ese momento, era conocido dentro de España básicamente por su gran impronta universitaria. La Universidad de Salamanca cumplía ochocientos años de

historia y la de Granada se prepara para celebrar los quinientos desde su fundación por el emperador Carlos V, allá por 1531. Uno de los grandes artífices de la elección fue Enrique Cabero,

coordinador general de Salamanca 2002. «Teníamos claro –explica– que el evento tenía que servir para definir qué modelo queríamos para Salamanca trabajando en una doble dirección: abundar en

la relevancia de la universidad y apostar por el turismo asociado a una actividad y unos equipamientos culturales de primer nivel». NEWSLETTER «Lo conseguimos», asegura Cabero. Y los datos

le dan la razón. En 2002 Salamanca contabilizó un total de tres millones visitantes, lo se tradujo en la apertura de veintitrés nuevos hoteles. «Una oferta que mejoró de forma más que

significativa no solo en términos cuantitativos, sino también cualitativos». «Siempre buscando la excelencia», añade. Pero, sin lugar a dudas, el principal legado de Salamanca 2002 fue la

gran cantidad de infraestructuras y equipamientos que se construyeron para la ocasión y que siguen hoy día a pleno funcionamiento. Hablamos del Teatro Liceo, pero también del centro de artes

escénicas, la transformación de la prisión en un espacio de arte, el Museo de la Historia de la Automoción y un edificio multiusos donde se pueden programar todo tipo de espectáculos. UNA

MARCA EN SÍ MISMA Respecto a las posibilidades de Granada, Enrique Cabero tiene claro que «Granada en sí es una marca que ya está vinculada al patrimonio, la historia y la cultura». Y por

ello es conocida dentro y fuera de España. «Este es uno de los puntos fuertes de la Candidatura de Granada», comenta Cabero, quien insiste en la necesidad de montar un gran proyecto que

ponga el acento en las posibilidades de transformación a través de la cultura. ¿Cómo debe ser este documento? Desde la experiencia de Salamanca 2002, una de las claves es alcanzar el mayor

grado de consenso que sea posible, lo que significa poner en marcha un gran proceso participativo. «Es muy importante –concluye– que los objetivos de Granada 2031 sean asumidos por toda la

ciudadanía».