«me tomaba el orfidal y el lexatin como si fueran gominolas» | ideal

«me tomaba el orfidal y el lexatin como si fueran gominolas» | ideal


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Domingo, 20 de abril 2025, 00:01 | Actualizado 13:38h. Comenta Compartir Te dan taquicardias». Rita (nombre ficticio) habla despacio, como si las palabras pesaran en lo más hondo de su


cuerpo. «Te da presión en la cabeza. Mareos. Sientes que te vas a caer, que te vas a desmayar, que te vas a morir. Sí, que te va a dar un infarto, joder, me va a dar un infarto, y el corazón


empieza pum, pum, pum, y sientes miedo, un miedo tan tremendo que con cualquier ruido parece que se te escapa el alma. Sí, eso es la ansiedad: vivir con miedo». Cada vez que Rita se sentía


así, buscaba sus pastillas. Y así durante doce años. «Me tomaba el Orfidal y el Lexatin como si fueran gominolas. Hasta que, un día, el hígado me reventó». Más información Rita tiene 48 años


y lleva nueve meses viniendo a Proyecto Hombre. «Es mi refugio, mi pequeño paraguas. Siempre me voy de aquí con una sonrisa». Lo curioso es que ella entró en el centro por su adicción al


alcohol, casi sin ser consciente de lo que estaban haciendo las pastillas. «Mi madre murió. Al poco murió mi hermana. El médico empezó a recetarme pastillas y, como no mejoraba, me iba


subiendo la dosis. Te crees que son inocuas, que no es nada... Yo vine por el alcohol, pero he pasado más ansiedad por las pastillas. No me costó dejar las cervezas, yo quería un pastillón.


No tenía control ninguno». La combinación del alcohol y la sobreingesta de pastillas desembocó en una hepatitis tóxica que casi se la lleva por delante. «Cuando salía a la calle, me tuve que


enfrentar al bar y a la farmacia. Y me dio un ataque de ansiedad –taquicardias, presión, miedo–. Necesitaba ayuda porque tenía que luchar contra mí misma. Y sabía que me iba a fallar, y que


si me fallaba moría. Vine a Proyecto Hombre con miedo al fracaso, miedo a que no me hiciese efecto... –Rita resopla y luego sonríe–. Menos mal que vine». DE MUJER Tamara Sánchez, psicóloga


en Proyecto Hombre, atiende a la historia de Rita como si fuera la primera vez que la escuchara. Escucha con los oídos, pero también con los ojos y las manos bien abiertas, por si hicieran


falta. «Este tema, las pastillas, está muy relacionado con las mujeres», dice. «Antes del covid casi no teníamos mujeres. Después, hay una barbaridad y la mayoría con problemas de


medicación». Así, el 90% de las usuarias que acuden a Proyecto Hombre han abusado de fármacos en algún momento. «Aunque hay de todas las edades, la media ronda de los 45 a los 55 años, y


poquitas vienen solo por su adicción al alcohol, la cocaína o el cánnabis. Casi todas mezclan con medicamentos». Cuando una usuaria llega a Proyecto Hombre, lo primero es determinar qué,


cómo y cuánto está consumiendo. «La doctora Teresa se encarga de hacer el decalaje, porque quitarlo del tirón es imposible, acompañado del tratamiento psicológico», explica Sánchez. Ese


tratamiento consiste, básicamente, en resolver una pregunta: ¿Por qué necesitan la pastilla? «Normalmente, detrás hay un conflicto. Y muchas, muchas, muchísimas veces hay violencia de


género». «ANTES DEL COVID CASI NO HABÍA MUJERES. DESPUÉS, HAY UNA BARBARIDAD Y LA MAYORÍA CON PROBLEMAS DE MEDICACIÓN» Tamara Sánchez En el caso de Rita, como en el de la mayoría de usuarias


de Proyecto Hombre, todo comenzó en la consulta del médico. «Dices que tienes ansiedad y te mandan el Trankimazin casi sin pensar, en la primera consulta. Cuando vienen aquí se preguntan


¿Cómo voy a superar esto sin mis pastillas si me las ha mandado el médico? La pastilla puede ser necesaria, pero también un tratamiento psicológico para determinar de dónde viene se


malestar». COMO LA BIBLIA Rita asiente a las palabras de la psicóloga y, enfadada, cuenta que cada vez que va a casa de un familiar o de una amiga, es raro que vea cajas de Lexatin, Orfidal,


Valium... «No hay una casa en la que no haya, como la aspirina o la Biblia». Luego toma aire y piensa en alguien que, como ella, pueda estar pasando por una situación similar: «Piensa por


qué la tomas. ¿Sientes ahora lo mismo que aquel momento puntual en el que la recetaron? ¿Qué te hizo estar así? Si la vida ha cambiado, ¿por qué sigues tomándola? Habla con el médico.


Díselo. Hay otros caminos. Tú tienes una herida con pus. La pastilla es una tirita, pero la infección sigue estando. Si no limpias lo que hay debajo, la tirita no sirve para nada». Tamara


celebra orgullosa la explicación de Rita. Y añade: «Si hubiera un psicólogo, al igual que un médico, nos quitaríamos un montón de fármacos. Pero este es un problema de la sociedad, de arriba


abajo. Intentamos delegar responsabilidades y los médicos hacen lo que pueden con el poco tiempo que tienen». «SI HUBIERA UN PSICÓLOGO, AL IGUAL QUE UN MÉDICO, NOS QUITARÍAMOS UN MONTÓN DE


FÁRMACOS» Entonces, ¿es una buena noticia el Plan de Salud Mental aprobado por el Ministerio? «La cuestión es que la sociedad se conciencie de que no puedes tomar pastillas


indiscriminadamente. Pero lo que no vale ahora es sacar una ley que quite la medicación, que los médicos no tengan esa opción tan viable, pero que tampoco sirva para dar una respuesta al


problema, una alternativa real. Ahí entra la psicología». Comenta Reporta un error