
Así se okupa una vivienda: tres meses de vigilancia y hasta 10. 000 euros por un chalet | ideal
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Martín, nombre ficticio, entró de okupa hace un tiempo en una casa deshabitada del centro de Granada. En su caso explica que fue a consecuencia ... de la pobreza que arrastraba, entre otros
problemas. Prefirió eso a la hostilidad de la calle. Este hombre cuenta a IDEAL los precios y los pasos que se siguen hasta poder irrumpir en una vivienda. Si no se es capaz de abrir en un
domicilio por cuenta propia, «el precio va en función del tipo de vivienda que se quiere conseguir, como es lógico». MÁS INFORMACIÓN Este vecino hablaacerca de un 'trabajo' que
conoce, pero del que asegura que ya se ha desvinculado. Detrás del delito, también están quienes se dedican a abrir los domicilios para otras personas los okupen. A cambio, reciben una
cantidad de dinero: desde 500 y mil euros por un piso normal a 2.500 por un dúplex. «Las casas cuestan más. Se exige un mínimo 5.000 euros, pero ya un chalet del Zaidín o en algún otro
pueblo pueden costar incluso los 10.000. Ahí suele haber alarmas y nos la jugamos», añade. El procedimiento no es demasiado complejo. Primero eligen cómo trabajar. Desde dentro, cuando el
acceso es posible a través de una ventana o un balcón, para no levantar sospechas en el vecindario o desde fuera, cuando no es factible esa opción. La operación apenas dura algunos minutos y
requiere una llave inglesa, un destornillador estrella y plano y un extractor, una fina lámina con la que ceder el pestillo. «Tras la apertura, se empieza a trabajar. Hay que cambiar la
cerradura y evitar que se pueda entrar de nuevo», relata. En ese mismo momento, se entregan las llaves a los nuevos 'inquilinos' y reciben el dinero en mano. No siempre hay
comunicación directa entre el que ejecuta la operación y los demandantes. La petición y recogida se hace a través de un tercero con el fin de salvaguardar la identidad de quien abre el
domicilio. ENGANCHES ILEGALES «Es la única forma de que no los descubran», cuenta. Pero todo ello va acompañado de una vigilancia previa y momentánea. La supervisión empieza tres meses
antes. A diario. Necesitan saber qué movimiento hay en el interior, las horas o los días en los que no hay actividad para decidir cuándo actuar. En el momento de los hechos, siguen también
todo un dispositivo de seguridad para cerciorarse que no corren riesgo. «Controlan las calles del barrio para no levantar sospechas en su trabajo. Son profesionales», añade. Pero las
ganancias económicas no acaban ahí. Tener la luz o el agua también es posible. «Enganchar la luz es un extra que se consigue por 150 euros. El agua es más barato, suele costar entre 50 y
70», dice. El objetivo es que la vivienda se encuentre en las mejores condiciones de habitabilidad para que los solicitantes entren a vivir en ese mismo momento.