Juan Torres: Excesiva elocuencia | Ideal

Juan Torres: Excesiva elocuencia | Ideal


Play all audios:


Resulta difícil asimilar la filosofía de Fran Escribá, cuyas decisiones terminan redundando en un cúmulo de contradicciones y sorpresas. Sus comparecencias suelen convertirse en verdaderas


... odas filosóficas, pues son las suyas disertaciones de tal brillantez y tan llenas de eufemismos que resultan agradables para el escuchante, pero perniciosas 'a posteriori' para


el equipo, porque al balón se le suele tratar con el pie y no susurrándole bellas frases al oído. En fútbol, el exceso de elocuencia suele distraer de la realidad. Se desconoce si las


charlas dentro del vestuario conllevan idéntica facundia, pero tras escuchar a Gonzalo Villar al término del partido frente al Eibar pudiera darse esa coincidencia. «No entendimos el


sistema», manifestó el jugador. Y es que centrarse en lo accesorio descuidando lo principal ha terminado por adentrar al equipo granadino en el laberinto de la irregularidad, del que le va a


ser difícil salir. Una de cal y otra de arena. Un partido brillante y otro adverso. Un recital y una decepción. Un rayo de luz y el ocaso. Una cualidad negativa, la irregularidad, que viene


provocada, quizás, por la reiterada alteración de sistemas, alineaciones y futbolistas que lleva a efecto Escribá buscando no se sabe qué, y habitualmente culmina en la prominencia del


adversario que tiene enfrente. Una práctica u obsesión –según se estime– la de tanta alteración, que al final incide en un desorden táctico y psicológico que afecta negativamente a todo el


equipo y especialmente al propio banquillo, convertido frente al Eibar en un refugio antiaéreo de cuyo fondo costó salir en distintas fases del partido a sus inquilinos. Dijo Benjamin


Disraeli, político y escritor británico: «Mi propia elocuencia me embriagó». Pues eso. Excesiva elocuencia.