
El peor despertar para el sueño del ascenso del granada | ideal
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Un nuevo palo acabó en El Sardinero con la ilusión de toda la afición del Granada, que estuvo representada por medio millar de valientes que ... cruzaron España con el sueño intacto del
'play off'. No acompañó el resultado, convirtiendo un viaje inolvidable en lo social en toda una pesadilla. El granadinismo vivió la cita contra el Racing como una fiesta desde
mucho antes del pitido inicial. Más de 860 kilómetros separaban a la afición de sus héroes, aquellos que se ganaron el derecho a disparar una última bala después de protagonizar una
temporada llena de altibajos. A los seguidores no les amedrentó la distancia, fajándose durante la semana y sacando –una vez más– la maleta de lo alto del armario. Confianza plena en el
pistolero. Decidieron echarse a la carretera la noche anterior al partido rumbo al estadio cántabro, con cerca de once horas por delante. Algunos hinchas como Ángel –'Aelillo' para
sus amigos de 'You'll Never Drink Alone'– trataron de vencer al sueño sin éxito. Tan solo la espuma de la cerveza pareció despertarles en mitad de La Mancha, gasolina durante
la madrugada. ARMONÍA El combustible duró hasta Santander, donde se repostó con alegría una vez tras la llegada. «¡Granada, échale huevos!» o «Que sí, joder, que vamos a ascender»,
proclamas más que cánticos, se entonaron con verdadera fe durante la previa y en total sintonía con los racinguistas. «No entendemos por qué se declaró el alto riesgo. La gente de Cantabria
siempre nos recibe genial y nunca hemos tenido ningún problema. ¿Que ellos se juegan mucho? Nosotros también», reflejó Paqui, una granadinista con ganas de marcha. La rivalidad no pasó del
campo, al que no faltó el periodista Manolo Lama–y padre del rojiblanco– junto a su mujer. Los rojiblancos rieron los primeros y lloraron los últimos. El tanto de Abde a los 50 segundos del
pitido inicial hizo estallar a los desplazados, convencidos de ver a su equipo lograr la clasificación a la heroica. Todos ellos cantaron como nunca en una de las esquinas del campo, una
música que quedó enmascarada entre el infierno racinguista. El público local apretó y no soltó en ningún momento, lo que llevó a los futbolistas de José Alberto a hacerse dueños y señores
del encuentro para acabar remontando en el alargue. La desolación inundó la grada nazarí, que coreó el nombre de Pacheta, su nuevo predicador de cara al año que viene. Las caras largas
marcaron la vuelta a casa. El peor despertar para un sueño.