El día de europa y el sueño de la capitalidad | ideal

El día de europa y el sueño de la capitalidad | ideal


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Europa está viviendo probablemente la crisis más importante desde que un 9 de mayo de 1950 la 'Declaración Schuman' –Robert Schuman, ministro de Asuntos Exteriores ... de Francia–


pusiera las bases de la Unión Europea (UE). No han sido los únicos momentos delicados en estos 75 años. Las crisis económicas habidas, las tensiones globales durante la Guerra Fría, la


guerra de los Balcanes, la caída del muro de Berlín, crisis migratorias, Brexit o la pandemia del coronavirus son muestras de adversas coyunturas en un camino de espinas y rosas. Aquella


Europa, nacida de la devastación de la Segunda Guerra Mundial, está siendo acechada por no pocos peligros que ponen a prueba su solidez. El nuevo fascismo –gobernando en países como Italia,


Hungría..., o muy cerca de hacerlo–, la guerra de Ucrania, el distanciamiento del trumpista EE UU, la ambición imperialista de Rusia y su obsesión por acabar con la UE, pretenden minar los


grandes principios sostenidos en la Declaración de Schuman: paz, solidaridad y cooperación entre sus pueblos. En el contexto histórico de los años 50, las consecuencias de la guerra y las


muchas incógnitas por despejar: recuperación económica –Plan Marshall–, tensiones geopolíticas entre bloques antagónicos –Occidental y Soviético–, restablecimiento de sociedades


democráticas, aquella propuesta significó un halo de esperanza. Hablar de solidaridad y cooperación era ya un éxito. Postularse por la unión de las naciones europeas, exigiendo «la


eliminación de la secular oposición entre Francia y Alemania», que tantas tensiones y guerras había ocasionado, suponía todo un logro. Decía el texto de la Declaración que «la contribución


que una Europa organizada y viva puede aportar a la civilización es indispensable para el mantenimiento de unas relaciones pacíficas». El Gobierno francés proponía una 'acción


inmediata' con «la producción franco-alemana de carbón y acero… bajo una Alta Autoridad común, en el marco de una organización abierta a la participación de los demás países europeos».


Nacía la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA), embrión de la futura Comunidad Económica Europea, auspiciada en el Tratado de Roma de 1957. Esta 'solidaridad productiva'


–la economía, factor determinante– impediría que futuras guerras entre Francia y Alemania fueran «no solo impensable, sino materialmente imposible», sentando las bases, como postulaba


Schuman, «para su unificación económica». La Historia nos muestra, aunque no siempre haya mediado el éxito –Sociedad de Naciones–, que en esta ocasión el proyecto común fortaleció el espacio


europeo, convirtiéndolo en tierra de prosperidad y democracia, aunque el camino no siempre fuese fácil. La celebración del 75 aniversario del Día de Europa en este 2025 quizás constituya


una ocasión especial: Europa está en peligro. Los avatares antes mencionados obligan a dar un giro en muchas posiciones: no solo el rearme por miedo a la amenaza imperialista de Rusia,


también ante enemigos internos que buscan su destrucción. Europa no debe olvidar de dónde viene, cuál fue su origen y por qué se dio tanta importancia a la unidad, primeramente como


comunidad y, desde el Tratado de Maastrich del 93, como Unión Europea. Susan Neiman, filósofa judía y estadounidense, manifestaba en una entrevista (EL PAÍS, 27/04/25) –a propósito de su


libro 'Izquierda no es woke'– : «Si Europa se pone en serio y deja de dividirse y se une y se da cuenta de que es la última oportunidad para los valores de la Ilustración, tiene el


potencial para ser una verdadera fuerza en favor de la democracia en el mundo». Universalidad de la Ilustración frente a discursos identitarios tribales. El legado cultural europeo debe


prevalecer ante las amenazas, Europa es el gran territorio donde se defiende con el Derecho internacional la multilateralidad de este mundo frente a la creciente autocracia que impone el


poder de la fuerza. Granada, aspirante a Capitalidad Cultural Europea 2031, en este Día de Europa, con el proyecto europeo democrático cuestionado, ¿en qué podría contribuir a su defensa? En


el manifiesto de adhesión a la Capitalidad Cultural echamos en falta un enfoque más europeísta, una alusión más firme a cómo Granada y su legado cultural podrían contribuir a ello en este


momento crítico. Antes hemos hablado de que los principios fundamentales de la 'Declaración Schuman' –paz, solidaridad y cooperación– están siendo minados por el nuevo fascismo,


ambiciones imperialistas o el revés trumpista de EE UU. Ángel Ganivet, el miembro de la Generación del 98 que más viajó por Europa –vicecónsul en Amberes, cónsul en Helsinki o Riga, autor de


'Cartas finlandesas'…– reflexionaba sobre el sentimiento frustrado de España frente a un mundo exterior que evolucionaba a otro ritmo en ideas, economía y pensamiento. Sírvanos su


figura para revertir la reflexión: ¿qué podría ofrecer Granada para reforzar los principios de Schuman, cuestionados hoy por tantos enemigos? Granada atesora historia y valores para alzar


la voz sobe la Europa que queremos, fortalecer el deseo de espacio de libertad, solidaridad y cultura. Los valores culturales que unen a los pueblos de Europa son la seña de identidad que la


destacan sobre otros espacios del planeta. Ni siquiera EE UU, conglomerado de orígenes diversos, puede presumir de ello. Como tampoco pueden desligarse del patrimonio cultural heredado


millones de estadounidenses emigrados desde Europa. Llegado este momento, acaso Granada también debería preguntarse qué Europa queremos en el proyecto de Capitalidad. No solo apostar por


nuestra transformación, también por lo que podemos ofrecer: legado cultural, simbiosis cultural, valores interculturales que favorezcan los principios que sustentan las instituciones


europeas. Granada se juega la Capitalidad, Europa su futuro.