Vendidos | Ideal

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Caminamos muy rápido, quizás demasiado. Estamos sometidos a un ritmo frenético, vamos al límite sin tiempo que perder. Es tal el vértigo vital que soportamos ... a diario, que apenas tenemos


tiempo para pensar. Reflexionar se ha convertido en poco menos que un privilegio. La cualidad inherente al ser humano, lo que nos diferencia de otras especies animales, pasó a mejor vida.


Lo inmediato es lo que importa. No hay cosa que hagamos que no subamos a nuestros perfiles en las redes sociales. Da igual si vamos de excursión, tomamos un café o asistimos a un concierto.


Ahora, en la sociedad actual, el momento no se disfruta. Nos perdemos en colgar en la red cosas sin ningún tipo de interés más allá del que se nos vea. Eso es lo trascendente, estar ahí; da


igual la calidad del mensaje que se quiera transmitir. Al mismo tiempo, de forma inconsciente, estamos revelando nuestra intimidad. Sí damos a conocer nuestro paradero de vacaciones,


pregonamos a los cuatro vientos si nos gusta tal o cual cosa, vamos desvelando aspectos de nuestra privacidad sin conocer quién y en qué pueden ser usados. En el mundo virtual estamos


desnudos. Es un riesgo tan real como innecesario. Alguien dirá que hay quien vive de eso, de publicar su vida en internet: es verdad, pero no les envidio. Lo de estar las 24 horas de una


«storie» aquí a un «selfie» allá, debe tener su mérito, pero no deja de ser una actividad esclava y agotadora tanto física como mentalmente. Hipoteca tu tiempo. Si haces una publicación que


tenga muchas visualizaciones, los seguidores querrán saber más. Su apetito se convierte en insaciable y si no se ven hartos, te abandonan; sin más. Imágenes, mensajes de texto o de voz. Son


tantas las alternativas que nos ofrecen las tecnologías que las utilizamos por comodidad. Antes era una llamada de teléfono, luego los sms, ahora los audios de whatsapp cuyo rastro queda en


una nube de forma casi permanente, lo que puede llegar a comprometernos en el momento menos oportuno. Seguro que alguna vez hemos mandado un mensaje a un grupo equivocado. Hemos hecho


comentarios inapropiados que luego han salido a la luz. Situaciones comprometedoras. Son los riesgos de la mecánica. Las prisas, responder al instante, nos lleva a los errores, involuntarios


quizás, pero errores, al fin y al cabo. Todo consecuencia de la inmediatez, del todo para ayer. El dedo se mueve de forma instintiva y refleja llevando el mensaje al destino equivocado. Hoy


les iba a hablar de Expoliva, pero he caído en la cuenta de que estamos conectados y la privacidad queda en un segundo plano. Estamos vendidos y sin red.