
La culpa es de sánchez | ideal
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Pepe 'El Tomillero' lleva desde el lunes sin poder abrir las ventanas de su casa, sin poder aparcar el coche a menos de 2.000 ... pasos de su portal, con algodones puestos en los
oídos para amortiguar el ruido que producen con cadencia los pitidos intermitentes de las máquinas de obras públicas que empiezan la faena a las 08:00 horas y que no sabe cuándo la termina.
Todo sea por el mantenimiento, por la puesta a punto, los parches o como quieran que llamen a lo que es un simple maquillaje de las calles del barrio. Y empleo lo de simple porque cuando los
vecinos creían que se iba a reponer el acerado y., de paso, aprovechar para echar una capita de asfalto hasta que con el próximo reventón de la red de agua obligue a abrir en canal un trozo
de calzada, resulta que se reponen cuatro bordillos, se deja el resto como estaba y eso sí, el asfalto que no falte, ni ahora ni cuando se abra el costurón para arreglar la avería. Sobra
tanto que hasta se van a asfaltar calles adyacentes que hace nada -año y pico- que se remodelaron al cien por cien. El exceso bien se podía haber dedicado a remodelar al cien por cien las
que no se habían tocado en años. Nadie pone en duda que las obras públicas son molestas, pero, por encima de eso, hay que reconocer que son necesarias y que las incidencias que provocan hay
que aceptarlas y tomarlas con calma. Cuando lo fácil sería echarle la culpa a Sánchez, como cada dos por tres y por cuanto pueda pasar por aquí, allí o en Tegucigalpa, todavía nadie en mi
barrio le echan la culpa de las molestias a Pedro, aunque como la remodelación callejera dure unos días más, seguro que leemos titulares en ese sentido en la prensa local, provincial,
regional, en X, fase, blue, black, green o con lunares, redes sociales y en el vocero de la esquina, que no hay día en el que lo malo que pueda pasar no lo cargue en la mochila del inquilino
de la Moncloa. En nada de tiempo hemos pasado de la crítica al insulto. Así, en lo que se dice un suspiro o se mide un segundo, hemos abandonado el raciocinio y además nos hemos vueltos
daltónicos para ver solamente el color que nos interesa. Cuando estamos en plena celebración del vigésimo aniversario de los Juegos Mediterráneos Almería 2005, que destaca la historia como
el evento que pudo ser posible gracias a la unión y la complicidad de todos los almerienses, seguimos sin aprender y preferimos no pensar demasiado antes de abrir la boca y optamos, además,
por ir a nuestra bola sin mirar siquiera al que pasa por nuestro lado y que lo mismo, desde su propia óptica, nos puede guiar en medio de nuestra confusión. Hemos dejado de colaborar los
unos con los otros y se ha apostado por aquello del que venga detrás que arree. Hemos pedido el norte y la posibilidad de volver a estar todos juntos. Lo último, también debe ser culpa de
Sánchez ya que ni el Hospital ni el SAS la tienen. Once trabajadores sanitarios de guardia afectados por una intoxicación tras haber comido en la cafetería hospitalaria, donde coincidieron
los once. Pues no, el presunto culpable dice que allí no fue, que seguramente la pillarían en otro sitio. El día que la plantilla entera sea la afectada, hablaremos. De momento debe haber
sido Sánchez.