Jéssica tiene nombre de tongo | ideal

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Era la preferida, y en principio por su currículo, la más experta en las artes amatorias para señores de juegos de cama ajena. Daba el ... perfil deseado y el asesor-escolta-pagador, un


levantador como hundidor con dinero de curso ilegal, tras un detenido observatorio del álbum guía no dudó en recomendársela al jefe: «Jésica, tiene buena pinta». En el primer asalto al


parecer, la muchacha cumplió debidamente sus obligaciones con afecto y el jefe quedó tan complacido que le puso un piso ilegal, en la Plaza de España de Madrid –buscando la discreción– y la


colocóilegalmente en dos organismos estatales donde la desventurada Jésica no tenía ni dónde fichar. La elegida podía haber hecho carrera ilegal, en la administración pública llegando a


secretaria de Estado o ministra pero… A la jovencita le entusiasmó el piso de Plaza de España, no solo por el lujo del «Refugium Peccatorum» y su televisor de plasma, también porque estaba


cerca de Ferraz y de la universidad donde ella estudiaba en sus ratos libres las enfermedades típicas de la cavidad oral. Pero el jefe, hipersexual, insaciable –es lo que tiene el poder


omnímodo– quiso experimentar otras aventuras y recurrió nuevamente a su asesor-escolta para que le hiciera llegar el ilustrativo álbum gordo de Petete; quería conocer por sus propios ojos la


calidad del personal. Allí estaban las señoritas en papel couché, a todo color, en fila de a una y en ropas menores o sucintas diría yo, dispuestas a ser requeridas por el alto mando y sin


tantas exigencias como Jésica, que tras unos años de 'Cincuenta sombras de Grey', de la noche a la mañana, dejó de participar en orgías y pasteles. En el ostracismo, la desdichada


mujer plural esperó las consecuencias de acostarse con el patrón y las hubo llegando a modo de notificaciones judiciales y requerimientos de grupos políticos. Pero ella hasta ahora ha


contado verbal y por escrito todo lo que una mujer recatada y prudente puede contar, sin entrar en detalles efímeramente íntimos, que nada aportan al caso de la cosa. Jésica está abierta,


sinceramente abierta a cualquier circunstancia menos a líos y presuntas corruptelas de su amante, entre otras cosas porque ella recibía modestas ayudas dinerarias para llevar el día a día.


El asesor-escolta, que era muy generoso, le ingresaba el acostamiento más 200 euros para desplazamientos en taxi. Por 200 eurosun taxi en Madrid te lleva a Segovia y te comes un cochinillo


en Cándido. Pero todo lo bueno se acaba y, ahora, la chica debe estar pasando por una situación personalmente dura. Hasta el punto de que me insinúa un lobo nocturno que olfatea la noche


madrileña que Jésica, muy depresiva, se está planteando denunciar a su antiguo amo por despido improcedente porque le ha truncado su carrera de funcionaria que era el sueño de su vida. Los


viejos oficios y el dinero fácil suenan a tongo. Aunque siempre le quedará a Jésica la Odontología; al menos para abrir boca, que está la vida muy achuchada.