
Ganivet y su biógrafo | ideal
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Este año se cumplen 100 de la primera edición, por la valenciana Editorial Sempere, de 'Vida y Obra de Ángel Ganivet', del profesor granadino Melchor ... Fernández Almagro, libro
fundamental en la bibliografía que atañe a quien fue el sabio granadino por excelencia, por más que algún aspecto de dicha obra pueda resultar muy criticable, como a continuación intentaré
explicar. Antes, debo confesar que disfruto del privilegio de conservar en mi biblioteca un ejemplar de la edición original, que en nuestra familia ha ido pasando de padres a hijos y que,
pese a su buen estado de conservación –con forro y todo, ignoro si de mi abuelo o bisabuelo–, casi se deshace cuando lo consulto para elaborar este artículo. Este trabajo, en su conjunto,
presenta a Ganivet como un pensador reaccionario, en perfecta coherencia con lo cual Melchor Fernández Almagro empieza por citar, en el mismo preámbulo y casi al principio del mismo, a
Ramiro de Maeztu y Eugenio D´Ors, apóstoles de la reacción por antonomasia y enemigos declarados del progreso –lo que no debe ser en absoluto impedimento para reconocer al mismo tiempo su
extraordinaria valía literaria y formidable capacidad de argumentación–. Conviene recordar que el mismo Fernández Almagro fue, hasta el extremo, un tradicionalista político, cultural e
ideológico que puso una primera piedra en la visión ultraconservadora de Ganivet, una interpretación perversa, en sentido estricto, del pensamiento ganivetiano que alcanzaría su culmen, al
correr de los años, oponiéndolo a García Lorca como símbolo de Granada y del espíritu granadino, durante las últimas etapas del franquismo, por parte de los eruditos o, con mayor propiedad,
pseudo-eruditos de aquel siniestro régimen. Por otra parte, Fernández Almagro elaboró una biografía tradicional, en la que tanto la vida como las obras de nuestro genial pensador granadino
aparecen por estricto orden cronológico y, también como en todo trabajo de este tipo, presta una mayor atención al trance último del personaje, abordando en el postrer capítulo, 'Hombre
Acabado', las interpretaciones varias de la causa de su suicidio: graves problemas de salud, abrupto desengaño amoroso y/o frustración patriótica ante el llamado Desastre del 98.
Ganivet había sido, en cuanto a su aspecto físico, siempre siguiendo con fidelidad a su biógrafo, «un término medio entre moro y sacerdote egipcio» y, durante sus primeros años, un niño de
familia y ambiente muy humilde, que «apedreó perros y abroncó guardias municipales». El capítulo antepenúltimo, quizás el más interesante, 'Pío Cid, conquistador e intelectual', ve
a Ganivet en el personaje de Pío Cid, protagonista de dos de sus libros más conocidos, 'La conquista del Reino de Maya por el último conquistador español Pío Cid' y 'Los
trabajos del infatigable creador Pío Cid'. Para Fernández Almagro, Ganivet se autografió en este personaje, de lo cual va aportando diversas pruebas de similitud entre ambos, a lo largo
de todo el capítulo. Desde mi humilde perspectiva como un menos que modesto aprendiz de historiador, me he esforzado en apreciar como otro mérito del libro de Fernández Almagro el hecho de
que pueda servir como fuente histórica del ambiente, tanto granadino como madrileño –siguiendo, claro está, las andanzas del biografiado– de aquella época, así como los valiosos datos que
nos proporciona de personalidades destacadas del mundo de la cultura que tuvieron relación con Ganivet, tanto en Granada como en Madrid. El más destacado de los cuales llegaría a ser nada
menos que Miguel de Unamuno, con el que coincidió e hizo amistad en Madrid a principios de los años 90 del siglo XIX, cuando ambos preparaban oposiciones a cátedras de griego –Ganivet a la
de Granada, Unamuno a la de Salamanca–. Es bien sabido que mucho después, tras la muerte del granadino, Unamuno publicó la correspondencia que ambos se habían cruzado, bajo el revelador y
significativo título de 'El Porvenir de España'. No quiero terminar sin volver a referirme al biógrafo, reiterando sobre este más que notable escritor una opinión similar, al menos
en determinados aspectos, a la que he manifestado, al principio de este artículo, respecto Ramiro de Maeztu y Eugenio D´Ors. Resulta innegable que Fernández Almagro fue dignísima expresión
del genio español y granadino como historiador, investigador, crítico, escritor y divulgador de insoslayable mérito, calidad y brillantez intelectual. Pero al mismo tiempo es necesario
recordar que colaboró y hasta ostentó cargos políticos de no menor importancia –gobernador civil de Baleares, entre otros– en un régimen tan represivo, sanguinario y criminal como la
dictadura proto-fascista y nacional-católica del general Franco, cuyo basamento teórico Fernández Almagro contribuyó además a cimentar. Consideraciones todas ellas a tener en cuenta respecto
a quien sin duda fue una importante y hasta sobresaliente personalidad de la cultura, aun con terribles y extremos contrastes de luces y sombras.