Afectados por la dana y sin aparcamiento | las provincias

Afectados por la dana y sin aparcamiento | las provincias


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El cambio al final del trayecto de la línea 27 de la EMT y la suciedad y el bloqueo parcial de solares ha estrangulado el aparcamiento ... que necesita el vecindario de la conocida como


'finca Camáñez', situado en el límite entre Valencia y Alfafar. Este bloque de viviendas que pertenece a la pedanía, pero que está pegado a Alfafar, sigue sufriendo las


consecuencias del abandono institucional tras la dana, con unas escasas 20 plazas de vehículo para unas 400 viviendas. «Nos sentimos engañados», dicen desde el vecindario. La reducción de la


mitad de las plazas que se contaban antes de la riada se debe principalmente al nuevo paso de la línea 27 de la EMT. Originalmente, para llegar a su última parada, el autobús daba la vuelta


pasando por el término de Alfafar. Según informa Aniuska Dolz, la presidenta de la Associació de Veïnes i Veïns de La Torre, el paso del autobús por estas calles se veía entorpecido en las


curvas por coches mal aparcados, que bloqueaban constantemente su circulación: «Como la grúa y la Policía Local de Alfafar no actuaba con rapidez, se hizo el estudio que proponía el cambio


para hacer un desvío más directo hacia la parada». El problema ahora es que se planea que el autobús, cuando vuelve de Valencia, pase por las calles Alexandre Laborde y María Ros para llegar


a su última y primera parada (transcurriendo su recorrido únicamente en Valencia, sin entrar en el término de Alfafar). Estas calles tienen solo una acera y en su otra parte dan a


descampados mal acondicionados. Pedro Ródenas, vecino de la finca Camáñez, explica que los técnicos de la EMT y la alcaldía de Valencia les aseguraron que antes de hacer el desvío de la


línea 27 acondicionarían una parte del descampado para el aparcamiento, como han hecho los ayuntamientos de otros pueblos del sur. «En su lugar, al quitar todo el aparcamiento lateral de una


calzada donde antes se podía aparcar a los dos lados, se han cargado 35 plazas de golpe», se queja. No obstante, para los 1.200 vecinos de los 20 patios que conforman la conocida


popularmente última finca de La Torre, durante los últimos años aparcar ya era difícil. Pedro es de los pocos vecinos que paga una plaza en el único aparcamiento privado de la finca, con


espacio para unos 30 vehículos. «Estábamos ya muy saturados antes del cambio de la línea de bus. De hecho, no estamos en contra de que se haga el cambio, pero en la visita que nos hizo la


alcaldesa María José Catalá hace un mes, nos aseguró que se solucionaría primero el problema del aparcamiento, y después se procedería a cambiar la línea de bus», explica. La realidad ha


sido en el orden inverso. Entre el lunes y el martes delimitaron con líneas amarillas y pilones la eliminación de las 35 plazas de aparcamiento para dar espacio a los autobuses. El


miércoles, aunque el cambio de la línea de bus no se había efectuado todavía, las señales de «prohibido aparcar» pueblan las dos calles y sorprenden al vecindario. Ante ello, este sigue


recurriendo a su último recurso: los solares que rodean la finca, de donde los coches destrozados y el barro fueron retirados después de meses, pero que siguen muy sucios. Los restos de


cristales rotos provocan pinchazos en las ruedas. Hay grapas por todas partes, arrastradas por la dana de una fábrica de grapas cercana. Una vecina de la finca Camáñez expresa su


descontento: «No nos informan de nada. Ahora lo que pasará es que vendrá mucho la policía para quitar los coches que se dejen mal aparcados al no haber más sitio». La dana ha empeorado una


situación de insalubridad que el vecindario llevaba ya años denunciando: los solares que cercan la finca están llenos de malas hierbas y permiten la proliferación de ratas, mosquitos,


cucarachas y otros insectos. Entre el vecindario, algunos aseguran que los solares son ya de propiedad municipal, al pasar muchos años desde que fueran privados. «Vuelvo ahora de una reunión


con el alcalde de la pedanía, que dice que tiene la misma información que nosotros. Yo le he dicho que cuando llueva y los coches se llenen de barro, los vecinos no tendrán más opción que


aparcarlos en medio de la calle, no podrá pasar el camión de la basura, no podrá pasar el bus, y los problemas se multiplicarán», prosigue Pedro. «Por no hablar de que los vecinos se han


puesto enfermos con toda la polución acumulada, de meses con los vehículos amontonados en los descampados», añade. Además, uno de los solares está cerrado, y el otro está medio abierto


porque la valla que tenía antes fue tumbada en la riada. Pedro confiesa su confusión ante la premura de este cambio: «Es una línea de autobús que lleva ahí toda la vida, y si han esperado


tantos años para cambiarla, ¿no podían haber esperado unos meses? Y más ahora, en que muchos garajes afectados por la dana siguen sin estar disponibles, y hasta los vecinos de Alfafar tienen


que venirse a esta zona de Valencia a aparcar, o viceversa, y unos y otros se molestan». Añade con desasosiego que también esperaban el arreglo y el asfalto de las calles antes de que se


ejecutara el paso del autobús. «Hemos perdido la última medida de presión que teníamos para conseguir que solucionaran los problemas. Nos queda la rabia», afirma. Otro vecino de la finca,


Vicente Candel, critica: «La alcaldesa se dio mucha prisa en venir a inaugurar el campo de fútbol de La Torre, pero no la he visto inaugurando la nueva ruta del bus». Aunque comprende que


las calles de Alfafar por las que pasa originalmente la línea eran también estrechas, dice que otras alternativas habrían sido más deseables: «Enfrente, al lado de la rotonda, por ejemplo,


se podría hacer una parada de bus, para que este no tuviera que dar ninguna vuelta». El micro barrio lleva décadas sufriendo estar aislado del resto de la ciudad. Muchos valencianos, de


hecho, no conocen que La Torre continúa hasta esta finca, al otro lado de una enorme rotonda, formada por los últimos metros de la avenida Real de Madrid y por las calles Alexandre Laborde,


María Ros y Manuel Iranzo. De hecho, este conjunto de bloques de viviendas, que empezó a construirse en 1972, y acabó en 1975, es una rareza en la frontera de Valencia, al estar más cerca de


Alfafar (su acera de enfrente) que de la parte más amplia y poblada de La Torre. Tanto la alcaldía pedánea como la Associació de Veïnes i Veïns de La Torre llevan tiempo pidiendo mejoras de


iluminación y de alcantarillado. LAS PROVINCIAS ha contactado tanto con el Ayuntamiento de Valencia como con la EMT para recabar su parecer pero no ha obtenido respuesta sobre la


problemática.