Fenicios, un imperio construido a golpe de conocimiento | la verdad

Fenicios, un imperio construido a golpe de conocimiento | la verdad


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Sábado, 24 de mayo 2025, 08:08 | Actualizado 08:22h. Comenta Compartir Hace casi tres milenios, la princesa Elisa de Tiro (la antigua Fenicia o el Líbano actual) fundó Cartago en la tierra


de los gétulos (la actual Túnez). Una ciudad que pronto se convirtió en capital del imperio y en un puerto clave para la red de comercio que los fenicios establecieron a todo lo largo y


ancho del Mediterráneo un milenio antes de nuestra era. Hoy, los yacimientos con restos de las ciudades fenicias (posteriormente llamadas púnicas) son abundantes en tierras peninsulares y,


más concretamente, en la Región de Murcia, donde se fundó Cartagonova (Qart Hadasht o ciudad nueva) y donde, entre otras joyas, han aparecido los barcos fenicios de Mazarrón. Sin embargo, ha


sido la evolución de la ciencia la que ha permitido realizar un estudio internacional de ADN -publicado en la revista 'Nature'- que, tras ocho años de análisis, viene a concluir


que los cartagineses no eran fenicios o, lo que es lo mismo, que la huella genética de los fenicios del Mediterráneo oriental no está presente o es muy débil en las poderosas ciudades-estado


que fundaron por todo el litoral mediterráneo y, más concretamente, en la población púnica del Mediterráneo occidental y central en donde se hallaron restos susceptibles de ser sometidos al


análisis genético. El estudio, realizado por un equipo internacional de científicos del Centro de Investigación Max Planck-Harvard para la Arqueociencia del Mediterráneo Antiguo, examinó


una serie de restos humanos de 14 yacimientos arqueológicos fenicios y púnicos ubicados en el Levante Mediterráneo (las actuales Líbano y Siria e Israel), el norte de África (Túnez y


Argelia), la Península Ibérica (Cádiz-Gadir, Málaga-Malaka y Almería-Baria) y las islas mediterráneas de Sicilia, Cerdeña e Ibiza (Ybussim). El objetivo era determinar si el pueblo púnico


era descendiente directo de los fenicios originales de Oriente. Los resultados han sorprendido a los investigadores, porque el ADN reveló que la población de las colonias cartaginesas no


guardaban parentesco con los fenicios fundadores, como se pensaba, pese a que la arqueología sí ha probado que su cultura, su lengua, su religión, su agricultura y su tecnología naval y


comercial sí que se transmitió y dominó todo el territorio fenicio-púnico durante muchos siglos, además de dejar su huella en nuestro alfabeto y en nuestra cultura y tradiciones. SIN


MIGRACIONES MASIVAS «Esto ofrece una nueva perspectiva sobre cómo se propagó la cultura fenicia, no mediante migraciones masivas a gran escala, sino mediante un proceso dinámico de


transmisión cultural y asimilación. Observamos un perfil genético extraordinariamente heterogéneo en el mundo púnico», explica a raíz de la publicación científica David Reich, profesor de


Genética y Biología Evolutiva Humana de la Universidad de Harvard, quien codirigió el trabajo. «En cada yacimiento, la ascendencia de las personas era muy variable, siendo la principal


fuente genética personas similares a los habitantes contemporáneos de Sicilia y el entorno del Egeo, además de muchas personas con una ascendencia significativa asociada al norte de África».


Sin embargo, lo que derivó en un «resultado inesperado» para los genetistas: «Es el primer caso conocido en el que la genética muestra una discordancia total con la continuidad cultural»,


afirma Reich, ya que los cartagineses mantuvieron claros vínculos culturales con sus raíces levantinas a lo largo de varios siglos; «no tiene nada de extraño para historiadores y


arqueólogos», apunta la profesora de Arqueología de la UMU, Helena Jiménez Vialas, especialista en Historia Antigua y en concreto en la cultura púnica. CUESTIÓN DE SUERTE Y CIENCIA Para la


arqueóloga Helena Jiménez, las razones son diversas. Por un lado, «el mundo fenicio es más antiguo -en torno al 1.000 aC-, mientras que las muestras que han podido ser analizadas son, como


mucho, del s. V aC, muchos siglos de mezcla que han podido diluir la huella genética». Y, por otro, por la gran distancia entre Tiro y las colonias. «De Tiro a la Península hay 4.000 km, y


las escalas en diversos puertos durante la navegación serían habituales». Y, por último, «hay que tener en cuenta que de los primeros pobladores de las ciudades fenicias en la Península no


se conservan restos, porque el rito funerario era la cremación», aclara Jiménez Vialas. Y añade que, hasta el momento, en los yacimientos de la Región y de la desembocadura del Segura no se


han hallado restos viables para contribuir al estudio. Pese a que, «hoy por hoy, en la Región no hay ninguna necrópolis con restos fenicios documentados, si al hacer un parking o un edificio


apareciera un hipogeo con una familia fenicia en Cartagena, se podría estudiar. A veces la arqueología es cuestión de suerte», además de ciencia. Y destaca Jiménez Vialas que el


'boom' del ADN ha producido una revolución en este campo que permite obtener un mapa genético completo. Por lo que, confía, «lo que hoy no es posible, que es sacar ADN de huesos


cremados (los que ahora se tienen del inicio del imperio fenicio), quizá en un futuro próximo lo sea». La evidencia genética hallada tras el estudio de 210 individuos indica que el


intercambio comercial, las uniones entre grupos distintos y la interacción entre poblaciones desempeñaron un papel fundamental en el desarrollo y configuración de estas comunidades antiguas.


Unas ciudades-estado en las que prevalece el peso genético de los pobladores de la Edad del Bronce de Sicilia y el entorno del mar Egeo y el norte de África. Una muestra de la diversidad


que, constata la arqueóloga de la UMU, «queda reflejada en lápidas de Cartago y Atenas del año 500 y 400 aC con parejas mixtas: mujer griega y marido fenicio o a la inversa». «SOCIEDAD MUY


AVANZADA» Más allá de resaltar el poder del ADN antiguo para esclarecer la ascendencia y la movilidad de poblaciones históricas con registros escasos, como apunta Ilan Gronau, profesor de


Ciencias de la Computación en la Universidad Reichman de Herzliya (Israel) y coautor del estudio; «lo relevante» de esta investigación es que pone de manifiesto que «en esta cultura hubo


diversidad y mezcla, y no una mera ocupación por la fuerza. Fue una sociedad muy avanzada y que integró a todas las poblaciones, a las que supieron convencer, con las que negociaron y de las


que aprendieron nuevas lenguas para ello», analiza Helena Jiménez. Pero si hay algo que destaca sobre todas las cosas la especialista en Historia Antigua de la UMU es que, frente a la


ocupación masiva, que segregara o masacrara a las poblaciones, necesaria para dejar una huella genética fuerte en el territorio, lo que predominó en la conquista fenicio-púnica fue la


transmisión del conocimiento. «Los fenicios son los primeros que navegan grandes distancias y que cruzan todo el Mediterráneo. Con ellos, llevan una cultura muy potente y desarrollada. Entre


otras cosas, son los primeros que escriben en papiro, fundamentalmente de Biblos (origen de las palabras biblioteca y libro); tienen una tecnología naval nunca vista hasta la fecha; traen


especies animales y vegetales como la gallina, el almendro, el granado, la vid y el olivo, y las industrias asociadas, viticultura y oleocultura; introducen la copelación de la plata para


extraerla de la galena... Su muy avanzada tecnología ejerce un efecto llamada sobre otras poblaciones hacia la costa peninsular -explica destacando el papel de la Península en el imperio


fenicio-. Todo ello da inicio a la primera globalización del Mediterráneo, que pone en contacto civilizaciones aisladas hasta ese momento», va relatando. Y llama la atención sobre los barcos


fenicios de Mazarrón, «entre los mejores vestigios de su tecnología naval, aunque no eran barcos para grandes travesías», o sobre el yacimiento subacuático del Bajo de la Campana, donde se


descubrieron mercancías traídas por los fenicios (marfil, galena, estaño, cobre, piñones) aunque no han aparecido maderas del barco. Por todo ello, Helena Jiménez asegura que la expansión


del imperio fenicio-púnico supuso una auténtica revolución, similar a la que transformó casi dos milenios y medio después el mundo: el descubrimiento de América. * «LA PUREZA RACIAL ES UN


CONSTRUCTO CULTURAL» De esta investigación y de otras similares realizadas, la profesora de Arqueología Helena Jiménez asegura que se deduce que la pureza racial que abanderan ciertos


pueblos «es un constructo cultural» y estima que, al menos cada milenio, las poblaciones se renuevan casi por completo por las migraciones. De hecho, pone como ejemplo un estudio genético


internacional con participación de la UAB en La Almoloya, que detectó por la huella genética de un habitante que descendía del pueblo neolítico yamnaya de las estepas de Eurasia occidental y


de las poblaciones establecidas junto al mar Negro. Una variabilidad constatada en pueblos que se han considerado aislados, como el vasco, y que están emparentados con las familias


genéticas del resto de la Península, explica gráficamente Jiménez Vialas. LA REINA DIDO Y EL PAPEL DE LAS MUJERES EN LA COLONIZACIÓN FENICIA La princesa Elisa de Tiro fue obligada a casarse


con Siqueo -sacerdote del tempo de Melkart y poseedor de una gran fortuna- por su hermano Pigmalión, rey de Tiro y heredero de Matán I. Este, que codiciaba la fortuna de su cuñado, lo


asesinó y Elisa salió huyendo y con ella puso a salvo la fortuna marital. En su huida, hizo escala en Chipre, la primera colonia fenicia, y allí recogió a miembros de familias aristocráticas


chipriotas y, sobre todo, a mujeres, muchas de ellas sacerdotisas de la diosa Astarté -que dejó honda huella en la cultura ibérica posterior-, va aclarando Helena Jiménez, profesora de


Arqueología de la UMU y especialista en Historia Antigua y, en concreto, en la cultura fenicio-púnica. Aunque advierte de que las fuentes escritas de esta civilización son muy escasas, pues


usaban como soporte el papiro, del que no se han conservado restos, quedan testimonios coincidentes en escritos griegos y hebreos. Una vez en el actual Túnez, Elisa de Tiro, conocida como


'Dido' por la 'Eneida', propuso al rey gétulo -Jarbas, Yarbas o Iarbas-, que le vendiera terreno para fundar una ciudad e instalarse junto a su corte, y este aceptó


cederle tanta tierra como pudiera abarcar con una piel de buey. Fruto de este dilema -el primer problema matemático de isoperímetro: el de encontrar, entre todas las curvas simples posibles,


la que encierra la mayor área-, la astuta reina recortó en finas tiras la piel de toro, que unió en un largo hilo con el que formó una circunferencia de entre 1 y 2 kilómetros, consiguiendo


circundar una superficie de entre 10 y 25 hectáreas. Sobre esas tierras, en una colina de la actual Túnez, según fuentes griegas -el historiador Timeo de Taormina (s. IV-III aC)-, judías


-Josefo (s. I dC), que la cita la lista de Menandros de Éfeso de los reyes tirios s. X-IX aC- y romanas -Virgilio (s. I aC), en la 'Eneida'-, fundó Elisa de Tiro Cartago, la que


fuera la ciudad más poderosa e influyente de la civilización fenicio-púnica, que extendió sus dominios hasta el suroeste de la Península Ibérica (Cádiz y Huelva, por ejemplo). La ciencia


corrobora esta historia, tanto en este estudio de ADN, cuyo origen sitúa mayoritariamente en Sicilia, las islas del Egeo (Chipre) y el norte de África, que constata la veracidad de una


narrativa que ha pasado a la posteridad, sobre todo, a partir de Virgilio, como, en opinión de la profesora Jiménez Vialas, el papel destacado de la mujer en la civilización fenicio-púnica.


De hecho, explica sobre este último aspecto, a falta de fuentes escritas originales, los hallazgos en casas y necrópolis, como los de Malaka [Málaga], han demostrado que no se hacían


distinciones en los tratamientos y rituales funerarios entre hombres y mujeres. «Se las enterraban con las mismas riquezas y el papel de la mujer es mucho más protagonista que en las


civilizaciones griega y romana, con reinas y mujeres con poder dentro de esta sociedad». Comenta Reporta un error Límite de sesiones alcanzadas El acceso al contenido Premium está abierto


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