La infancia en el cine de víctor erice | la verdad

La infancia en el cine de víctor erice | la verdad


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Me encontré con nueve años al gran Víctor Erice con su magnífico largometraje 'El Sur', basado en la novela de su entonces pareja Adelaida García ... Morales. Se emitió en


televisión un sábado por la noche, cuando había dos canales; recuerdo verla junto a mis padres pasando a ser un absoluto descubrimiento. Estrella (Icíar Bollaín), la narradora protagonista,


y su enigmático padre, Agustín (Omero Antonutti), cuyo pasado condiciona sus vínculos familiares. Desde entonces la he revisitado en varias ocasiones y tanto ésta como su largometraje


previo, 'El espíritu de la colmena', las he tenido muy presentes y me han acompañado. Son películas que habitan en mí. La secuencia en que Ana Torrent descubre con sorprendente


fascinación al monstruo Frankenstein planteando al espectador la confrontación entre la realidad y la ficción ha quedado guardada en mi retina. Erice realiza un exquisito y delicado


ejercicio cinematográfico a través del cine metafórico buscando la fisura entre lo decible e indecible a través de sugerencias al espectador con infinitos significados mediante fantasías,


sueños, angustias y neurosis de sus protagonistas. Busca la sugerencia siempre apoyado en la evidencia de la imagen. Aborda los temas de la infancia y su relación con el mundo de los adultos


siempre desde la mirada de una niña que indaga en la intimidad familiar y despierta forzosamente a la madurez. El resultado son obras cinematográficas poéticas donde la luz constituye un


elemento esencial en la narración tomando un papel muy activo en el desarrollo de la historia. En 'El espíritu de la colmena' narra el viaje iniciático de Ana (Ana Torrent,


¡maravillosa!) en busca de ese espíritu que simboliza lo prohibido y lo inexplicable. Su padre, Fernando (Fernando Fernán Gómez), es un hombre silenciado, perdedor de la guerra. Ante la


soledad Ana emprende un viaje en solitario en busca de respuestas al enigma de la vida. Desde sus títulos de crédito con los que se abre, acompañados de dibujos pintados por las jóvenes


actrices protagonistas, se nos adelanta que toda la película consistirá en una inmersión en la mirada de la infancia. Sin embargo, en 'El Sur' nos propone un viaje de su


protagonista a través del tiempo: Estrella, una mujer madura que recuerda su infancia, pues necesita volver a vivencias del pasado infantiles mediante la lectura de sus diarios para


reelaborar sus recuerdos y buscar respuestas respecto a su identidad, relación y posición dentro del núcleo familiar. Agustín, su padre, de elevada complejidad psíquica, se recluye en un


mundo de tristeza y nostalgia. Su desaparición será absoluta en la adolescencia de Estrella cuando decide poner fin a su desdichada vida. Relata desde la conciencia de la hija el exilio


interno y, finalmente, suicidio del padre. En ambos largometrajes la ausencia del padre es lo que empuja a las niñas a buscar respuestas e indagar en cuestiones vitales ante el vacío de la


figura paterna. Ambas son películas de niñas «que no son niñas». Erice busca expresar una aventura interna, algo que sucede en la profundidad del individuo transformándolo. El saber de los


personajes sobre su pasado es mayor que el saber del espectador. Hay un tiempo anterior que condiciona las acciones y el comportamiento de los personajes, pero se silencia. Las relaciones


entre los personajes están deterioradas, aunque nunca se muestra las causas del deterioro. Se nos presentan familias desmembradas, pues cada uno de sus componentes vive en espacios y tiempos


distintos sin posibilidad de contacto entre ellos o con el resto. Los demás personajes se reducen a su mínima expresión en beneficio de la historia familiar central. 'El Sur' es


la prolongación de las cuestiones esenciales de 'El espíritu de la colmena'. Encontramos en ambas los mismos temas recurrentes: el exilio interior evocando un tiempo pasado mas


feliz, el mundo del cine como lugar de evocación (el cine Arcadia de 'El Sur'), así como la iniciación a la madurez descubriendo las propias raíces del pasado. Se refleja muy bien


en ambas la afinidad especial entre Ana y Fernando, así como entre Estrella y Agustín, concluyendo ambas en la imposibilidad de diálogo, es decir, de llegar a un verdadero conocimiento


personal entre ambos. Son historias de desmitificación progresiva planteando de una forma muy atractiva para el espectador, pero a su vez desgarradora, unas complejas y difíciles relaciones


paterno filiales. En ambos largometrajes se descubren dos grandes actrices como Ana Torrent e Icíar Bollaín, actualmente directora de cine. Las dos se convierten en títulos de culto y


obtienen prestigiosos galardones en diversos festivales. Si aún no han visto alguna de estas magníficas películas se las recomiendo encarecidamente. Ambas, sin duda, son dignas de pasar las


mas duras exigencias para la antología de cine español, conteniendo secuencias e imágenes de exquisita belleza.