Silencio cósmico | La Verdad

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De lo que bien puede tratar el arte es de la creación de formas, o la transmutación de la materia en líneas y volúmenes representativos, ... y no una mera producción de imágenes. Conviene


tener en cuenta esa intención creativa, y no tanto reproductiva, cuando se entra en la exposición que Ramón González Palazón (Mula, 1977) muestra en el Cuartel de Artillería, en Murcia, la


que se combinan pintura, escultura, instalación y también el audiovisual, formando una propuesta plástica única, en la cual las formas resultantes son ellas mismas su significado. No


representan algo fuera de ellas, sino que a partir del instante en que son creadas pasan a ser estados de la realidad. En este sentido, las obras no son percibidas como caprichos producidos


por el artista, sino como obedeciendo a unas leyes naturales que operan sobre la realidad, aunque ciertamente se trate de fuerzas poéticas. Mediante el artificio creativo, ya digo riguroso,


que maneja Ramón González Palazón, se nos permite asomarnos al enorme vacío cósmico, que podemos concebir como eternidad, pero que, en cualquier caso, se opone a nuestro existir individual.


Esos dos mundos no dejan de ser materiales. O estados de la materia, por los cuales la naturaleza transita, y que la irreversibilidad de la historia humana no deja de transformar en ciencia.


En estas obras de Ramón González Palazón los cuatro elementos clásicos de la naturaleza (aire, agua, fuego y tierra) se han reducido a dos: luz y materia. Una dualidad, pero más en la línea


del principio de dualidad onda-corpúsculo, que explica teóricamente el comportamiento de la luz. A lo que habría que añadir una oposición, la de la materia inorgánica con la orgánica, de la


que es quintaesencia. Si el hielo, al deshacerse, no es sino el paso del agua de un estado a otro, la persona humana no responde a ese principio, es o no es. Lo verificamos en la pieza


'Just a moment', en la que se muestra la disolución de la figura humana cuando se derrite el bloque de hielo sobre el que ha sido dibujada. Pero el universo no sólo es materia,


sino también antimateria. Luz y oscuridad. El acondicionamiento de la sala, debido a los/as alumnos/as del Master en Investigación y Gestión del Patrimonio Histórico Artístico y Cultural de


La Universidad de Murcia, que han comisariado esta exposición, sugiere y predispone a sumergirnos en un punto de vista cósmico. EN ESTA EXPERIENCIA ENFRENTAMOS NUESTRO HUMANO TIEMPO


BIOLÓGICO, DEL AQUÍ Y EL AHORA, A UN TIEMPO CÓSMICO QUE MIDEN LA LUZ Y LA OSCURIDAD De ahí que en esta experiencia inmersiva enfrentemos nuestro humano tiempo biológico, del aquí y el ahora,


a un tiempo cósmico que miden la luz y la oscuridad, y que nos desubica de nuestra individualidad. Entre medias, tenemos la materia, postulándose a través de sus estados cambiantes y de


variable inestabilidad, en el continuo movimiento de la energía y la entropía. Incluyendo la aparente permanencia de la tierra y lo mineral con su tiempo geológico. Circulando por este


espacio expositivo no hay propiamente fondo, ni límites perceptivos, fuera de los muros de la sala, ni arriba o abajo, o verticalidad u horizontalidad sugeridas. El marco, como se comprueba


en 'Atravesar el umbral', es en sí mismo la obra. De la misma manera que, en 'Unitas', la dimensión y el sentido espaciales son indiferentes. El universo es uno y vuelto


sobre sí mismo. Sin tamaño, incluso, tal y como, intuitivamente, sospechamos ante 'Illo tempore'. No estamos frente a un modelo o imagen posible del cosmos, sino asomados a un


umbral del espacio-tiempo. NATURALEZA VISIBLE Podemos concluir que en estas obras de Ramón González Palazón se sigue considerando el arte como mímesis, pero no, en este caso, de la


naturaleza visible, lo que sería una mímesis ingenua, sino de la naturaleza vista a través del conocimiento y de la ciencia actuales. Lo que no convierte simplemente a Ramón González Palazón


en un artista actual, sino en un creador de arte verdadero. Ramón González Palazón no confunde en ningún momento los materiales con los que trabaja, tecnológicos en su mayoría, puesto que


no es esta característica la que define los contenidos de las piezas y sus efectos. Sino que, por medio de esos materiales y técnicas, consigue expresar nuevas formas, con las que visualizar


mejor el mundo en el cual habitamos, expuesto precisamente al tremendo impacto que la tecnología humana, amparada en el conocimiento científico, supone para el planeta, liberando fuerzas


que la naturaleza guardaba dentro de sí misma. Estamos, sin duda, con 'Luz y tiempo' ante una de las exposiciones del año, que nos permite, además, vislumbrar una obra y un artista


en constante progresión.