José manuel martínez: «cuando cerramos el centro de día de jesús abandonado, los usuarios nos animaban a nosotros» | la verdad

José manuel martínez: «cuando cerramos el centro de día de jesús abandonado, los usuarios nos animaban a nosotros» | la verdad


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José Manuel Martínez (Soria, 1962) cumple tres años como presidente de la Fundación Jesús Abandonado, entidad de referencia en la atención a las personas sin ... hogar del municipio de


Murcia. Desde su llegada, ha tenido que afrontar importantes retos derivados de la financiación, que se han hecho visibles, de manera especial, en los últimos 12 meses, en los que la


fundación ha tenido que cerrar dos centros que sigue considerando fundamentales: el de reducción de daños, destinado a personas con situaciones extremas de salud mental y adicciones, que


cesó su actividad en mayo de 2024; y el centro de día, que tuvo que echar la persiana hace solo dos semanas. «Dos carpetas» que siguen encima de su mesa hasta que encuentre la forma de


devolverlos a la vida. Hablamos con él en el comedor social, a pocos metros de las instalaciones recién cerradas, por donde siguen pasando a diario en busca de un plato de comida muchos de


los usuarios que han vuelto a estar en la calle de sol a sol. -¿CREE QUE HAY UN DÉFICIT DE INVERSIÓN EN POLÍTICAS SOCIALES EN LA REGIÓN DE MURCIA? -La responsabilidad principal de atender a


las personas vulnerables corresponde a la Administración, y así la acepta y así la están desarrollando tanto los ayuntamientos como la Comunidad Autónoma y el Estado. Los demás somos medios


para ayudar. Ellos son los que nos dirigen, los que definen las políticas sociales y dedican fondos. Es cierto que la Administración incrementa las ayudas, pero no es suficiente, porque se


necesita dinero para mucho. Por eso lo que hace falta es ver en qué orden ponemos las necesidades, ser valientes y definir prioridades. Si está subiendo el índice de pobreza y la necesidad,


a lo mejor hay que echar una mirada al incremento de los gastos en los que se incurran. Por eso yo a la Administración le pido reflexión. Pero también le pediría algo al propio tercer


sector. -ADELANTE. -Que a la hora de pedir nos centremos cada uno en la mayor necesidad. Nosotros también tenemos que ser reflexivos y ajustarnos a lo que es estrictamente necesario. A


partir de ahí, hay que poner en la mesa una palabra interesantísima: gestión, pero debería ser una gestión mancomunada. ¿Por qué no trabajamos en red? ¿Por qué, si tenemos el mismo usuario


con una variedad de necesidades, no nos agrupamos para atenderle y generamos más eficacia y más eficiencia con unos recursos que son limitados? -¿Y QUIÉN CREE QUE DEBERÍA LIDERAR ESE


PROCESO? -Nosotros ya hemos empezado. Jesús Abandonado tiene planes que proponer y ya estamos pensando en quiénes pueden ser nuestros compañeros de viaje. Ahora estamos de actualidad porque


nos hemos visto obligados a cerrar un centro de día para las personas sin hogar que teníamos desde 2015, y lo lamentable es que no hay otro. Pues a lo mejor es momento de tomar la iniciativa


entre cinco o seis entidades, cada una aportando algo, para hacer un todo y luego ir con esa gestión a nuestras instituciones a ver si quieren ayudar. Y si no es suficiente, a la sociedad


civil. Yo lo que quiero es que el tercer sector deje de ser una pequeña, pequeñísima empresa, o una agrupación de pymes para ser una gran fuente de solidaridad. -¿EN QUÉ SITUACIÓN SE


ENCUENTRA HOY EL SINHOGARISMO EN MURCIA? -Es una realidad muy amplia. En 2024 atendimos a 3.456 personas. ¿Y qué es lo demoledor? Que el 72% de ellas acudían a Jesús Abandonado por primera


vez. Son datos para hacernos reflexionar. A pie de calle estamos trabajando con 57 personas que no quieren someterse a una mínima norma de relación y que son las más difíciles, porque no se


les puede imponer una solución. Luego tenemos otros usuarios a los que les han salido las cosas mal en la vida, pero que tienen pequeñas ayudas. Y, por supuesto, hay quien viene a este país


buscando un mundo mejor y pasa por aquí. Tenemos 202 personas en nuestro albergue, 23 viviendas que engloban a 90 personas en programas de recuperación, y nuestro buque insignia, que es este


comedor social, donde estamos atendiendo a 300 personas diariamente, entre comidas y cenas. Jesús Abandonado está abierto 365 días al año y es el puente para que estas personas en situación


de calle dejen de deteriorarse y puedan regresar a la vida que ya tuvieron. Porque en esto no se nace, te haces por muchos caminos distintos. -LA ÚLTIMA MEMORIA DE LA FUNDACIÓN SEÑALÓ QUE


LOS USUARIOS SON CADA VEZ MÁS JÓVENES. ¿A QUÉ ACHACAN EL CAMBIO DE PERFIL? -Llevamos un par de años notando ese incremento. Lo que vemos es que nos vienen personas que, cuando termina la


tutela de la Administración, no tienen dónde ir. Son criaturas que han venido de sus países, se han encontrado con una sociedad amable y que les acoge, pero que no tiene un programa de


continuidad cuando cumplen 18 años. También tenemos que las familias atraviesan sus problemas, y hay chicos que nos declaran que tenían ganas de irse de casa. Y hasta ahí puedo leer. Son


personas con muchos factores de vulnerabilidad. Por eso estamos abriendo líneas para poder trabajar, pero también estamos limitados. -EN ESE CONTEXTO, ¿QUÉ OPINIÓN LE MERECE EL POSIBLE


CIERRE DEL CENTRO DE MENORES EN LA PEDANÍA DE SANTA CRUZ, QUE ATIENDE A ESOS MENORES TUTELADOS QUE LLEGAN YA DE ADULTOS A SU ENTIDAD? -Lo que yo siento es que debo de estar al lado de


nuestras administraciones, y digo al lado porque no creo en los frentes ni en la dispersión. Lo que creo es que todos tenemos que actuar por el bien común, y quiero entender que cuando se


cierra un centro, debe haber una motivación, pero nunca se debería cerrar nada que no tuviera una solución alternativa. -¿PUEDE EXPLICAR LO SUCEDIDO CON EL CENTRO DE DÍA? HA SIDO


SORPRENDENTE VER EL ANUNCIO DE SU CIERRE TRAS DIEZ AÑOS FUNCIONANDO SIN PROBLEMAS. -Generalmente, cuando llega el 1 de enero, tú sabes lo que vas a necesitar para repetir el año dando la


misma atención. ¿Cuál es la gran incógnita? Lo que vamos a ingresar. El tercer sector no tiene ingresos regulares. Nos vertebramos participando de los programas que diseña la Administración,


que unas veces se adjudican de forma directa; otras, a través de un convenio, que por lo menos te da un marco de dos o tres años para organizarte; y hay veces en que se pone un concurso


para que cada entidad se presente, donde la que obtiene más puntuación, se lo lleva. Cuando nosotros teníamos un resorte por el que conseguir la ayuda, lo aplicábamos. En el momento en que


hemos concursado y no hemos tenido ese resorte porque otras necesidades del sector se han considerado más prioritarias, hemos tenido que trabajar a pulmón. Lo hemos hecho durante dos años,


pero ahora ya no podemos, porque pondría en peligro la sostenibilidad de la entidad. Pero, tengo que decirlo, para que quede claro: en otros programas hemos conseguido más financiación de la


Comunidad, lo que pasa es que tú no puedes coger dinero de un programa y llevártelo a otro. -¿CÓMO VIVIÓ EL MOMENTO? -La decisión se tomó en un patronato del 7 de abril durísimo. Tenía que


ver las caras de los patronos al firmar un acuerdo por el que teníamos que prescindir de un servicio que funcionaba como un tiro y que protegía a 60 personas que no tenían otra solución. La


solución ha sido volver a la calle todo el día. Por eso tenemos frustración y mal cuerpo. Hubo una cosa emocionante. Cuando hubo que dar la noticia, los que se iban a la calle animaban a


nuestros trabajadores sociales y a los directivos que dieron la noticia. Nos animaron y nos aplaudieron por lo que habíamos hecho. Ese aplauso me lo tomo como un compromiso para volver a


abrirlo. Estamos trabajando y viendo cómo conseguir recursos. Si no son de las instituciones, serán de particulares. Son 150.000 euros cada año, pero tampoco conseguimos nada con que alguien


los ponga una vez si luego no sabemos si volverán. Uno de mis sueños sería que se pudiera llegar a un convenio sobre muchas cosas que deben de calificarse de prioritarias que pudiéramos


establecer entre todos. -¿Y CÓMO SE ENCUENTRAN ESAS CONVERSACIONES, QUE IMAGINO QUE ESTÁ MANTENIENDO, PARA EXPLORAR ESA POSIBILIDAD? -Yo tengo que estar muy agradecido porque, cuando vamos a


hacer alguna propuesta, somos escuchados. Yo entiendo que hay cosas que se pueden hacer y se hacen, y otras que tienen que esperar. Pero yo creo que lo que pedimos está bien pedido, y que


en algún momento se hará, porque es una necesidad pública. Hay que confiar en las personas que nos administran, porque ellos tienen una visión global y para que una sociedad se articule y se


vertebre, todo es importante. Ahora, eso sí, yo pido reflexión a todas las fuerzas políticas para que enfoquen la pobreza y la necesidad poniéndose en la piel del que tenemos que atender, y


no de ideologías. -¿VE POSIBILIDADES DE REABRIRLO ESTE AÑO? -Yo no sé cuándo, pero nos vamos a dejar la piel para que, bajo esa fórmula u otra que encontremos, podamos recuperarlo y hacerlo


más grande. Tengo también la ilusión, y a ver si lo consigo en este año, de que esa cola de personas que esperan para el comedor, que llegan a las nueve y esperan hasta las doce y media,


deje de estar en la calle. A ver si conseguimos que estén en un centro de día donde puedan descansar, hablar con otros, tomar un café, y lo más importante: donde nosotros podamos trazar


itinerarios y utilizarlo como puerta de entrada al resto de atenciones. -ACABAN DE RELEVAR AL DIRECTOR DE LA FUNDACIÓN. ¿CUÁLES HAN SIDO LOS MOTIVOS? -Jesús Abandonado tiene un patronato que


orienta hacia dónde hay que ir, y luego un órgano de gestión. Teníamos un equipo directivo de hace 20 años. La sociedad se transforma, y las fundaciones se transforman, y se requiere poner


el foco de otra manera y en otros puntos. A la hora de pilotar los proyectos, hay quienes continúan y quienes han cumplido una bonita misión. Se acaba un ciclo y de mutuo acuerdo hay


personas que continúan y algunas, aparte del director, que salen a desarrollar sus capacidades en otro lado. Ahora tenemos nueva dirección con una mujer, Isabel Cava, que está trabajando con


un equipo unido para cumplir lo que el órgano de gobierno entienda que hay que hacer. Estamos en una fase de refundación. Pero son cosas que yo considero naturales. * «NOS PRECIPITAMOS AL


ABRIR LAS INSTALACIONES DE REDUCCIÓN DE DAÑOS» -EL PASADO AÑO TUVIERON QUE CERRAR SU CENTRO DE REDUCCIÓN DE DAÑOS TRAS SOLO TRES MESES DE ACTIVIDAD, TAMBIÉN POR FALTA DE FINANCIACIÓN.


SUPONGO QUE CONTABAN CON UN APOYO QUE FALLÓ. -Hubo conversaciones antes de lanzarnos, lógicamente. Lo presentamos a las instituciones y gustó, pero también fue un momento convulso para la


sociedad murciana, hubo un cambio de Gobierno en el Consistorio, y había unas necesidades que también han sido públicas y notorias en el Ayuntamiento. A veces, pasan cosas ajenas a las


voluntades. Y por qué no decirlo, creo que nosotros nos precipitamos, al abrirlo, y lo tuvimos que pagar. -¿QUÉ VIERON EN EL TIEMPO QUE PUDIERON TENERLO EN MARCHA? -Fue una existencia fugaz,


pero nos ha dado una fuerza brutal, porque lo que era teoría o expectativa se ha convertido en una memoria con declaraciones de usuarios, de familiares, de trabajadores... Hoy tenemos un


método a disposición de la sociedad murciana para que, si encontramos un suelo y una financiación, podamos levantar un lugar para estas personas. Es otro de esos proyectos que yo invito a


hacer entre varias entidades. Son personas que tienen un comportamiento complicado y, desgraciadamente, la calle trastorna y enferma la mente, y también hay adicciones. Con todo eso, estas


personas se van deteriorando a cierta velocidad. Y hay que quererlas y atenderlas. Necesitamos un espacio donde profesionales puedan ayudarles a mejorar. Teníamos gente que, de estar 24


horas en la calle, empezó a pasar más de la mitad de su tiempo en ese entorno, con lo que arrancábamos tiempo de calle, se reducían los consumos... En los tres meses que abrimos, concluimos


que ese era el camino. De hecho, en mi mesa, si ahora vamos a mi despacho, hay dos carpetas: una, la de reducción de daños; y otra, la del centro de día.