
Ember estefenn: más que un educador
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La muerte es a veces un acontecimiento que nos arrebata de manera injusta a grandes personas. Conocí a Ember Estefenn a comienzos del 2014 y pude ver en él uno de esos héroes que
silenciosamente construyen país, sin estar en las portadas de las revistas o en los micrófonos de las emisoras. Fue un educador como pocos y un ser humano cuyas condiciones son difícilmente
repetibles. Ember era médico de la Universidad del Rosario, especializado en Psiquiatría y se preparó para ser un formador de seres humanos. Fue Coordinador de la Tercera Sección del
Gimnasio Moderno, siendo ese amigo y confesor de adolescentes que sabía como orientar el talento y moldear la rebeldía hacia la verdadera vocación de las personalidades. Yo lo conocí como
rector del Colegio Sabio Caldas que tiene hace años en concesión el Gimnasio Moderno en Ciudad Bolívar. Ember llegaba temprano e imponía un ritmo de trabajo frenético con una pasión
contagiosa que se podía percibir en la manera como docentes y alumnos interactuaban con un profesional que encontraba el sano equilibrio entre bacanería y autoridad. Ghandi solía decir que
las personas deben ser el cambio que quieren ver en la sociedad. Ember era esa frase en su más puro sentido de aplicación. Siempre creyó en una educación que fuera capaz de reducir las
brechas sociales y darle camino abierto a los talentosos, sin que fuera la carencia de dinero una especie de ancla para la movilidad social. El Sabio Caldas, con el nombre de nuestro héroe
histórico, fue el laboratorio de la educación que Ember y tantos colombianos soñamos. El Sabio tiene una jornada completa con doble alimentación, tiene educación vocacional y técnica en los
últimos tres años de bachillerato, estimula la formación matemática, científica y de lenguaje con la educación creativa, deportiva y digital. Además fue un ejemplo en los convenios de
bilingüismo e intercambios con Canadá y en la asociación de la pertinencia educativa con las oportunidades de empleo. Aunque mantenía un gran escepticismo con la política, lo picó el bicho
del servicio público y aceptó ser el Director de Primera Infancia y Adolescencia en el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar. No hay duda de que su estilo de mando y su dinamismo
creativo chocó muchas veces con los desiertos de la burocracia, el excesivo formalismo y tal vez las presiones políticas. A pesar de ello, llevó ideas, iniciativas y proyectos que estoy
seguro trascenderán. Pero Ember fue mucho más que un educador. Constituyó una linda familia junto a Camila Hoyos y como padre era también un ejemplo a seguir. Siempre le agradeceré todos los
consejos que me brindó en la búsqueda de colegio para mis hijos y cómo me contribuyó en la formulación de proyectos para el acceso a la educación. La muerte injustamente nos arrebató al
amigo y sobre todo al scout que encarnó la promesa de honor de “cumplir sus deberes con Dios, con la patria y con el prójimo en toda circunstancia”. ¡Gracias amigo! Iván Duque Márquez
Senador [email protected]