José f. Peláez: el cordero místico y los pastores pasiegos

José f. Peláez: el cordero místico y los pastores pasiegos


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Si no dejaron de votar al PSOE tras el GAL de Felipe, no dejarán de hacerlo tras la fontanería de Cerdán; si no les importó el Faisán de Rubalcaba, no les importará el de Koldo; si Roldán no


fue motivo suficiente, no lo será ... Ábalos; si no fue determinante que Zapatero enviara al paro a cuatro millones de personas, tampoco lo será el precio de la vivienda. El problema no es


lo que el PSOE sea capaz de hacer sino lo que sus votantes son capaces de tolerar. Eso sí que es aterrador. Por más que algunos se empeñen en convencernos de lo contrario, Sánchez no es un


tipo normal, sino un hombre profundamente dañado. No es capaz de comprender que la ley opera para todos y que, quizá, su mujer haya podido incurrir en ilegalidades; prefiere pensar que el


universo conspira contra él. No puede aceptar que su hermano esté imputado por motivos sólidos; es más cómodo imaginar una guerra judicial. Su cerebro no está preparado para asumir que el


fiscal general del Estado está imputado porque lo merece; es más fácil intuir un ataque vicario. Cuando alguien entra en un pozo tan hondo, solo tiene dos opciones. La primera consiste en


rogar que una mano le ayude a salir, asumir las consecuencias y retirarse a sus aposentos durante diez años, sin aceptar una sola entrevista e intentando hacer en todo momento lo contrario


de lo que haga la familia Bono. La segunda es seguir escarbando en el hoyo, rebozarse en el fango como el Tío Gilito en aquellas monedas de oro y chapotear enloquecido hasta ahogarse.


Sánchez ha optado por lo segundo. No sabe salir, no puede salir y ya recuerda a Slobodan Praljak bebiéndose un chupito de cianuro delante de las cámaras. En su mente oscura, cree ser una


víctima y, por ello, el cordero místico que encarna la lucha del pueblo contra su opresor. Porque Sánchez no es un político –nunca lo ha sido–, sino un deportista mediocre que ha visto


demasiadas veces aquel vídeo en el que Gasol empujaba con el pecho a Kevin Garnett y se ha creído que la vida es una competición. En lugar de leer libros de Marco Aurelio, los ha leído de


autoayuda y por eso piensa cosas como «si puedes soñarlo, puedes lograrlo», «tu única limitación eres tú» o «no sabía qué ponerme y me puse contento». Y esto no solo es ridículo sino


peligroso. Porque quien piensa así jamás renunciará al 'doping' que le da el poder. Y ahí todo vale: controlar la prensa, los jueces, los fiscales, el IBEX35 y amenazarlos a todos


través de sus sicarios pasiegos. El problema no es que el secretario general del PSOE utilice a militantes contra la Guardia Civil, sino que los militantes consideren que eso es parte del


juego. Pero peor aún es que haya millones de personas capaces de renunciar al Estado de derecho por el bienestar de un hombre. Aunque, si lo pensamos, tampoco es tan raro: si hasta la Real


Academia de la Lengua está repleta de mediocres que no creen que Luis Alberto de Cuenca merezca ocupar una silla, a ver cómo le explicamos a un macarrita de Tetuán el concepto de democracia.