Granada vuelve a una normalidad enrarecida | ideal

Granada vuelve a una normalidad enrarecida | ideal


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Martes, 29 de abril 2025, 15:44 | Actualizado 17:08h. Comenta Compartir Granada ha vivido un martes de reinicio con aires pandémicos pero normalidad recuperada de un solo golpe. El día


comenzaba como uno cualquiera y tan solo las anécdotas de ayer recordaban que la ciudad había pasado del negro más absoluto a la luz durante una noche larga. Todo era extraño pero usual. Un


término medio desconcertante. La sensación de alivio era grande en el súper Ribera donde rehacían la caja que ayer hicieron a mano. Los clientes se desperezaban después de una jornada en la


que compraron de manera urgente agua, ingredientes para bocadillos y pilas. Paqui García, carnicera, junto a Ana Guerrero, encargada y Alfonso Pimentel, segundo encargado de este


establecimiento protagonizaron ayer el 'saldremos mejores' que no acababa de relucir tras la pandemia. «Fuimos felices porque pudimos ayudar a la gente». En el súpermercado Ribera


la jornada del lunes fue complicada pero gratificante. Lo hicieron todo a la antigua usanza y hoy enseñan orgullosos los datos de la caja, que ahora hay que cuadrar. El pan lo vendieron en


15 minutos. «La gente se llevaba pilas y latas, estaban nerviosos». A las 20.50 echaron la persiana de forma manual hasta hoy que comienza un día de normalidad. Una vez satisfechas las


primeras necesidades y ya sin apagón encima, los clientes entraban con cuentagotas a las tiendas. Como con miedo a comprar cosas superfluas y sin precisar las vitales que ya adquirieron ayer


cuando el miedo a quedarse sin todo les pisaba los talones. «Se supone que es la semana de más trabajo del año, la del Día de la Madre y la gente no está entrando esta mañana. Todo está


raro, las gasolineras a tope, cuesta volver a la normalidad», decía Emilio Muñoz, de Caladium, con la jornada del lunes salvada mientras descargaban un camión de flores de Holanda y


conservaban las de la cámara. En la Tahona de los Galindos, Carmen derrochaba simpatía con Conchi, una clienta y trabajadora del hotel San Antón que quería comprar dulces para sus compañeros


de trabajo. PERSIANAS FORZADAS En la calle Mesones había gente pero más bien paseando, mirando, oteando el retorno a lo normal. Algunos chavales de instituto y jóvenes universitarios que


han aprovechado la mañana para dar una vuelta ya que no había clases lectivas como tal. «Ayer era un lunes muy bonico, porque están siendo así, con mucha clientela hasta que... se fastidió»,


contaba Vanesa Díaz, mientras acicalaba la puerta de la tienda Spagnolo. Esta dependienta relataba un día de mucho miedo junto a sus vecinas de negocio. «Nos pusimos aquí unas sillas en


mitad de la calle pero estuvimos nerviosas porque no podíamos cerrar con las persianas eléctricas y teníamos miedo a los robos». Mientras, en la plaza de la Trinidad veían los bares a tope y


cómo la gente estaba bebiendo y disfrutando la vida por si venían tiempos peores. Gema Dueñas, de Parfois, cerró la cancela de forma manual y hoy no la podía abrir. «Tuvimos que tomar


decisiones... ahora estaría yo vendiendo mucho por el Día de la Madre pero han venido las cosas así». Las dos amigas le quitaban hierro a este lunes negro y comentaban con los policías


nacionales que les echaron una mano ayer las anécdotas de la jornada. «Fui a ver a mi padre que es mayor y estaba solo», comentó uno de los agentes que también estuvo regulando el tráfico y


echando una mano allá donde pudo. Todo les recordó a una pandemia comprimida en un día. «NOS PEDÍAN COMIDA» Los bares de Granada se convirtieron ayer en un servicio esencial de primera


necesidad. La gente tenía hambre (y también sed) y los locales de hostelería sacaron pecho para resistir. «La gente nos pedía comida, que les diésemos lo que fuera», relataba Gregorio


García, presidente de la federación de hostelería y propietario de Óleum. García contaba que algunos bares aguantaron hasta las cuatro de la tarde y otros incluso hasta que se fue el sol. El


presidente de los hosteleros apuntó que los grifos de cerveza aguantan hasta ocho horas con su sistema de hielo y que el butano permitía calentar cosas. Las potentes cámaras frigoríficas


conservaron los alimentos aunque las pérdidas hayan sido inevitables. «Teníamos recursos: jamón, ensaladilla rusa, ensalada de verano, salchichón…». Los turistas también buscaban dónde comer


con cierto temor. «Una vez más la hostelería ha demostrado que es un sector esencial y que además de ser estratégico desde el punto de vista económico,es una arteria para el funcionamiento


del país y ha dado solución a los problemas de movilidad que han tenido muchas personas afectadas», dijo Gregrorio García. La normalidad volvía a los bares también durante la mañana, con los


desayunos habituales al principio y con más ambiente, después. En realidad nunca pararon y han demostrado que aportan la alegría que se necesita en los momentos críticos. Comenta Reporta un


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