
La locura de pedir cita médica en granada | ideal
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Comenta Compartir El domingo fui a Urgencias. Me habían salido una especie de picaduras en la cara, junto al ojo. Al principio creí que era cosa de la alergia, que este año es agotadora.
Luego, al ver que la mancha se extendía, pensé que una araña se había colado entre las sábanas y se había puesto morada. El caso es que el domingo por la mañana, con el ojo que parecía un
mapache, fui a urgencias. «Esto es un herpes. Un Herpes Zoster», dijo el doctor, como si estuviera presentando a dos nuevos amigos. Poca broma, en realidad. Resulta que al estar cerca del
ojo debía tener sumo cuidado, porque podía afectar a la visión. Me mandó un antiviral fuerte y me dijo que fuera al médico de cabecera al día siguiente para que hiciera seguimiento. Y aquí
empezamos. Intento pedir cita médica con la app 'Salud responde' pero, al pulsar sobre el icono, me devuelve un mensaje que dice que no es posible en este momento pedir cita, que
si lo deseo puedo apuntarme para que me llamen del centro de salud en un plazo de 72 horas. Como yo lo que necesito es ir al médico al día siguiente, que no me quiero quedar tuerto, insisto
varias veces y cierro y abro la aplicación. Nada, no hay manera. Se me ocurre que lo mismo es problema de mi app, así que pruebo con el móvil de mi mujer. Y sí, funciona. Me da cita para el
lunes. ¿Por qué? Es un misterio. Más tarde, hablando de esto con una conocida, me dijo que ese mensaje -el de que no es posible pedir cita- sale muy a menudo, que hay que seguir probando y
probando... Así que supuse que fue eso, cuestión de insistir. Ja. Lo primero que veo en el Centro de Salud es un cartel pegado en la puerta: «Si has nacido en 1959 o 1960 pregunta a tu
enfermera, ya puedes vacunarte del Herpes Zoster (culebrina)». En la sala de espera hay tres personas que bien podrían haber nacido en 1960, así que me siento lo más lejos posible. No
obstante, escucho su conversación. Resulta que dos de ellos vienen sin cita, «porque no hay manera», y les han dicho que si esperan les podrán atender al final de la jornada. Llevan aquí dos
horas. -Le digo yo a usted que a esta edad es fundamental tener un amigo médico que le haga las pruebas que necesite sobre la marcha. -Tres meses me han dicho que tengo que esperar. -En
tres meses pueden pasar muchas cosas. -Mi hija se ha puesto un seguro privado y ya no se lo quita, por si se pone mala. -Y hace bien. Hablan visible y literalmente dolidos. Uno tiene la
espalda destrozada y la otra no se quita las gafas de sol por una reacción alérgica -ya les dije-. En vez de llamarme mi doctora, es otro médico de cabecera el que pronuncia mi nombre. En
cualquier caso, entro y le cuento la película. El trato es estupendo, me da indicaciones sobre el cuidado de las pupas y me subraya que pida cita para el lunes que viene, justo el día en que
se termina el tratamiento de los antivirales, porque hay que comenzar otro distinto. Anotado. Pasé el lunes abriendo y cerrando la app de Salud Responde, pero nadie respondió. Ni en mi
móvil ni en ningún otro. Entonces seguí las instrucciones y dejé mi teléfono para que en un plazo de 72 horas me llamaran desde el centro de salud para cerrar una cita. El martes, a las 9.02
horas, me llegó un SMS: «Su centro de salud le llamará por teléfono a lo largo del día para Consulta de Medicina Familia». Qué maravilla, pensé, ahora puedo concentrarme tranquilo en no
rascarme la cara. Y así llegó el miércoles. MARQUÉ EL 955545060 Y ME CONTESTÓ UNA MÁQUINA El miércoles, viendo que no llamaba nadie y que por más que lo intentaba con la app no lograba
absolutamente nada, probé a llamar por teléfono. Marqué el 955545060 y me contestó una máquina. «Bienvenido a Salud Responde. Le recordamos que todas las gestiones puede realizarlas a través
de nuestra aplicación móvil». Ya, bueno... «Si es usted mayor de 70 años, pulse 1. Si quiere cita con centro de salud, pulse 2». Pulso dos. «Bienvenido al sistema automático de cita médica.
Marque en el teclado de su móvil el año de nacimiento». Procedo. «A continuación, marque sin letra el número de su tarjeta sanitaria o el documento nacional de identidad». Lo hago y me
repite los datos. «Si los datos son correctos pulse 1, en caso contrario 2». Pulso 1. «Indique un teléfono de contacto», lo indico y me lo repite. «Si es correcto pulse 1, en caso contrario
pulse 2». Pulso 1. «Indique ahora para qué quiere cita: pulse 1 para medicina de familia, 2 gestión administrativa, 3 enfermería». Le doy al 1. «Lo sentimos, en este momento no es posible
dar citas». Y cuelga. Busco el teléfono del centro de salud para que me echen una mano, porque el lunes que viene me tienen que dar un nuevo tratamiento. Después de explicarle el caso,
reproduzco, más o menos, la conversación: -¿Ha probado con la app? -me sugiere la administrativa. -Sí, claro, y llamando a Salud Responde. -Dígame su nombre. -José Enrique. -José Enrique
-teclea las letras de fondo, guarda un segundo de silencio y resopla-. José Enrique, su doctora no tiene citas disponibles. Puede usted llamar la semana que viene. -Ya, pero el médico me
pidió que fuera el lunes para cambiar el tratamiento. -Usted tiene una médica, no un médico. -Ya, pero me atendió un médico. -Ajá. Pues su doctora no tiene citas, lo siento. -¿Y el médico
que me atendió? -¿Cómo se llama? -No lo recuerdo. -Entonces no le sé decir. -Pero si tiene el nombre en la puerta de la consulta, junto al de mi doctora. -Hmmm, no, no creo. -Sí, estoy
seguro. -¿Pero qué quiere usted, renovar la baja? -No, que me vean el ojo. Un segundo. Busco el papel que me dio el médico y, efectivamente, está su nombre bien clarito. Se lo digo a la
mujer que me atiende. -No, ese doctor tampoco tiene citas -me dice. -Pero es que el lunes tengo que ir, que se termina el tratamiento. -¡Oiga! ¡Que yo no le puedo dar citas de un día para
otro! -¿Pero cómo de un día para otro? ¡La pedí el lunes! ¡La pedí el martes! ¡Y ahora, el miércoles, la estoy pidiendo para dentro de cinco días! -Sí, pero que no puede ser. A ver, ¿usted
lo que quiere es renovar la baja? -¡Que no, quiero que me vean el ojo! ¡No quiero ser tuerto! ¿No hay otro médico? Me da igual el médico que sea, mientras sea un médico. -Un segundo. Teclea
otra vez durante unos segundos y la oigo refunfuñar. Por fin vuelve a la conversación. -Le puedo dar cita el lunes con Fulanita. -Muchas gracias. -De nada -y antes de colgar la escucho en la
lejanía-. Menudo malasombra me ha tocado... Con el ojo, la nariz, las orejas y toda la cabeza ardiendo, abro el grupo de los amigos en Whatsapp para desahogarme. «¡No sabéis lo difícil que
es pedir cita al médico!», escribo. «¡Y me llaman malasombra!». Al momento, S. cuenta que se ha mareado en la calle, que le ha dado fiebre y que se ha tenido que ir a casa. Ha pedido cita y
le han dado para el 27 de junio. «¡Un mes! -lamenta- La solución que me dan es que me vaya al centro de salud a primera hora. Qué vergüenza». «LA SOLUCIÓN QUE ME DAN ES QUE ME VAYA AL CENTRO
DE SALUD A PRIMERA HORA» B., que tiene a sus padres pachuchos, descubrió hace poco lo de ir al centro de salud a las ocho de la mañana. «Si te presentas en el momento que abren, puedes
conseguir cita para ese mismo día, generalmente al final de la mañana. Es bastante surrealista, pero parece que funciona así de chapuceramente». Entonces P. nos dice que él, por primera vez
en su vida, está teniendo síntomas de alergia y que hace una semana pidió cita. «Me la dieron para finales de junio. ¿Para qué quiero cita a finales de junio cuando estoy jodido de la
alergia ahora?». Todos coincidimos en que el problema de fondo debe ser la falta de médicos, no la falta de organización. Sin embargo, esa idea nos deja una serie de preguntas que no sabemos
responder: ¿Por qué no se contratan más médicos? ¿Dónde van todos los médicos que se pelean por entrar en la Facultad de Medicina de Granada? ¿Si en Madrid pagan mejor que en Granada y si
en Londres pagan mejor que en Madrid, nos quedamos sin médicos? ¿Cómo se sostiene así el sistema sanitario público? Por mí, que los médicos tengan sueldos de futbolistas, se lo merecen más.
Pero, si no puede ser, ¿qué hacemos? Leo a mis amigos y juntos pensamos que menos mal que, en realidad, ninguno de nuestros problemas es de vida o muerte. Porque, en ese caso, más nos vale
tener un amigo médico que, sobre la marcha, resuelva el problema. Comenta Reporta un error