
El peso de la confianza | ideal
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Tengo que reconocer que por momentos dejé de creer en este equipo. La calidad individual de los jugadores era indudable, pero los continuos fallos personales, ... la falta de cohesión del
conjunto y la previsibilidad de su juego, unidos a los continuos vaivenes tanto a nivel de resultados como de sensaciones, me hicieron perder la ilusión por un hipotético nuevo ascenso a
Primera división. Todo ello aderezado por el habitual ambiente crispado que circunda al club en los últimos tiempos, algo que parecía mermar por completo las opciones de un equipo que se
presumía débil mentalmente, poniendo así el punto final al éxito de la temporada. Y así lo he plasmado en esta columna semanalmente. Seguramente, para algunos, mi falta de fe no tiene
perdón, aunque, para otros, incluso llegó tarde. También tengo que decir –está por ver si a mi favor o en mi contra– que siempre he creído que este equipo sería otro si lograra enganchar
tres o cuatro victorias seguidas. Es decir, si lograra sumar el peso de la confianza a su juego y lograr arrastrar con ella, de una vez por todas, a la ardiente afición granadinista.
Curiosamente, cuando ya muchos no lo esperábamos, cuando más mosqueado estaba el respetable, el Granada da muestras de querer resurgir. Ha ganado los tres últimos partidos y ha levantado al
granadinismo; que, como en los viejos tiempos, hizo de Los Cármenes una caldera en el partido frente a la UD Almería y ha viajado en masa con el equipo en los dos últimos desplazamientos. El
Granada aún está a tiempo de corregir sus errores, y a poco más de un mes de finalizar la Liga, parece capaz de alcanzar su mejor versión. En este sentido el partido frente al Elche del
sábado que viene se adivina clave. Esperemos que el peso de la confianza, al fin, sume a su favor, porque está fuera de toda duda, que la afición estará ahí, apoyando hasta el final.