Paraíso de honradez | Ideal

Paraíso de honradez | Ideal


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El ser humano tiene defectos innatos a su especie. Uno de los más extendidos es pensar que la falta de honradez es siempre un mal ... ajeno. Este mundillo nuestro de pícaros me lleva a


preguntarme si el granuja nace de padre bellaco y por eso termina así o simplemente se hace con el tiempo. Orgánicamente, una persona está compuesto por un setenta por ciento agua y el resto


es pura avaricia 'malafollá'. La mítica frase de Groucho –«Estos son mis principios. Si no le gustan, tengo otros»– es un traje hecho a medida de bastante más gente de lo que


parece. Por eso, las críticas tan severas de la ciudadanía a la clase política por el 'trinconeo' en partidos, ministerios y chiringuitos varios me parecen tan justas como


engañosas. Si usted o yo fuéramos políticos y nos pusieran mucha pasta delante de nuestras napias, ¿qué haríamos? Esa es la pregunta clave. Probablemente se nos despertaría el apetito y nos


animaríamos a cocinar una carbonara de billetes gigante, porque al igual que Groucho, tenemos unos principios pero estamos dispuestos a cambiarlos como por arte de magia; o sea, por el arte


que tiene el dinero. Entonces, ¿qué somos, hombres o gusanos? ¡Qué preguntas me hago a veces! Pon un cheque al portador con varios ceros en el suelo y verás cómo todo el mundo está dispuesto


a arrastrarse con tal de quedárselo. Un amigo mío dice que desde que es padre está dispuesto a todo por su hijo, incluyendo convertirse en un clon de Fernando Galindo, el personaje de


'Atraco a las tres' interpretado por José Luis López Vázquez: un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo. Está decidido a todo eso con tal de sacar para adelante a su retoño.


Creo que la necesidad de garantizar el bienestar y un futuro estable a la familia hace que muchos políticos se lancen al monte de la corrupción. En el fondo, quieren dejarle a sus hijos el


noble mensaje de que la felicidad reside en las pequeñas cosas: un pequeño Ferrari, una pequeña mansión y una pequeña fortuna. La política está sobrehormonada de intereses materiales, como


el poder, la riqueza, la influencia y los privilegios para individuos y grupos. La sociedad granadina reniega de los representantes públicos a escala nacional que tienen la mano muy larga y


la saca insaciable, pero se siente moderadamente satisfecha con una clase política autóctona honrada que, salvo un día torcido, está más centrada en las necesidades de la ciudad que en las


mandangas ideológicas. Me llena de orgullo y satisfacción, que diría el rey emérito, ver pasar los días, los meses o incluso los años, y que la corrupción sea algo ajeno a nuestras


instituciones provinciales. Fumata blanca de esperanza: ¡'Habemus politicus honradus' en 'Graná'! Casi 'na'.